LA BOMBA QUE VIENE
El endeudamiento público fue una medicina vital para salir de la Gran Recesión, pero el abuso del crédito amenaza con inocular el veneno de la próxima crisis
Usted y yo estamos sentados sobre una montaña de deuda pública y privada. La cuota alícuota para cada habitante del planeta es de unos 22 mil dólares. Una bola de nieve gigante y voraz, cuya factura total asciende a 165 billones de dólares, que equivalen al 225% del PIB mundial.
‘Vivir a crédito’ fue la salida natural de la última crisis financiera. O sea que los préstamos han permitido sufragar los desequilibrios de las cuentas públicas y reanimar el crecimiento. Pero conviene no traspasar las líneas rojas que ya comienzan a dibujarse.
Un nivel de apalancamiento jamás visto desde la II Guerra Mundial nos está llevando a crear una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento.
Argentina e Italia son dos ejemplos recientes de lo fácil que resucitan los fantasmas que han sido mal enterrados o que han sido enterrados superficialmente.
LA ADVERTENCIA DEL FMI
“Los altos niveles de deuda y los elevados déficit públicos son ya un motivo de preocupación”, advierte el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último Informe Fiscal.
Las naciones con un elevado endeudamiento podrían dificultar el acceso a los mercados y meter presión sobre la economía. “La experiencia demuestra que los países pueden sufrir inesperados shocks en sus ‘rangos de deuda’, lo que incrementa la posibilidad de sufrir problemas en cadena”, señalan los expertos.
China ha sido el principal estimulador del aumento del volumen total de crédito en la última década. Pero no el único. De hecho, las economías desarrolladas deben el equivalente al 105% de su PIB.
“Por ahora el crecimiento global es robusto, el desempleo tiende a reducirse y los tipos de interés siguen bajos. Todo ello hace que el aumento de la deuda sea manejable, pero si hubiese una desaceleración inesperada o un rápido aumento en el precio del dinero, esta situación placentera se borraría al instante”, según Pierre Bose, estratega de Credit Suisse.
LO QUE ATRAE DEL CRÉDITO
El crédito es un factor que tiende a crear una adicción extrema. Por eso el mayor riesgo es la gran velocidad a la que se ha alcanzado el nivel actual. Más de un tercio de las economías avanzadas, por ejemplo, deben como mínimo el equivalente al 85% del tamaño de su economía, tres veces más que en el año 2000.
Los gobiernos, al pisar el acelerador del crédito, han sorteado la recesión, pero podrían estar hipotecando el futuro económico de sus países. Lo que quiere decir que cada vez se necesitará más dinero para generar un punto porcentual del PIB.
UN MOMENTO DELICADO
El crecimiento impulsado por los créditos tiende a ser divertido al principio. El problema es que los préstamos traen al presente el consumo futuro y tienden a crear burbujas en un momento muy delicado”, apunta Alfredo Álvarezpickman, economista jefe de Key Capital Investment.
Para enfrentar a esta situación, la Reserva Federal de EE UU ha empezado a reducir su balance, por ejemplo ya no compra más bonos públicos y los que tiene los amortiza al vencimiento, dos medida que vienen acompañadas por subidas en los tipos de interés.
El Banco Central Europeo (BCE) por su parte, sigue comprando deuda soberana, pero ya ha dicho que en septiembre próximo comenzará a cerrar el grifo e iniciar la senda de su homólogo americano.
La ‘hoja de ruta’ diseñada por ambos organismos prevé un endurecimiento monetario progresivo y moderado. Pero para que el plan se materialice tiene que cumplirse la otra parte de la ecuación: que los precios se mantengan bajo control.
“La inflación ha sido modesta, pero si volviese de forma súbita pondría a los bancos centrales en una encrucijada. Tendrían que decidir entre dejar que los precios siguieran subiendo, algo que va en contra de su naturaleza, o incrementar los tipos de interés para combatirla”, subraya Bart Hordijk, analista de Monex Europe.
