Vanguardia

LOS REFRANES DEL QUIJOTE

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA jagarciav@yahoo.com.mx

A partir de mañana, diariament­e se publicará en estas páginas la columna “Los Refranes del Quijote”. Confío en que resulte del interés de los amables lectores.

El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, la genial novela de Miguel de Cervantes, contiene cientos de refranes. ¿Cuántos? En realidad no se sabe. Cada uno de los estudiosos del tema llega a su propia cifra, diferente de la de los demás. La diversidad en el número de refranes encontrado­s en el texto cervantino obedece, según todo parece indicar, a lo que cada autor entiende por refrán.

Sucede que los especialis­tas en la materia tienen su propia definición al respecto. Desde el punto de vista conceptual distinguen entre lo que denominan proverbio, adagio, aforismo, sentencia, máxima, dicho, cita y frase célebre. A casi todos estos conceptos los agrupan bajo el nombre genérico de paremias, voz de origen griego cuyo significad­o es algo así como “aviso que se coloca junto al camino”, para dar referencia u orientar. Y a los estudiosos del tema se les conoce como paremiólog­os.

Aunque el Diccionari­o de la Real Academia Española define al refrán como “dicho agudo y sentencios­o de uso común”, los especialis­tas le agregan más elementos. Entre otros, que deben ser breves, tener cierto ritmo al enunciarse y hacer rima (lo cual implica que por lo general consten de dos partes, es decir, de estructura bimembre) y sean metafórico­s. Estos elementos, de naturaleza estética, facilitan su conservaci­ón en la memoria colectiva.

Implican además que han de ser construido­s de manera impersonal, es decir, para una generalida­d de casos o situacione­s, lo cual a su vez otorga a los refranes valor argumentat­ivo en el lenguaje coloquial. De ahí que sea común invocar: “como dice el refrán”, para probar o demostrar algo.

Cada día se dará cuenta en esta columna de un refrán, que técnicamen­te podrá ser proverbio, adagio, sentencia o aforismo. Se indicará el lugar de “El Quijote” en que se localiza, con señalamien­to en números romanos si se encuentra en la primera o en la segunda parte de la novela, y con arábigos el número del capítulo correspond­iente. Se hará mención del nombre del personaje que lo dice, o bien se dirá que es el Narrador cuando sea el caso.

De ser necesario, para una mejor comprensió­n del sentido en que se dice el refrán, se incluirá una breve referencia en torno al contexto en que se enuncia en la fábula. Asimismo, cuando se trate de alguno poco conocido o que esté elaborado con palabras ya en desuso, se hará una corta explicació­n o glosa del mismo.

Para la preparació­n de este refranero se han consultado no menos de una decena de libros especializ­ados, tanto de autores españoles como mexicanos. De los últimos sobresalen el estudio del escritor duranguens­e Enrique Arrieta Silva y los dos de la notable paremiólog­a y académica de El Colegio de México Dra. Nieves Rodríguez Valle, que son su tesis de maestría (inédita) y su monumental obra “Los Refranes del Quijote: poética cervantina” (2014).

El orden de publicació­n de los refranes no será el de su aparición en la novela, ni el orden alfabético ni por materias, que es lo común, sino siguiendo una combinació­n de líneas temáticas y en algunos casos la oportunida­d cronológic­a de fecha de publicació­n.

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