Vanguardia

DEMASIADO BUENA PARA SER BUENA

LA CINTA DEJA MUCHO QUE DESEAR DE UNA AVENTURA CON UN TIBURÓN GIGANTE Y JASON STATHAM, PERO TIENE SUFICIENTE MATERIAL PARA DIVERTIR SIN PRETENSION­ES

- CARLOS DÍAZ REYES

“Megalodón” (“The Meg”) sufre de un problema curioso: publicidad engañosa. Las gigantesca­s fauces de un enorme tiburón prehistóri­co a punto de devorar a unos diminutos seres humanos que vacacionan en el mar. El actor Jason Statham, héroe indiscutib­le, malencarad­o y carismátic­o, listo para enfrentar un nuevo reto, no un grupo de maleantes con armas de fuego, sino una salvaje creatura creada por computador­a. Jason contra un tiburón, de ese enunciado sólo podría salir una película tan mala que sea buena. Pero aunque suene extraño decirlo, esta cinta no pretende hacer un nuevo “Sharknado” (2013), sino un nuevo “Jaws” (1975). Con esa seriedad se toma esta idea absurda y ocurre la rara contradicc­ión de que su mayor defecto es que quiere tener calidad. Es una lucha constante, no de un monstruo gigante contra seres humanos, sino de una trama ridícula contra los que la quieren hacer ver como un drama serio. Afortunada­mente, la primera termina ganando y se vuelve lo suficiente­mente divertida, aunque no tanto como tenía el potencial de serlo.

Jonas Taylor (Statham) es un rescatista que vive atormentad­o, seguro de que en el mar se ocultan fuerzas malignas. Mientras tanto, en la unidad de investigac­ión submarina “Mana Uno”, varios científico­s descubren una manera de atravesar la Fosa de las Marianas, hasta ese momento conocida como el punto más profundo de los océanos del mundo. Una vez del otro lado, encuentran una serie de creaturas nuevas, incluyendo una que no recibe aquella visita con mucho gusto. Tres investigad­ores se quedan atrapados a merced de este monstruo, así que, ¿a quién podríamos llamar para ir en su rescate? ¡Pues a Jonas Taylor, claro! El héroe llegará para descubrir que lo que vive allá abajo es nada menos que un megalodón, una de las creaturas marinas extintas más grandes que hayan nadado en la Tierra.

Cuando una cinta con un tiburón asesino es buena, ¿de verdad es buena? Ya mencionamo­s a “Jaws” de Steven Spielberg, la cual es considerad­a no sólo una de las mejores obras del director, sino un clásico del horror y el séptimo arte en general. Es decir, es legítimame­nte de calidad. Son casos muy contados, pues la mayoría son otros, la contrapart­e, los que se acercan más a los filmes de serie b, como la también mencionada saga de “Sharknado” (que cuenta con seis películas). Esta segunda categoría entra en un género que es tan malo, tan ridículo y tan exagerado, que traspasa la barrera de su propia pésima calidad y se vuelve divertido e incluso “bueno” en su propio sentido. En este ambiente, existen infinidad de produccion­es con creaturas marinas, muchas de las cuales se estrenan directo al formato casero, buena parte producidas por el canal Syfy en años recientes.

No sólo hay combinacio­nes de tornados con tiburones, hay tiburones pulpo, tiburones fantasma, tiburones dinosaurio, y eso es sólo por mencionar una especie, dejando fuera, por ejemplo, a las pirañas-anaconda. Estas increíbles variantes tienen una cosa muy clara: saben que son malas, sus efectos son pésimos y no pretenden, en ningún momento, verse a sí mismas con seriedad. En otras palabras, son comedias, casi parodias. Un absurdo exagerado que llevan a los extremos más ridículos de las malas actuacione­s y peores guiones. Así que cuando uno ve la creación de una cinta como “Megalodón”, no puede evitar pensar en todo lo antes mencionado. Quizá no de tan baja calaña, pero al menos en esa misma vertiente. Porque hasta dentro de la serie b hay castas, no es lo mismo “Sharknado” que “Piranha 3D” (2010). Sin ser tan específico­s, digamos que lo primero que nos viene a la mente con “Megalodón” es que al menos será una película de acción sin sentido y entretenid­a, como el caso de Jason Statham en los filmes de “The Expendable­s”.

Ahora bien, quizá todo esto son ideas preconcebi­das, quizá es un error imaginar algo que no es. ¿Acaso no se puede hacer una aventura de monstruo gigante con seriedad? Como buen ejemplo recuerdo “The Host” (2006) del surcoreano Bong Joon-ho, una obra maestra de este sub-género. Sí, se puede, pero no es nada sencillo. Hay que ser un genio (por ejemplo, Spielberg) para lograrlo. El punto es que “Megalodón” funciona a medias. Sí está muy descabella­da la idea, sí hay mucha acción sin sentido y momentos divertidos. Pero también es cierto que pasan un buen rato en el drama, que la historia se siente demasiado larga y, quizá lo más importante: le falta violencia explícita. Aquí el problema es que la clasificac­ión es PG-13 (B, en México), para niños de 13 en adelante. ¿A quién se le ocurre ponerle esa clasificac­ión a una historia con un tiburón asesino y Jason Statham? El objetivo es claro: querían hacer un producto accesible. Les dio miedo tirarse de lleno en la trama y violencia exageradas, esta es una cinta hecha para agradar a las masas.

Y sí, agrada en cierto nivel. Pero esta era una historia que no debía de pedir disculpas ni explicacio­nes. No es para tanto, con “Deadpool” (2016) y “Logan” (2017) hasta los superhéroe­s tienen clasificac­ión para adultos ya, y con bastante éxito comercial, cabe mencionar. Así pues, desprovist­a de suficiente exageració­n, esta cinta funciona sólo de forma regular. Hay secuencias entretenid­as, ver a Statham es un deleite y, en general, mantiene nuestra atención, aunque sea en espera de que algo más intenso ocurra (lo cual no pasa nunca). Este filme es como una promesa que no se cumple. Hasta me atrevería a decir que el tamaño del antagonist­a deja mucho que desear. En un punto hasta lo suben a un barco, ¿qué no se supone que era un pez gigantesco? Creo que si bien es una aventura divertida, también es una oportunida­d desperdici­ada y mucho hubiera ganado si los realizador­es se hubieran puesto a ver Syfy una tarde.

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