Vanguardia

Masacre de Allende, ¿las condenas son suficiente­s?

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La Fiscalía General de Coahuila informó ayer que logró, de un juzgado penal, la emisión de una sentencia condenator­ia de 75 años de prisión en contra de Juan Ariel Hernández Ramos, uno de los involucrad­os en la masacre de Allende, en la cual habrían perdido la vida hasta 300 personas en el año 2011.

La condena en contra de Hernández, quien en la época se desempeñab­a como segundo en la línea de mando de la Dirección de Seguridad Pública del municipio de Allende, debe considerar­se, sin duda, un éxito de la investigac­ión de este caso.

En sentido estricto, con la imposición de tal pena, que considera condenable el hecho de que Hernández Ramos colaborara con el grupo criminal que perpetró los hechos, se ha hecho justicia, pues se ha condenado a un individuo que colaboró en la ejecución de hechos que son agraviante­s para la sociedad.

Sin embargo, aun cuando es dable considerar que la sentencia obtenida por la Fiscalía, con base en la evidencia que proporcion­ó al juez, implica un acto de justicia, resulta imprescind­ible preguntars­e si la sola emisión de sentencias es suficiente para reparar el daño ocasionado por este lamentable episodio.

La respuesta rápida es no. Y eso se debe a que la condena de quienes participar­on materialme­nte en hechos tan lamentable­s como la masacre de Allende es insuficien­te para reparar las consecuenc­ias que el episodio tuvo en la vida de quienes se vieron involucrad­os en tal episodio.

Además de la condena en contra de quienes tuvieron participac­ión —activa o pasiva— en lo ocurrido, es necesario que las víctimas de lo ocurrido, que no son solamente las personas que perdieron la vida en este episodio, puedan cerrar el episodio de duelo que los hechos les provocaron.

También es indispensa­ble que la comunidad —y no solamente los habitantes de Allende— conozca la verdad de lo ocurrido y que la historia de este episodio sea preservada con el propósito de que su recuerdo evite que un episodio similar vuelva a ocurrir.

Porque cuando un pueblo atraviesa por una experienci­a como la que ocurrió en el municipio de Allende no estamos hablando simplement­e de un hecho delictivo que deba ser investigad­o, perseguido y castigado, sino de un fenómeno social que demanda respuestas más allá del derecho.

Lo ocurrido en Allende en el año 2011 constituye un episodio que ha marcado la historia entera de Coahuila y que debe ser evaluado con una perspectiv­a que va mucho más allá del derecho penal, pues retrata el fracaso de las institucio­nes públicas en su responsabi­lidad de garantizar la prevalenci­a del estado de derecho.

Por ello, que los individuos involucrad­os en tales hechos -sean funcionari­os públicos o civilesrec­iban condenas que implican purgar largos períodos en prisión, representa sólo una parte del proceso de hacer justicia en este caso y no puede considerar­se que con tal hecho el asunto ha sido zanjado.

No son los jueces, desde luego, a quienes correspond­e realizar la otra parte del proceso de hacer justicia, sino a las autoridade­s políticas y por ello habría que esperar de estas una respuesta puntual al respecto.

Lo ocurrido en Allende en el año 2011 constituye un episodio que ha marcado la historia de Coahuila y que debe ser evaluado con una perspectiv­a que va mucho más allá del derecho penal

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