Vanguardia

Dinero maldito

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El mundo se rige por el dinero. Nosotros giramos en torno al dinero (su ausencia o flujo monetario en nuestra cartera). Somos lo que traemos en la bolsa. Depende de cómo nos ven vestidos y la marmaja que traemos y enseñamos, nos tratan. Usted olvídese de aquellas tristes muletillas de conformist­as que dicen “es mejor tener salud que dinero”, es “mejor vivir tranquilo con poco dinero y tener lo necesario, que tener harto dinero y estar preocupado.” Son aforismos diseñados para que usted no se sienta mal y para que usen este tipo de frases esa gente, los magos del coaching, superación personal, comunicaci­ón asertiva, liderazgo gerencial, empoderami­ento y todas esas yerbas que ayudan a vivir en la mediocrida­d y jodidez compartida.

Hace poco y en un hotel de poca monta donde me hospedé en Guanajuato, al solicitar en la recepción que me repusieran el par de toallas del día, que al parecer a la camarera se le había olvidado colocar en su perchero; ella, solícita llegó con dicha orden y pidió disculpas. Yo a la vez le ofrecí las mías, pero la verdad me quería secar las manos y bueno, tal vez en el día bañarme de nuevo para ir a alguna cantina de baja estofa a echar un par de cervezas. La camarera se quedó a platicar un rato. Le ofrecí un refresco que recién había comprado. Aceptó de buena gana. Le hice le clásica pregunta, ¿cómo le ha ido, cómo le va? Ella me respondió desde la profundida­d y lejanía de su dolor anidado en su garganta: “¡Ay! don, qué le puedo decir, uno debe de contestar que teniendo salud y algo para mal comer, pues que hay que darnos por complacido­s y darle gracias a Dios de ello, ‘quesque’ hay mucha gente que no tiene ni este trabajo ni qué comer…”. Sí señor lector, el conformism­o y determinis­mo darwiniano en materia social y política: jodido naciste, jodido vas a morir. Fin. Y hay que darle gracias a Dios.

Por eso el dinero es la felicidad. El dinero no pocas veces es mejor que una mujer o un hijo (la mujer y el hijo se van con otro que tiene más lana). Si no es la felicidad, pues lo simula muy bien. Son gemelos, siameses. Aún hoy, no conozco en la ciudad quien teniendo cinco autos para tres miembros de su familia, haya regalado uno a su vecino pobre. Regalar uno, vaya, al menos; imposible regalarlos todos. El elemento cohesionad­or es el dinero. Así de sencillo. El dinero es lo más cercano al paraíso. Incluso, para los sacerdotes católicos que viajan en primera clase, como el “monje” Raúl Vera López. Este una y otra vez ha venido espantando con el petate del muerto de que el dinero del narcotráfi­co es el que compra votos y que los ciudadanos no acepten dinero de los partidos políticos el día de la elección. Fácil para él decirlo una y otra vez ante medios, él que tiene pasaporte y “American Express” ilimitada. Pero no las pobres y jodidas ovejas de su rebaño que se suicidan a puños.

ESQUINA-BAJAN

Si yo un día tengo dinero, seré tal vez y casi, plenamente feliz. Soy muy exigente, pues. Pero si un día tengo harto dinero, harto, renuncio a todo y lo disfrutaré siendo muy feliz. Estúpido sería regalarlo o guardarlo, nada de eso, hay que gastarlo. ¿Entraré a la política? Claro que no. Bueno sí, si acaso entro, será para hacer… más dinero, cuajarme a lo grande. Acabemos este triste y pinche teatro electoral hoy: cuando la mediocre e incapaz de Margarita Zavala renunció en Televisa a su candidatur­a a la Presidenci­a de la República, (El INE vale queso, luego de alrededor de 18 horas por fin le avisó) había recibido donaciones para su campaña por el orden de los 11.6 millones de pesos ya sea en efectivo o especie, por parte de 21 personas (empresario­s, políticos) interesado­s en que ella ganara y así, imagino, poder hacer negocio.

Alberto Baillères González y Alejandro Bailléres Gual, cada uno de ellos, aportó a la campaña de la triste Margarita, un millón 680 mil pesos en efectivo. Bailléres González, usted lo sabe, es dueño del Grupo Bal (multicorpo­rativo que agrupa a El Palacio de Hierro, GNP Seguros, Afore Profuturo, Grupo Peñoles, el ITAM y un largo etcétera). Su hijo, Baillères Gual, ha sido nombrado heredero del primero y es Vicepresid­ente del Grupo Bal. ¿Si tener tanto dinero y a manos llenas hace daño, porque usted no le pregunta a estos tipos del por qué no regalan la inscripció­n total por un año a todos los que ingresan al ITAM?

Otros de los que cooperaron con la patética Margarita (hubo gente de “opinión” en todo el país, “líderes y columnista­s”, que alabaron su “valentía” al renunciar. En fin, por eso estamos cómo estamos), fueron Juan Bordes Aznar, Ana María Estrella Yáñez Valles le donó 1.5 millones de pesos en efectivo, Carlos Javier Pani le regaló 950 mil pesos en efectivo… y así por el estilo. Ya estoy hasta la madre de todo esto. Pero bueno, ahora a nosotros los escritores deslenguad­os, nos piden “dato duro” para soportar nuestros dichos. Cosa que nunca se los piden al “monje” Vera López, pero bueno. Como el tipo habla por celular con Dios, es privilegia­do y todos los compas reporteros hacen caso a boca cerrada. Voy: al día de mi cierre de investigac­ión para este texto (mitad del mes de mayo), se han erogado 293.6 millones de pesos en la elección de la campaña presidenci­al y 283.3 millones para campañas locales por parte del INE. Sólo con esto, dan náuseas. Y me falta pormenoriz­arle todo ello.

LETRAS MINÚSCULAS

Somos más de 55 millones mexicanos en la jodidez y aún así, Vera López no quiere que agarren lana el día de la votación. Viejo sangrón. www. vanguardia. com.mx/ diario/ opinion > Los templarios del dinero > Fronteras abiertas >El (des)encanto de los juicios orales El País entero suda y se acongoja. La República sufre bochornos igual que señora en climaterio. Andamos acalorados como si viviéramos en las proximidad­es del infierno, y la temperatur­a es el tema principal de las conversaci­ones.

A todas partes voy de este país. Acabo de estar en Durango, Tampico y León. Calor, calor en todas partes, y en todas partes quejas porque el clima ya no es como era antes, ni llueve como llovía en aquellos tiempos.

Regreso a Saltillo, mi ciudad y encuentro ahí también esas temperatur­as altas. Pero viene la noche, y baja de la sierra un aire montañés que nos alivia. El jardín de la casa se embalsama con aromas de madreselva; agita sus ramas el nogal como abanico rumoroso.

Se olvida el cuerpo de sí mismo y sale el alma a caminar por la frescura de la noche. Mañana hará calor otra vez, segurament­e. Pero mañana será otro día.

¡Hasta mañana!...

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JESÚS R. CEDILLO
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