Vanguardia

El debate y las polémicas

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que Enrique Peña Nieto infligió a los mexicanos al invitar a México en 2016 al entonces candidato; ya que la gente se sintió humillada y ofendida, la pregunta a José Antonio Meade era, ¿por qué darle la mano a ese candidato al que se le debió dar la espalda?, y los insultos de Trump no se han detenido, así que gane quien gane el 1° de julio habrá de adoptar una política pública defensiva de los derechos de los mexicanos ante el gobierno de los EU.

No obstante, el segundo debate presentó novedades, fue mucho más dinámico y flexible que el primero, menos acartonado y rígido; los 4 candidatos contaron con más tiempo para explayarse en sus respuestas, aunque en algunos casos éstas fueran inocuas; los moderadore­s hicieron un buen papel y cabe anotar que León Krauze es un periodista conocedor de los temas ya que vive en Estados Unidos y Yuriria Sierra ejerció un arbitraje firme, aunque también se excedió en sus intervenci­ones y a veces a ambos se les pasó la mano en cuanto a su protagonis­mo.

Un elemento novedoso fue la participac­ión en el debate de 42 ciudadanos, 6 de ellos presentaro­n a viva voz las preguntas dirigidas a los candidatos, que se veían más relajados que en el primer debate.

Un tema que saltó a la palestra fue el de la política del Estado mexicano hacia la migración, cómo el gobierno de Peña Nieto se ha prestado para hacer el trabajo sucio a los gobiernos de los Estados Unidos, tanto al de Obama como al de Trump, sembrando terror y consintien­do a la delincuenc­ia organizada para que actúe contra los migrantes en la frontera sur. También debatieron los candidatos contra la deportació­n de familias de migrantes que por décadas han vivido en los EU, separando a padres e hijos, políticas desalmadas, sanguinari­as e inhumanas que nadie detiene.

En su plataforma electoral AMLO ofrece dar cobertura suficiente a los trabajador­es migrantes repatriado­s (migración de retorno). Este proyecto se realizaría a partir de acuerdos de colaboraci­ón con institucio­nes educativas y el sector productivo, también propone implementa­r una estrategia integral de reintegrac­ión social y laboral que permita detectar las habilidade­s e intereses de los repatriado­s.

Todo parece indicar que en el posdebate todo sigue igual, después de lo acontecido en Tijuana, la ciudad en donde empieza la Patria, aunque Meade o Anaya se proclaman ganadores, los ganchos al hígado, o a la quijada, no fueron letales como para arrojar a la lona al puntero y noquearlo, lo interesant­e sería saber cuántos mexicanos vieron el debate que fue muy tarde, después del muy esperado partido final de futbol.

Lo cierto es que la urgencia hoy es la de un líder que resuelva los problemas del País, que ponga la paz y la reducción de la pobreza por delante, que tenga credibilid­ad para combatir la corrupción, que no haya dudas en torno a su patrimonio y ni Anaya o Meade tienen ese perfil.

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