LO QUE SE PONDERA
En el mercado empieza a extenderse la teoría de que ya no hay ‘ciclos económicos‘, sino ‘ciclos de crédito‘, y que por eso conviene no perder de vista el contador de la deuda.
Algunos expertos, sin embargo, llaman a la prudencia, poniendo los datos en perspectiva. “Los niveles actuales de endeudamiento son autofinanciados y baratos. Esa es una diferencia importante con el estado de la deuda global y de la economía de hace una década”, apunta Stéphane Monier, director de inversiones de Lombard Odier.
La economía mundial lleva ya un largo periodo de crecimiento. Aunque aún nadie vaticina un cambio de tendencia, la idea de que podríamos estar en las últimas fases del ciclo cobra fuerza.
Cuando llegue la temida desaceleración económica lo mejor que le puede pasar a un gobierno es contar con un buen margen para incrementar el gasto público, reducir impuestos y bajar los tipos de interés.
Esas herramientas contracíclicas, sin embargo, son ahora una quimera. Por eso, desde instituciones como el FMI se conmina a los países a construir un colchón a través de la reducción del déficit para cuando lleguen los malos momentos.
“Pero en ausencia de esos estabilizadores, la próxima recesión podría ser más pronunciada que en ocasiones precedentes”, aseguran los expertos.
LOS RIESGOS NO SE HAN IDO
Pero como los problemas nunca vienen solos, a la elevada deuda pública hay que sumarle la también delicada situación del endeudamiento privado, partida que se ha duplicado en una década y ya alcanza el 120% del PIB mundial.
“Es llamativo que el incremento de la deuda privada se deba en gran medida a la evolución de la misma en países que apenas sufrieron la crisis financiera, como es el caso de Canadá, Suecia, Noruega, Australia, China, Brasil, Turquía o India. Precisamente, muchos de ellos han experimentado el mayor aumento en los precios de la vivienda en los últimos dos años”, añade Hofrichter.
Sin embargo, los riesgos no han desaparecido, como se ha podido comprobar en las últimas semanas con el fuerte repunte de la prima de riesgo italiana debido a la encrucijada política en la que se encuentra el país.
“Si la economía se desacelera antes de que se logren mejoras en las cuentas públicas, no es descartable un incremento en los costos de financiación para las naciones europeas más endeudadas. Revivir una situación parecida a la de 2012 es posible si el mercado pone el énfasis en la sostenibilidad fiscal”, subraya Chris Iggo, responsable de renta fija en Axa IM.
EL OTRO FACTOR
Otro factor clave a la hora de explicar el mayor apalancamiento de la deuda es la demografía. “Los países desarrollados se enfrentan al envejecimiento de sus poblaciones. Cada vez hay más jubilados que personas activas y eso significa ingresos fiscales menores. Cuando un gobierno recauda menos, una solución fácil es crear más deuda”, dice Christopher Gannatti, analista de Wisdomtree.
Y en ese sentido, los efectos de deuda son mayorescuando se incluyen los compromisos de gastos adquiridos en pensiones y salud.
POSIBLES SOLUCIONES
¿Qué se puede hacer para reducir los niveles de la deuda? *“El crecimiento es el principal asesino de la deuda”, dicen los expertos. *Otra receta básica, pero difícil de llevar a cabo, es no gastar más de lo que se ingresa. “Los gobiernos, los hogares y las empresas simplemente tienen que dejar de gastar por encima de sus posibilidades *Pero tanto las reformas estructurales como las decisiones que implican cambios en las políticas de gasto requieren voluntad política. Ese es el mayor obstáculo que ven los expertos para apostar por ellas como una receta factible con la cual reducir el endeudamiento. *Otra medida tradicional para bajar el monto de la deuda es generar inflación. El problema es que generar inlación ya no es tan sencillo. *Y, por último, una inflación mayor solo resulta útil si viene de un incremento de los salarios. Si es así habría mayor demanda y se incrementarían tanto el PIB nominal como la recaudación fiscal. En cambio, si esa inflación es producto únicamente de factores externos, como la energía, no serviría de mucho si lo que se persigue es bajar el peso de la deuda”, explica Azad Zangana, economista de Schroders.