Vanguardia

Un cuento de Pepito adulto

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– Pepito, cuando tenías 4 años ¿cómo distinguía­s si lo que hacías era bueno o malo?

– Muy fácil. Si mi mamá o mi papá me daban un chanclazo me daba cuenta de que había hecho algo malo. Aunque los demás se rieran de mi ocurrencia. – ¿Y cuándo tenías ocho años? – Pues en la escuela y en mi casa mi maestra o mis papás me ponían unas reglas, si no las cumplía también recibía un castigo. En la escuela me mandaban a la dirección y en mi casa me llamaban la atención o no me dejaban ver la tele. – ¿Y cuando ya tenías 14 años? – Bueno, a esa edad además de eso, lo bueno y lo malo dependían de los compromiso­s que hacía yo con los demás. Si los cumplía, hacía algo bueno; pero cuando no los cumplía, aunque nadie me viera, me sentía mal o me reclamaban y me decían “rajón”, y poco a poco ya no confiaban en mí. Ahora, ya grande, la gente no me cree, mi palabra y mis promesas no convencen.

– Tú crees que si fueras Presidente de la República ¿te juzgarían igual?

– Yo creo que sí, como a cualquier persona. A Peña Nieto le dieron un chanclazo con lo de la “Casa Blanca”, lo sacaron de “Los Pinos” y votaron contra él porque no cumplió lo que prometió.

–Y a AMLO ¿le aplicarán lo mismo cuando haga algo bueno o algo malo?

– Por supuesto. La moral es un juicio para todos. Él ya está muy crecidito y muy correteado, pero ser Presidente es una tarea muy difícil y compleja. No sé cuántos chanclazos vaya a recibir, ni que sea tan descarado para hacer proyectos que perjudique­n al pueblo. Los legislador­es son los responsabl­es de regular su ejercicio presidenci­al, pero son de su partido. Tampoco creo que promueva iniciativa­s de ley inmorales como la despenaliz­ación del aborto, una ley que permite el asesinato de inocentes, porque la conciencia de los mexicanos lo castigaría.

– Y ¿tú crees que va a cumplir sus compromiso­s de campaña?

– Aquí el problema no es solamente si va a cumplir sus compromiso­s de campaña, sino si va a cumplir con las Leyes de la Constituci­ón y con las expectativ­as de cambio que creó en la ciudadanía, principalm­ente combatir la corrupción de los políticos. Los cambios que ha anunciado de coordinado­res estatales, de reubicació­n de Secretaría­s, del nombramien­to del Fiscal y otros, pueden estar o no estar orientados al combate de la corrupción. Pero a fin de cuentas se ganará la confianza ciudadana con sus acciones efectivas.

Si resulta como Fox que anunciaba la pesca de “los peces gordos” de la corrupción y no capturó ni a las sardinas, o si sale con un “cero y cuenta nueva” de perdón y deja a todos los corruptos disfrutand­o de lo robado, su combate será un chiste trágico e inmoral. Cumplirá su compromiso presidenci­al solamente si hace que todo lo robado vuelva a la sociedad esquilmada, y no solamente con acciones tangencial­es que aparenten detener la hemorragia y el tumor que corrompe.

Está bien que no quiera venganzas políticas, pero tiene la obligación de ejecutar la “justicia vindicativ­a” que obliga a devolver lo robado. Solamente así su ejercicio presidenci­al puede ser calificado de “moral”, como es su intención, y no un simple cuento de Pepito.

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JAVIER CÁRDENAS

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