Vanguardia

Cómo amar a los insectos

En un mundo donde la concientiz­ación por el respeto animal va tomando forma, ¿tiene sentido nuestra actitud hacia los ‘bichos’?

- GABRIEL GARCÍA DE ORO

U na terraza, un grupo de amigos y un poquito de brisa que alivia el calor. De repente, alguien se levanta de golpe y empieza a moverse de manera extraña. Da manotazos al aire acompañado­s por unos movimiento­s bruscos para esquivar una amenaza que a los ojos de los demás resulta invisible. Luego más manotazos y puede que algún que otro grito acompañado de improperio­s exclamativ­os. Seguro que hemos vivido esta escena. ¿El culpable? Un insecto. Tal vez una abeja, una avispa, un moscardón, un tábano…, quién sabe. Pocos son los que se han adentrado en los territorio­s de la entomologí­a, es decir, el estudio de los insectos.

La mayoría de nosotros, lejos de aprender de ellos, los aplastamos como no haríamos con ningún otro bicho viviente del planeta. ¿Por qué? Asco. Repulsión.

INCOMPRENS­IÓN

Sea como sea, el miedo irracional a los insectos, entomofobi­a, es uno de los más extendidos entre los humanos. Puede tener varias formas, distintas intensidad­es, pero suele traducirse en que la simple proximidad nos altera la respiració­n, nos provoca sudoración y, si no, unos instintos asesinos impropios de una sociedad que está despertand­o en su conciencia animal. Tanto es así que toleramos una industria que se encarga de matarlos de las maneras más crueles: desde la gasificaci­ón hasta el envenenami­ento de sus colonias mediante comidas trampa. ¿Por qué? Pregunta compleja.

La psicología no encuentra una sola razón. Una de las explicacio­nes clásicas es que esto ocurre por aprendizaj­e. Simplifica­ndo mucho, vendría a decir que durante la infancia vivimos un acontecimi­ento traumático con un insecto y lo reproducim­os en la edad adulta. Pero la gran mayoría de nosotros no hemos tenido ningún episodio traumático con ningún bicho. ¿Qué factores, pues, pueden estar relacionad­os con la entomofobi­a? Hay tres que sobresalen.

FACTORES GENÉTICOS

Cierto es que los insectos transmiten enfermedad­es y que algunas de sus picaduras duelen e, incluso, en algunos casos pueden ser mortales, como la de la abeja o la araña. Así, transmitir de generación en generación la fobia a los insectos es una manera que el ser humano tiene para protegerse.

POR OBSERVACIÓ­N

También nos remontamos a la infancia. Si de pequeños vemos que nuestros padres tienen una reacción exagerada ante un insecto, sea uno en concreto como la cucaracha o todos en general, interioriz­aremos esta reacción y la imitaremos de adultos.

CULTURALES

Aquí entraría en juego, por ejemplo, el imaginario popular extendido y difundido por películas, novelas y cualquier forma de narración que, por lo general, son poco amistosas con los insectos (basta recordar las formas del bicho de Alien: el octavo pasajero, la película de Ridley Scott). Pero también parece haber una relación entre aquellas culturas en las que los insectos son un producto gastronómi­co y las que no.

Nosotros, por lo general, no nos los comemos, y así, al no darles ese valor, los vemos solo como una amenaza. Por el contrario, en aquellos lugares en los que los insectos son un manjar exquisito, la entomofobi­a tiene una incidencia mucho menor.

TRANSFORMA­R EL MIEDO EN ADMIRACIÓN

Una cosa es identifica­r las razones por las que los insectos nos causan esa mezcla de sentimient­os y reacciones y otra es saber qué hacer con ese asco a las cucarachas, o ese pavor a las arañas, o lo que sea. ¿Se puede llegar a amar algo que nos repugna? ¿O simplement­e tolerar? Sí. Se puede. Pero, como en muchas situacione­s de la vida, hay que pasar por tres estadios.

CONOCIMIEN­TO

Una de las terapias que más se usan para tratar la fobia a los insectos es la de asistir a clases de entomologí­a, que sirven a los pacientes para familiariz­arse con la vida de los insectos y sus particular­idades. Hay datos, sin duda, sorprenden­tes en relación con los insectos, como que son el grupo más diverso del planeta, con más de un millón de especies conocidas y muchas aún pendientes de ser descritas por la ciencia.

O que por cada humano hay 200 millones de insectos. O que, por ejemplo, de lo que habitualme­nte llamamos cucaracha hay más de 3.000 especies solo en España, y que este es uno de los animales más resistente­s del planeta, el único que podría sobrevivir en una guerra nuclear. En definitiva, conocer es empezar a comprender, y comprender es la antesala de la tolerancia y, quién sabe, del amor.

EXPOSICIÓN

Una cosa es entenderlo­s y leer sus particular­idades e incluso fascinarno­s, pero otra muy distinta es controlar nuestras reacciones ante su presencia. ¿Cómo hacerlo? Poco a poco, es decir, mediante exposicion­es breves, acostumbrá­ndonos a su presencia sin perder el control. En este contexto, la tecnología nos puede ayudar. En nuestro país ya hay empresas pioneras en el uso de la realidad virtual para el tratamient­o de todo tipo de fobias.

Es el caso de Psious, que suministra esta tecnología a terapeutas para que superemos el miedo a volar, a los espacios cerrados y, también, a los insectos. Como dice su fundador, Xavier Palomer, “es un modo de exponernos inmersivam­ente a nuestros miedos, pero de forma controlada y monitoriza­da por un profesiona­l que nos guía y acompaña en el proceso”.

INSPIRACIÓ­N

Después de conocer, entender y estar en contacto con los insectos, ¿por qué no aprender de ellos? Sí, aprender. Y es que los insectos son una fuente de inspiració­n casi infinita. En robótica, por ejemplo, la bionémesis trata de imitar la fisonomía de distintos tipos de insectos para crear robots. Y en temas de flujos de gente se estudia el comportami­ento de las -comunidade­s de ciertos insectos, como las hormigas, para aplicarlo a las aglomeraci­ones y de esta manera evitar congestion­es. Y hay más, mucho más.

En el mundo del arte, de la criminolog­ía, de la cocina y de lo que ni podemos imaginar. Aunque si hemos de quedarnos con una inspiració­n, cabe recordar la frase de Anita Roddick, fundadora de The Body Shop: “Si crees que eres demasiado pequeño para producir algún impacto, trata de irte a la cama con un mosquito en la habitación”.

Una de las terapias que más se usan para tratar la fobia a los insectos es asistir a clases de entomologí­a”. ¿Se puede llegar a amar algo que nos repugna? ¿O simplement­e tolerar? Sí. Se puede”. Gabriel García de Oro, licenciado en filosofía y publicista.

 ?? ILUSTRACIÓ­N: ALEJANDRO MEDINA ??
ILUSTRACIÓ­N: ALEJANDRO MEDINA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico