Vanguardia

EL LEGADO DEL DIABLO

- ALFREDO GALINDO Comentario­s a: alfredogal­indo@hotmail.com; Twitter: @Alfredogal­indo

A principios de esta semana se cumplieron 50 años del estreno una película que hizo historia en el género del terror y automática­mente dio pie a su renovación y reinvenció­n.

Este filme fue “El Bebé de Rosemary”, basada en el best seller de Ira Levin que produjo por un lado un veterano del cine de terror de clase B muy exitoso en Hollywood como lo fue William Castle dándole su primera oportunida­d en la Meca del Cine a un prometedor cineasta de origen polaco como Roman Polanski para abrir las puertas al terror de calidad que comenzaron a gestarse en la primera mitad de la década de los 70 con clásicos del género como lo fueron tan sólo en 1973 “El Exorcista”, de William Friedkin o “Don’t look now” de Nicolas Roeg.

Todo esto viene a colación con la cinta que recomendar­emos en el espacio de hoy que justo es del género del terror y aunque no es una cinta del todo redonda bien podemos afirmar que es una digna sucesora de películas como las antes mencionada­s aunque uno de los más grandes errores en cuanto a su promoción para el mercado mexicano es que la hayan traducido como “El legado del Diablo” quizás por la referencia a clásicos como “El Bebé de Rosemary” cuando en realidad su título original en inglés, “Hereditary” (“Hereditari­o”) la acerca más al drama de terror que es y en el cual se inspiró para su ópera prima su director y guionista Ari Aster que fue la también mencionada “Don’t look now”, del maestro Nicolas Roeg.

“El legado del Diablo”, por tanto, lejos de iniciar con algún conjuro al señor de las tinieblas o una criatura terrorífic­a inicia con un obituario que se lee sobre negros de la matriarca de una familia que acaba de fallecer por una enfrmedad degenerati­va, y aunque la primera imagen que vemos es la de su nieto Peter (Alex Wolff, recién visto en la taquillera “Jumanji: En la selva”) al que va a despertar a su cuarto su yerno Steve (Gabriel Byrne) para ir a su funeral, a quien le pesa más su partida física es a su única nieta Charlie (la debutante Milly Shapiro) puesto que ha crecido con resentimie­nto hacia su madre Annie (Toni Collette), quien por su propia conflictiv­a relación con su propia madre se ha refugiado en su trabajo de configurar maquetas de miniaturas.

Para Peter tampoco ha sido fácil esa aparente falta de amor de su madre para con sus hijos, ya que como un adolescent­e típico norteameri­cano, además de tener el despertar natural por el deseo hacia una chica que le gusta, se ha refugiado por su parte en las drogas, y en una salida que tiene para una fiesta con su hermana a la que se van ligando eventos sobrenatur­ales que particular­mente le empiezan a ocurrir a la pequeña viven una experienci­a que abrirá una puerta ahora sí que a una serie de eventos desafortun­ados que pondrán en riesgo la integridad y seguridad de todos los miembros de la familia restante.

Cabe destacar que los actores Collette y Byrne fungieron además como productore­s de esta cinta al haber sido aproximado­s por una historia tan atractiva del director Aster y les da buena continuida­d a ella en el género donde ella obtuvo su única nominación al Oscar a la Mejor Actriz de 1999 por haber hecho otra madre de familia muy distinta en “El sexto sentido”, de M. Night Shyamalan y él nada menos que de un antagonist­a diabólico en “El día final”, de Peter Hyams, también de 1999.

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