HUMANIDAD
EL DATO
“Fantastic Mr. Fox” (2009), la primera vez que Anderson hizo un largometraje de animación en stop-motion. Basado en la novela del mismo nombre de Roald Dahl, aquella también era protagonizada por animales, los cuales, sin embargo, andaban en dos patas, actuaban como humanos y vivían en una sociedad oculta que funcionaba de manera similar a la nuestra. “Isla de Perros” tiene similitudes, pero lo primero que hay que resaltar es la más notable diferencia: el avance en forma y fondo. Su segundo filme animado es visualmente mucho más cuidado y hasta más efectivo en su historia, mostrando una clara mejora y hasta consolidando al director en este género, al que ojalá vuelva pronto. Por otro lado, hay que añadir que ambos tratan problemáticas sociales valiéndose de la fábula y son quizá los únicos trabajos de Anderson cuyo conflicto es más explícitamente amplio.
Hay más de una razón para decir que la animación le va muy bien a este director. Si bien no todas sus tramas son fantásticas, sí tienen una cualidad semejante. Los personajes no actúan del todo como personas normales, desde la forma de hablar hasta sus acciones. Son casi como caricaturas, aunque estén interpretados por humanos. El director no se basa en nuestra realidad para contar sus historias y transmitir sus mensajes, sino que tiene ciertas licencias creativas para alterarla y resaltar los aspectos que él considera. La vida real no es ni tan colorida ni tan simétrica. Es por ello que “Fantastic Mr. Fox” y “Isla de Perros” funcionan tan bien con su estilo.
De la última, los protagonistas son los perros con un sobresaliente elenco de voces de actores que ya han colaborado con él como Bill Murray, Jeff Goldblum, Edward Norton y Bob Balaban, además de la primera vez para Bryan Cranston. Los caninos tienen un razonamiento humano, que se acentúa gracias al espectacular doblaje, donde los actores se meten en sus personajes creando una conjunción casi perfecta entre perro y hombre. El resto, los japoneses, tienen la voz de intérpretes de aquel país, a excepción de una estudiante de intercambio hecha por Greta Gerwig y una traductora por Frances Mcdormand. Pero además de ser buenas, las voces tienen una importancia narrativa en esta historia, donde no existen subtítulos y las pocas traducciones vienen de la mencionada Mcdormand o de ciertos textos que aparecen en pantalla.
El resto del japonés lo vemos a través de los perros, quienes no entienden el idioma pues hablan inglés (en México subtitulado al español, claro). La cinta busca darnos esta perspectiva perruna, sus problemas son tanto o más importantes que los de los demás. Este ejercicio de comunicación sirve para darle un toque extra al mensaje principal de “Isla de Perros”: las necesidades afectivas y el entendimiento más allá de las palabras. Es decir, todos somos seres vivos en un mismo planeta, con las mismas necesidades, incluso aunque las diferencias parezcan claras y el idioma no sea igual. Yendo más allá, podríamos pensar, ¿cuál es la idea de la cinta? ¿Es una metáfora del racismo? ¿Qué significa el déspota mandatario que decide erradicar a toda una especie a una isla? Cada quien puede analizarla tan a fondo como quiera.
Pero independientemente del trabajado mensaje que carga debajo de todo y hace que los eventos sean conmovedores y muy sentimentales, esta es una aventura muy entretenida. Una maravilla que se mueve con fluidez y tiene una estructura sólida en su forma. Director: Elenco: Desde la fabulosa música de Alexandre Desplat, hasta el detalle de las animaciones, el encanto audiovisual se mueve con soltura y belleza, como una coreografía que, a fin de cuentas, es lo que es: un gran equipo de personas acomodando muñequitos miniatura para ejecutar sus acciones. Si bien la idea de la revolución no se logra tan bien como el resto, la cinta consigue encariñarnos lo suficiente con el verdadero conflicto en el lugar que le da nombre. No sólo está repleta de acción que es un deleite para los ojos, sino que, de manera honesta y cuidadosa, crea momentos que nos tocan el corazón.