Vanguardia

LA QUE ES DESEOSA DE VER, TAMBIÉN TIENE DESEO DE SER VISTA

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

El Quijote II, 49

Acompañado del mayordomo, el secretario y maestresal­a, “el coronista (cronista) que tenía cuidado de poner en memoria sus hechos, y alguaciles y escribanos tantos, que podían formar un mediano escuadrón”, el gobernador Sancho Panza sale a hacer una ronda nocturna por la Ínsula Barataria para verificar cómo se mantiene el orden y que las cosas entre los vecinos marchen bien.

En el curso de esa ronda el gobernador y sus acompañant­es observan diversos sucesos, más o menos propios de toda comunidad.

Pero se presenta uno que llama la atención. Llevan ante el gobernador a un joven que detienen cuando al ser visto trata de huir. “Parece hombre (pero) no lo es, sino mujer, y no fea, que viene vestida en hábito de hombre”.

La someten a interrogat­orio y luego de no pocos rodeos la moza, “al parecer de diez y seis o pocos más años”, confiesa la verdad de su situación. Dice: “Una cosa quiero que se entienda: que no soy ladrón ni persona facinorosa, sino una doncella desdichada a quien la fuerza de unos celos ha hecho romper el decoro que a la honestidad se debe”.

Cuenta la joven que desde el fallecimie­nto de su madre, diez años ha, su padre la tiene encerrada “en todo ese tiempo que no ha visto el sol del cielo de día, y la luna y las estrellas de noche, ni sé qué son calles y plazas ni templos, ni aun hombres, fuera de mi padre y de un hermano mío”. Relata que con éste, su hermano, urdió el plan de vestirse de hombre, para no ser reconocida, y salir acompañada de él para satisfacer su “deseo de ver mundo”, hasta que al ser vista y tratar de huir fue detenida, igual que sucedió con su hermano.

Oída su historia, Sancho dice al par de hermanos que “no se ha perdido nada”, les ofrece dejarlos en casa de su padre, quien “quizá no los ha echado de menos” y que en lo sucesivo “no se muestren tan niños ni tan deseosos de ver mundo”. Y agrega el gobernador: “LA QUE ES DESEOSA DE VER, TAMBIÉN TIENE DESEO DE SER VISTA. No digo más”.

Sobre este refrán, aparenteme­nte de la autoría de Cervantes, el escritor duranguens­e Enrique Arrieta opina que “enseña que la curiosidad de la mujer no está exenta de coquetería”.

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