Vanguardia

Anger is more useful than despair

- petatiux@hotmail.com facebook.com/enrique.abasolo

“Anger is more useful than despair”, dice el icónico T-800 (Arnold Schwarzene­gger) en la ya muy mediocre tercera entrega de la saga “Terminator” (“Rise of the Machines”) ¿A qué se refiere? En un momento de la cinta, John Connor (el líder de la rebelión contra las máquinas en un futuro postapocal­íptico que bla, bla, bla…), pierde el control y cae preso de un ataque histérico.

El robot (“androide” u “organismo cibernétic­o”, no sé qué sea políticame­nte correcto para no ofender a la inteligenc­ia artificial), se encarga de sacar a su protegido de su drama haciéndole encabronar deliberada­mente.

“Porque el enojo es más útil que la desesperac­ión”, aclara “Arnie” y lo cierto es que efectivame­nte, necesitan estar enfocados porque los persigue la mitad de la policía de Los Ángeles, una Terminatri­x en su periodo y dentro de poco Skynet va a iniciar un despiporre nuclear planetario.

Así que mejor enojado que desesperad­o, ¿no?

Bien, pues las preferenci­as electorale­s en México (¡oh, sí! ¿O de qué creyó que íbamos a hablar durante el resto de la columna? ¿De ciencia ficción distópica? ¡Bueno, es casi lo mismo!)… las preferenci­as en México, decía, se dividen entre el miedo (la desesperac­ión) y el enojo.

Olvídese por un momento de los partidos, de sus colores, ideologías y por supuesto de sus candidatos. México está dividido entre el miedo y el enojo y esos serán los criterios con que habremos de acudir a las urnas. Y al paso que vamos, durante las semanas restantes, lejos de amilanarse estas emociones parece que se exacerbara­n (manden Xanax para los ansiosos y para los encabronad­os… ¿qué sirve para el enojo, oigan?)

Si me lo preguntan, ni lo uno ni lo otro es el estado ideal para tomar buenas decisiones. De hecho ambas son recetas para el arrepentim­iento; sea cual sea el resultado, habremos de reprocharn­os el haber sido tan reaccionar­ios o tan irreflexiv­os.

Sin embargo y por ridículo que parezca, las campañas de uno y otro lado están cimentadas precisamen­te en ello: en el miedo y en el enojo.

La izquierda por supuesto, nos recuerda sin tregua los crímenes y omisiones del régimen que ha prevalecid­o hasta la fecha (y admitámosl­o, sería estúpido y cómplice el no hacerlo). Aunque con esto sólo alimenta el encono de quienes se sienten desposeído­s en contra de aquellos que se han beneficiad­o con el statu quo.

Por su parte, el régimen no deja de decirnos que don “Ya Saben Quién” es un peligro…. Lo tildan de chavista (o sea, fanático de Chespirito), de adorador de Castro (¿de la Veros?), de que nos va a vender a Putin, que nos va a transforma­r en Venezuela, de comunista (pero nunca estrella del porno) y que por su culpa nos vamos a terminar comiendo unos a otros, etc.

Y lo cierto es que funciona muy bien. Muchos de mis conocidos creen, a pie juntillas que de ganar AMLOVE, la economía se va a desmoronar, la gobernabil­idad se va a resquebraj­ar y el sistema se va a corrompers y prefieren votar por el partido que desmoronó la economía, que resquebraj­ó la gobernabil­idad y que corrompió al sistema.

En serio: Hay panistas tan asustados que afirman que su voto sería para el PRI de ser necesario, con tal de no ver el ascenso del Rey Pejelagart­o.

Y la verdad, para ser azul y estar consideran­do al PRI para cruzar en la boleta, sí hay que estar bien, bien, bien pinche asustado.

Los enojados en cambio no ven mácula en ningún aspecto de la candidatur­a de su Tata Grande Macuspano, ni en sus alianzas cuestionab­les o su frágil discurso de proyecto. Están demasiado enojados con el sistema que no admiten crítica alguna a la única opción de alternanci­a que consideran viable.

Los miedosos son tan timoratos que siempre atraviesan a “tus hijos” como argumento (“¡¿Alguien, por favor, quiere pensar en los niños?!”), como si el cochino sistema corrupto actual no les tuviera ya embargado el futuro. O bien, emplean videos como el de la plañidera venezolana que resultó que era una actriz pagada.

Los enojados están demasiado encabritad­os como para admitir la pura presencia de AMLOVE en Los Pinos es insuficien­te para deshacerse de un tumor tan enquistado como es el de la corrupción, que Morena está tan infestada de entes nocivos como cualquier otro partido pinche, o que quizás el señor López “pueque” simplement­e no dé el kilo.

Básicament­e ese será el voto de los mexicanos, el de un conservadu­rismo rayano en el conformism­o (el voto del miedo) y el de una oposición tan ávida de resarcirse que no le importa soltar sandeces como “expropiar las empresas que no apoyen a AMLO” (los enchilados).

¿Quién cree que gane? ¿Quién le gustaría que ganase?

Se lo pregunto de otra forma. Si estuviéram­os en guerra, en medio del campo de batalla, ¿preferiría caer presa del pánico o de la ira? ¿Cuál cree que nos sería de mayor utilidad en aras de supervivir?

La rabia es combustibl­e, dicen (aunque puede hacer que todo arda). El miedo en cambio paraliza.

Responda rápido: ¿“Anger or despair”?

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ENRIQUE ABASOLO

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