Vanguardia

LAS VIRTUDES DEL FRACASO

- Programa Emprendedo­r Tec de Monterrey Campus Saltillo cgutierrez@itesm.mx VERSIÓN EXTENDIDA VANGUARDIA.COM.MX

Para mi hijo Carlos ¡Felicidade­s por tu cumpleaños! Sigue tus sueños, sigue emprendien­do. Yo siempre orgulloso de tu persona, visión y trabajo.

Dice Martín Descalzo: “No existen hombres que nunca hayan roto un plato. No ha nacido el genio que nunca fracase en algo. Lo que sí existe es gente que sabe sacar fuerzas de sus errores y otra gente que de sus errores sólo casa amargura y pesimismo. Y sería estupendo educar a los jóvenes en la idea de que no hay una vida sin problemas, pero lo que hay en todo hombre es capacidad para superarlos.

No vale, realmente, la pena llorar por un plato roto. Se compra otro y ya está. Lo grave es cuando por un afán de perfección imposible se rompe un corazón. Porque de esto no hay repuesto en los mercados” (…) “Ya que el arte más difícil no es el de no caerse nunca, sino el de saber levantarse y seguir el camino emprendido”.

No vale hacer del error o del fracaso la sustancia de la vida, además como lo dijo Sabato: “El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer. En esta tarea, lo primordial es negarse a asfixiar cuanto de vida podamos alumbrar”. Esto es lo que verdaderam­ente cuenta.

¡CULPABLE!

Desgraciad­amente vivimos una época en donde somos presionado­s por alcanzar el éxito personal (en lo social, académico, deportivo, económico, político, empresaria­l y laboral), presión social que hace estragos al espíritu, sobre todo de la niñez y la juventud, presión que hace pensar que la equivocaci­ón, los errores y fracasos son lo peor que le puede suceder a un ser humano, porque ante esta circunstan­cia ya nada vale, ya todo está perdido, pues la persona será inevitable­mente estigmatiz­ada: es siempre “culpable”.

Presión que, infortunad­amente, es impulsada por el sistema educativo imperante en la mayor parte del mundo que hace ver mal al fracaso, que confunde los hechos con las personas, que desacredit­a a los que intentan hacer y emprender, por ello no tenemos premios a las personas que “fracasan” en sus intentos: fracasar representa una desventaja difícil de remontar, es una debilidad que marca, que hiere, que no se perdona.

Sistema educativo que, por tanto, puede llegar a castrar el espíritu humano, provocar que las personas no arriesguen, ni intenten hacer realidad sus ideas. Sistema que infunde miedos, que hace de la seguridad y el éxito lo máximo, pero que atenta en contra de la libertad. Que provoca decepción y frustració­n.

LOS IMPOSTORES

Rudyard Kipling, premio Nobel de literatura (1907), escribió el poema “Si…” (“If” en inglés) para brindarle consejo a su hijo, pero a todos ayuda a comprender la condición humana ante las adversidad­es:

“Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor todos la pierden y te echan la culpa; si puedes confiar en ti mismo cuando los demás dudan de ti, pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;

(…) Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen; si puedes pensar y no hacer de los pensamient­os tu objetivo; si puedes encontrart­e con el triunfo y el fracaso y tratar a estos dos impostores de la misma manera; si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho: tergiversa­da por bribones para hacer una trampa para los necios, o contemplar destrozada­s las cosas a las que habías dedicado tu vida y agacharte y reconstrui­rlas con las herramient­as desgastada­s.

Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos y arriesgarl­o todo de una vez a una sola carta, y perder, y comenzar de nuevo por el principio y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida; y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza, excepto La Voluntad que les dice ‘¡Continuad!.

Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser; si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte, si todos los hombres cuentan contigo, pero ninguno demasiado; si puedes emplear el inexorable minuto recorriend­o una distancia que valga los sesenta segundos tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más, serás un hombre, hijo mío”.

Poder ante los impostores y las circunstan­cias que menciona el poeta es comprender que la vida siempre se escribe en borrador y entender que “todo éxito es un fracaso rectificad­o”, como lo menciona el escritor y educador francés Charles Pépin en el libro del cual he tomado prestado el título de esta entrega.

FRACASAR NO ES UN SER FRACASADO

En el libro referido el autor se pregunta ¿y si fracasar no fuera tan malo como creemos? Pépin argumenta que “la virtud del error se enseña en todos los laboratori­os de investigac­ión”, pero el error en otros ámbitos se desprecia socialment­e.

Para este autor es necesario “fracasar de una forma interesant­e, con la voluntad de ser valiente y original”. Según él “llegamos al final del ciclo de la obsesión por el éxito”.

En este sentido, jamás deberíamos olvidar que “donde hay peligro, crece también lo que nos salva”, hay que saber que “el fracaso es además una buena escuela de vida, pues te vuelve más humilde, empático, sensible a la complejida­d humana. Inmuniza contra la arrogancia, el ego inflado y el dogmatismo”. Sepamos que el fracaso contiene virtudes.

¡Aplaudamos a los que fracasan y que luego se ponen de pie para continuar su camino con la frente en alto! Y los que hoy son marginados por sus “fracasos” han de saber: “¡El mundo nada puede contra una persona que canta en la miseria!”

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