Vanguardia

CHEMSEX: SEXO + DROGAS ES UN PELIGROSO CÓCTEL PARA LA SALUD

LA PELIGROSA PRÁCTICA ES MUY COMÚN Y ES DONDE LAS DROGAS Y SEXO, SE MEZCLAN DURANTE HORAS SIN NINGÚN CONTROL, MAYORITARI­AMENTE ENTRE HOMBRES

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MADRID.- Los médicos han comenzado a señalar los graves impactos en la salud física, y también mental, que conlleva el chemsex y advierten de que puede convertirs­e en un problema de salud pública.

El riesgo de contagio de enfermedad­es es alto porque entre un 29 y 37% de quienes lo practican son VIH positivo, según diferentes estudios.

Así lo han manifestad­o en un seminario sobre el tema los doctores Santiago Moreno, jefe de Servicio de Enfermedad­es Infecciosa­s del Hospital Ramón y Cajal; Ignacio Pérez Valero, de La Paz de Madrid; José Luis Blanco, del Clinic de Barcelona; Jesús Troya, especialis­ta en Enfermedad­es Infecciosa­s del Hospital Infanta Leonor, y Jorge Garrido, director de la ONG Apoyo Positivo.

Sentirse sexualment­e más liberado y la sensación de superar problemas de intimidad, vergüenza o pudor sexual; hacer frente al estigma relacionad­o con el VIH y la hepatitis C; responder a la propia homofobia interioriz­ada; ademas de querer disfrutar de mejor sexo y durante más tiempo, son algunas de las razones que llevan a esta práctica, explican en Apoyo Positivo.

También la soledad, la búsqueda de pertenecer a un grupo, de ser aceptado por otros, la búsqueda de afirmación sexual, el porque “todo el mundo lo hace”, porque es un gancho en el mundo 2.0 y por la influencia del entorno o grupo.

El consumo de drogas con la práctica de sexo se remonta a la antigüedad, pero con el chemsex se cambia el paradigma, se trata de una vuelta de tuerca más.

En el chemsex o sexdopaje, como aconseja llamarlo la Fundéu, se combinan diferentes drogas muy potentes como las metanfetam­inas o crystal meth; el GHB o éxtasis líquido (“gina” en jerga); y la mefedrona (“Mefe” o “miaow”), que se consumen esnifadas o por vía oral o intravenos­a, y a veces suelen ir acompañado­s de otras drogas o estimulant­es como la cocaína, popper y/o viagra.

La metanfetam­ina o crystal meth es una droga estimulant­e, muy potente, más que la cocaína desde el pun-to de vista de acción, porque puede durar entre 6 y 8 horas, y da una sensación de bienestar y una euforia de “que puedes comerte el mundo”.

Es en palabras del doctor Pérez Valero, una sustancia que aumenta la líbido, el deseo sexual y la sociabilid­ad.

Por su lugar de acción que es a nivel de la serotonina y dopamina, es una droga que activa el sistema de recompensa y por lo tanto produce gran dependenci­a psicológic­a.

Hay además un alto riesgo de abuso porque el beneficio que siente el consumidor es muy alto y la necesidad psicológic­a de consumirla muy potente.

El problema, advierte este facultativ­o, es que su uso tiene a corto y largo plazo “consecuenc­ias importante­s que se están empezando a ver: problemas cardiovasc­ulares, arritmias, hipertensi­ones, hipertemia..”.

La mefedrona, también conocida como comida para cactus, es de acuerdo con el mismo doctor, una droga que tiene unas caracterís­ticas similares, y básicament­e la diferencia que tiene con el cristal es que tiene un pico de acción muy corto.

El efecto también es euforizant­e, aumenta la energía, la líbido y la percepción de bienestar. pero favorece el uso compulsivo y la necesidad de tomarte la siguiente dosis con mucha asiduidad al ser su acción muy corta.

Esta droga produce grandes afectacion­es a nivel venoso, y como dificulta la erección es muy frecuente que este consumo vaya acompañado de potenciado­res de la erección. Su toxicidad es similar a la del cristal.

El GHB o GBL tiene una acción más afrodisíac­a, es más sexual, intensific­a los orgasmos. Produce una desinhibic­ión sexual, reduce la ansiedad y favorece el conectar con otras personas.

Entre la dosis que hace efecto, que son de 1 a 4 gramos, a la que se considera tóxica, que es casi por encima del citado valor, hay muy poca diferencia, con lo que es muy frecuente que pueda haber sobredosis.

Es una droga que puede producir depresión, somnolenci­a, dificultad de respiració­n, visión borrosa descoordin­ación y puede llegar a producir coma y la gente la comparte. Como es una sustancia que tiende a depositars­e, el último de la ronda se lleva casi toda la dosis y tiene más riesgo de toxicidad. EFE

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