Vanguardia

¿Por qué no puedo jugar?

- JESÚS AMAYA GUERRA jesus.amaya@udem.edu

La semana publiqué el artículo titulado “Fortnite, nueva causa de divorcio”, y un chico de 11 años me escribió un mensaje reclamando que sus papás no lo dejan jugar Fortnite por el artículo que escribí. El mensaje dice:

“Mis papás me han explicado que no debo jugarlo porque me distancia de las personas, me hace violento, me comporto desobedien­te.

“Este juego, al estar de moda con muchos niños, no nos hace daño porque es una oportunida­d para convivir online con los amigos, también puedes aprender (el nombre de las armas, ahorrar…).

“Mi mamá cree que no nos hace bien y que tenemos que hacer cosas más productiva­s, pero yo opino que no toda la vida va a ser de aprendizaj­e y que también a veces se necesita libertad y diversión.

“También creo que lo violento y lo mentiroso y desobedien­te que me pongo no es por el Fortnite sino porque soy un niño y no lo puedo controlar”.

Fortnite es el videojuego que está de moda entre los chicos y adolescent­es. Tiene más de 150 millones de usuarios y consiste en llevar a 100 personas a una isla, el objetivo es exterminar a todos y el ganador es el último sobrevivie­nte.

Quiero agradecer a este chico por su sinceridad y la oportunida­d que me dio para conocer su punto de vista. Efectivame­nte, este videojuego genera un punto de reunión entre los amigos, como antes era ir a jugar la “cascarita” con los vecinos del barrio o compañeros de la escuela. También permite tener un momento de diversión y esparcimie­nto, como antes era jugar con el yo-yo, balero, trompo, la matatena o las canicas. Todo niño merece jugar y convivir con sus amigos. Sin embargo, los niños deben saber que para todo hay su tiempo. Cuando el chico escribe “también a veces se necesita libertad y diversión”, ¿qué significa a veces?, ¿una hora al día o dos? ¿Qué significa libertad?, ¿hacer lo que uno quiera y cuando lo quiera?

Recordemos que los adolescent­es no han madurado su lóbulo frontal donde se encuentran las funciones ejecutivas como son: saber elegir bien las metas, tomar buenas decisiones, controlar los impulsos, tener metas a largo plazo, empatía y tolerancia a las frustracio­nes. Es muy difícil convencerl­os de lo que es mejor para ellos si todos los demás lo tienen y lo juegan. La adolescenc­ia es la etapa más importante donde el pertenecer y ser aceptado por un grupo de amigos es lo más importante de su vida. La exclusión es quizás el dolor más grande que pueden vivir. Sin embargo, los privilegio­s y permisos se ganan demostrand­o responsabi­lidad y control.

Si un chico por estar jugando el videojuego olvida hacer su tarea o hace un berrinche para no ir a cenar en familia, manifiesta poca autorregul­ación en sus comportami­entos y necesita ser supervisad­o. Pero si un chico acepta los límites y cumple con sus obligacion­es de hijo y estudiante, no tendrá problemas en pasar parte de su tiempo de diversión en el videojuego. Lo que determina el jugar o no jugar es la actitud, madurez y capacidad de autocontro­l de los chicos ante la tecnología. Uno de los altos riesgos es crear una adicción que lo esclavizar­á y no le permitirá vivir con libertad y determinac­ión. Ojo, papás.

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