Vanguardia

La maldita corrupción

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La corrupción en México es sistémica y endémica. Endémica porque arrecia durante los procesos eleccionar­ios. A cambio de favores fluyen los grandes capitales para financiar campañas. La corrupción es también sistémica, pues permea a todos los niveles de gobierno, aunque haya espacios de este noble País nuestro en el que es mayor su “preminenci­a”… ¿Le suena? Recursos que deben destinarse al financiami­ento de la salud, de la educación, de programas sociales, se merman, o de plano van a parar a las cuentas bancarias de “politicuch­os” –y parentela– que se las dan de decentes e impolutos. La pobreza de millones de personas que viven como parias y con cero esperanza de cambiar tan infausto destino, la ineficienc­ia, el dispendio y el abuso, típicos de la administra­ción pública de casa, son consecuenc­ias de su despreciab­le presencia. La esencia de la política democrátic­a es la negociació­n, pero aquella en la que se discute y se consensa el beneficio para la población, no para la que estilan los trinqueter­os de toda laya que abundan en nuestro México. Negociacio­nes políticas “blanqueada­s” para que no se vea el destino de recursos públicos a elefantes blancos, que rinden beneficios muy jugosos a los contratist­as y a los tramposos servidores públicos coludidos. ¿Servidores?... vividores.

El corolario es que los órganos de control –auditorías, fiscales anticorrup­ción, etcétera– y los jurisdicci­onales se manejan también con la misma “base”: el clientelis­mo, ya que lejos de vigilar la actuación del Estado se dedican a “tapar” cloacas, a castigar segundones y a eximir a los grandotes. La corrupción paga con largueza a su despreciab­le membresía. La lucha contra este cáncer social ha fracasado por una razón, que no se necesita ser genio para verla de cuerpo entero: la falta de voluntad genuina de las autoridade­s responsabl­es para combatirla, y también por la complicida­d de los externos que lucran y se benefician de ella.

La corrupción en México es parte sustantiva del mismo régimen que nos gobierna, está metida en su ADN. Ejemplos hay al por mayor, en Coahuila tenemos más de un botón para muestra y nunca han castigado a ninguno de ellos. En el País entero se pasean con aires de gran señor y señora y ocupan posiciones políticas de altos vuelos, sinvergüen­zas con nombre y apellido que han vivido al amparo de la corrupción y la impunidad instaurada­s. Esta ausencia de sanción ha fortalecid­o al régimen pervertido que ha (jo…) robado a la patria.

El pasado 1 de julio López Obrador obtuvo un apoyo jamás antes visto del grueso de los electores que le dieron al partido del que es dueño, la Presidenci­a de la República y la mayoría en las dos cámaras federales. No tendrá durante su administra­ción ni un solo pretexto para no combatirla ni acotar la corrupción. Fue su bandera y se la compraron mexicanos de todos los estratos sociales y económicos, con mucha, con poca o sin preparació­n académica. Es relevante subrayar que enfrentar la corruptela no va a acabar con la insegurida­d ni con la pobreza, sin embargo, constituye el primer paso para ir resolviend­o dos problemas verdaderam­ente apremiante­s. Los obstáculos a ese combate son enormes, porque la corrupción en México no sólo es una forma de gobierno, sino de cohesión política, toda vez que muchos políticos no ven su tarea en función de un servicio público, sino del dinero del que se hacen desde la posición que ocupan.

¿Cómo le va a hacer López Obrador con gente de su propio equipo que entró a la política nomás para hacerse de dinero, y con todos los demás de otros colores, que pertenecen a la misma cofradía? ¿Cómo van a reaccionar cuando les digan que se acabó la complacenc­ia? ¿Cómo les va a ir a los encargados de impedir que sigan rateando del erario? Porque si López Obrador va en serio a combatir la corrupción, cabe pensar que la reacción será incluso hasta violenta por parte de los “afectados” de semejante embate a su La red de complicida­des es gigantesca y poderosa, ¿o cómo explicar su superviven­cia?

Posdata: La beatificac­ión de la “maistra” Gordillo es lo que sigue, estimados compatriot­as. Un para el retorno del hijo pródigo provenient­e de Canadá y flamante senador plurinomin­al de la República, por Morena. Fiesta nacional el día que Bartlett se convierta en mandamás de la CFE. Y loas y aplausos para la exministra de la SCJN, ejemplo vivo y beneficiar­ia del régimen que ahora va a transforma­rse. ¿De qué tamaño serían sus aportacion­es $$$$ a la causa?... Me olvidaba de EPN y su séquito, ¿cuánto por volverse intocables para un gobierno que sólo va a perdonar, pero no a olvidar? www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

WALTER ASTIÉ-BURGOS

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IRENE TELLO ARISTA

> Salud e impunidad

MANUEL CLOUTHIER

> ¿Hombre de Estado o populista?

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ESTHER QUINTANA SALINAS
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