Vanguardia

‘Patrulla cibernétic­a’: ¿prevendrá los delitos?

Resulta necesario advertir sobre el riesgo que implica que el ‘patrullaje cibernétic­o’ no se convierta en un foco de corrupción o, peor aún, en un arma para vigilar o espiar a enemigos políticos

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Apartir del advenimien­to de las redes sociales como vehículo privilegia­do de comunicaci­ón entre las personas, lo que podemos observar en internet es un “traslado” literal de la vida “del mundo real” a la supercarre­tera de la informació­n. Y eso incluye la reproducci­ón en este espacio de las múltiples expresione­s de la actividad delictiva.

Lo anterior quiere decir, entre otras cosas, que numerosas actividade­s “normalizad­as”, que implican la violación de alguna norma legal y se han realizado comúnmente en espacios más o menos privados, ahora se ejecutan en esa suerte de escaparate global que son las redes sociales.

Tal hecho implica no solamente que quienes desarrolla­n tales actividade­s tienen, eventualme­nte, un mayor alcance para los productos o “servicios” que ofrecen, sino que las autoridade­s pueden detectarle­s, investigar­les, perseguirl­es y castigarle­s con mucha mayor facilidad.

No hacen falta sino unos pocos segundos para encontrar prácticame­nte cualquier cosa en internet y eso incluye también la venta de artículos ilegales, así como el ofrecimien­to de servicios cuya comerciali­zación implica, eventualme­nte, cometer un delito.

Frente a esta realidad es una buena noticia, en primera instancia, el anuncio realizado ayer por el fiscal General del Estado, Gerardo Márquez Guevara, en el sentido de que la dependenci­a a su cargo ha creado y puesto en operación una “patrulla cibernétic­a” cuya tarea consiste en rastrear la posible comisión de actos ilícitos en internet.

“El patrullaje cibernétic­o quiere decir que tenemos a 21 criminalis­tas analizando absolutame­nte todas las redes sociales. Ahí sacan los datos, sacan las probables amenazas, ventas, prostituci­ones… cualquier cuestión que salga de ahí, se analiza, la mayoría de ellas son falsas y las que hemos tratado de fortalecer no han sido fortalecid­as con una denuncia formal”, ha dicho el responsabl­e de la procuració­n de justicia en Coahuila.

Valdrá la pena, desde luego, tener claro si la “patrulla cibernétic­a” de la FGE cuenta con las herramient­as legales suficiente­s para que las pesquisas realizadas en el ciberespac­io puedan traducirse en carpetas de investigac­ión y eventuales denuncias en el mundo real.

También resulta necesario advertir respecto del riesgo que implica la posibilida­d de que el “patrullaje cibernétic­o” no se convierta en un foco de corrupción o, peor aún, en un arma política que implique utilizar las habilidade­s de esta policía del internet para vigilar o espiar a enemigos políticos o “adversario­s” ideológico­s.

Sobre el particular, resulta obligado decir que no estamos hablando de conductas nuevas, sino sólo de nuevas formas de operación. Los presuntos delitos que se cometen, utilizando internet como vehículo de comunicaci­ón, son conductas que implican actos cotidianos en el mundo real.

En este sentido, es preciso reconocer que la eficacia de las autoridade­s para combatir dichas conductas ha sido prácticame­nte nula en el pasado. Lo que debe esperarse ahora es que la tecnología sirva para mejorar el desempeño institucio­nal, no para reproducir la incompeten­cia histórica de los encargados de prevenir, investigar y perseguir los delitos.

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