QUÍMICOS VS PLAGAS
Agricultores, científicos y ecologistas se enfrentan por el uso de los pesticidas: defienden la agricultura ecológica, pero surgen nuevas enfermedades que amenazan los cítricos y los cereales.
Los agricultores dedicados a las naranjas, los limones y las mandarinas están aterrados. El ‘dragón amarillo’, la enfermedad más devastadora de los cítricos, aporrea las puertas de los productores de esas especies. La peste, desatada por una bacteria, ya aniquila árboles en Asia, África y América.
Se trata de un microbio que amarillea las hojas y deforma los frutos, dándole además un sabor desagradable, entre amargo y salado, que arruina las cosechas. No tiene cura. Solo en Florida (EE UU), la plaga ha provocado pérdidas por más de mil millones de dólares.
La bacteria del ‘dragón amarillo’ no viaja sola, sino a lomos de la Psila africana, un diminuto insecto alado de origen subsahariano, que en 2014 hizo sonar todas las alarmas, cuando se detectó por primera vez en el Continente Europeo, donde enseguida se preparó un plan de contingencia y se autorizó el uso del insecticida tiametoxam, para luchar contra el bicho alado portador del microbio.
EN EL BORDE DE UNA ENCRUCIJADA
Hace poco más de dos meses, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) confirmó que el tiametoxam supone un riesgo para las abejas. Y dijo que por eso había decidido prohibir totalmente su uso al aire libre.
No obstante, la empresa Chemchina, puso de inmediato 40 mil millones de dólares sobre la mesa para comprar la multinacional suiza Syngenta, la fabricante del tiametoxam.
Este pesticida tiene un doble filo: es aceptable para algunos usos según la EFSA y una joya geoestratégica para China, el país que vio nacer la peste del dragón amarillo.
Con 1,400 millones de bocas que alimentar, China no renuncia a nada. Por un lado, abandera el cultivo de plantas transgénicas, prohibidas y demonizadas en Europa, y por el otro ofrece comparar las grandes empresas I+D dedicadas a la producción agrícola mundial (I+D es el término abreviado para referirse a investigación y desarrollo).
Chemchina también ha adquirido la agroempresa israelí Adama, de manera que se ha convertido en el imperio mundial de los pesticidas, que incluye herbicidas, insecticidas y fungicidas.
REVISIÓN DE INGREDIENTES
En 1991, la Comisión Europea comenzó a reevaluar los ingredientes activos presentes en los mercados europeos dedicados a la venta de agroquímicos. Desde entonces, las autoridades han aprobado 429 de esos productos y han rechazado 828.
Hace dos años, la principal agrupación de agricultores europeos, Copa-cogeca, presentó un informe que alertaba de que nuevas condiciones, cada vez más exigentes, podrían significar la retirada de otras 75 sustancias activas presentes en los agroquímicos.
En otras palabras, el documento dibuja una debacle, ya que sin estos pesticidas, los rendimientos de los cultivos caerían 92% en el caso de la zanahoria, más de 60% para las manzanas, 65% en la pera, 40% en aceituna, otro 40% en tomates y cítricos y 15% en la producción de cereza.
HACIA LA AGRICULTURA ECOLÓGICA
Sin embargo, la organización ecologista
Greenpeace, por cierto muy activa en Europa, exige más prohibiciones hasta “llegar progresivamente en un futuro a lo que sería la ‘agricultura ecológica’, es decir, a un ámbito 100% libre de pesticidas”, según explica su portavoz, el filósofo portugués Luís Ferreirim.
Greenpeace ha encabezado durísimas campañas contra tres insecticidas —imidacloprid y clotianidina, fabricados por Bayer, y tiametoxam, de Syngenta, los tres prohibidos el viernes pasado por la Unión Europea, para su uso al aire libre— y también el glifosato, el herbicida más utilizado del planeta.
El glifosato, un agroquímico libre de patente, versátil y barato, se usa contra las malas hierbas en campos de cereal, de frutales, olivares, viñas y cultivos industriales. De hecho, se emplea en casi cuatro millones de hectáreas tan solo en España, es decir, en casi el 30% de la superficie de cultivo, según datos de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA).
LO QUE RAZONA UN AGRÓNOMO
“La Unión Europea, claramente, no podría vivir sin usar pesticidas. Si eso sucediera tendría que importar todos sus alimentos”, sostiene José Vicente Tarazona, agrónomo español al mando de la unidad de pesticidas de la EFSA. “Yo no me imagino una Europa en la que no tengamos un buen jamón de bellota o un buen chorizo, en la que todo sean hamburguesas de vacas americanas. Creo que producir alimentos en Europa es fundamental, aunque, hoy por hoy, esa producción depende en gran medida de la utilización de pesticidas, ya sea en la agricultura ecológica o en la agricultura convencional”.
Pese a su fama, la agricultura ecológica también utiliza pesticidas tóxicos, como los que incluyen el cobre, el azufre y el spinosad, un insecticida de origen natural pero nocivo para las abejas.
“Los pesticidas, como los medicamentos, cuanto menos se usen, mejor. La situación ideal es que tuviéramos medicamentos que curasen todas las enfermedades, pero que nuestra salud fuera tan buena que nunca tuviéramos que utilizarlos. Con los pesticidas es lo mismo”, reflexiona Tarazona.
Tarazona recuerda haber visto en un documental en televisión el caso de un pueblito de Latinoamérica en el que los terratenientes fumigaban sus inmensas extensiones de monocultivos con herbicidas desde avionetas, que incluso sobrevolaban casas y escuelas.
“Pero si hicieran eso en cualquier lugar de Europa tendrían a la Guardia Civil en la puerta en 10 minutos”, asegura Tarazona.
EJEMPLOS COMPARATIVOS
Una norma europea de 2009 prohíbe la pulverización aérea de pesticidas en la Unión Europea, salvo autorizaciones excepcionales, como las concedidas en España para controlar las plagas de los pinares. En países como EE UU, Argentina y México sí es habitual fumigar desde el aire.
El debate sobre los pesticidas es radicalmente diferente fuera de la UE. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) hizo un llamamiento en julio de 2013 para “acelerar la retirada de plaguicidas altamente peligrosos del mercado en los países en vías de desarrollo”. Días antes, 23 niños murieron en un pueblo de Bihar (India) tras ingerir en su escuela un almuerzo contaminado con el insecticida monocrotofós, prohibido en la UE.
El colegio cocinaba con un aceite que había sido almacenado en un antiguo envase de ese producto químico, que no fue debidamente higienizado.
“En fin, desde el punto de vista de los pesticidas, es más seguro comer en Europa que en cualquier otro sitio del mundo”,
zanja Tarazona, quien recuerda que la EFSA coordina un programa europeo de vigilancia de residuos de plaguicidas en los alimentos.
En el último informe anual, con datos de 2015, casi 99% de las 2,186 muestras analizadas en España cumplían los límites máximos de residuos de pesticidas permitidos por la ley en los alimentos.
Las excepciones suelen estar relacionadas con topes fijados para garantizar la seguridad del operario en el campo. “En los últimos años no hemos encontrado ninguna razón de preocupación para los consumidores por residuos de pesticidas”, subraya Tarazona.
La Unión Europea, claramente, no podría vivir sin usar pesticidas. Si eso sucediera tendría que importar todos sus alimentos”, José Vicente Tarazona