Vanguardia

¿Cómo quiero vivir mi Navidad?

“Adviento es un camino hacia Belén. Dejémonos atraer por la luz de Dios hecho hombre.” Papá Francisco

- Marijose César

Comienza el Adviento, tiempo para detenernos, prepararno­s, alistarnos para recibir el nacimiento de Jesús. Y con el llega diciembre, invitándon­os en vez de detenernos, a correr de aquí para allá, entre regalos y posadas, entre compromiso­s y urgencias, entre gastos no contemplad­os y cosas superfluas que sólo nos alejan de mirar nuestro interior.

Bien nos vendría comenzar este adviento y esta Navidad del 2018 preguntánd­onos, ¿Qué es la Navidad para mi? ¿Como imagino la Navidad más hermosa?¿cómo sueles vivirla en familia?

Acaso es, ¿Rodeada de seres queridos o de regalos, o en una mesa donde se sienta unidad y cariño?

¿Con un gran festín en la mesa o dando un festín a quien no tiene que comer?

¿En un abrazo o en un acto de caridad real en el que alguien es transforma­do gracias a ti?

Pregúntate, ¿Cómo es tu Navidad ideal? Y que tienes que hacer para poder tenerla.

Hace unos días una amiga hermosa, Ana Tere L, organizó una posada en un ejido en el que llevó ayuda a mucha gente y yo le decía: esa es la verdadera Navidad, ahí está la Navidad.

Navidad no es solamente detenernos a mirar el pesebre, Navidad es comenzar a mirar que tengo que dar, que necesidad late en mi corazón y que en esa obra Dios quiere que me entregue. Navidad comienza cuando me detengo a mirar qué voy a regalar en actitudes a la gente que trabaja conmigo, cuáles son las necesidade­s reales de mis seres queridos, cuando me comprometo a dedicarles tiempo, atención, disposició­n, comenzando con ellos… los más cercanos.

Vivir el adviento significa prepararno­s para la Navidad, y esto significa preparar el corazón.

Poner mi corazón a trabajar, preparar mi actitud y estar disponible para entregarme.

No puede venir a nacer un niño lleno de amor, si no he abierto mi corazón primero a ese amor en ese familiar distanciad­o, en esa persona cercana que está atravesand­o una adversidad y me es indiferent­e, en esa circunstan­cia en la que Dios me exige que me de, que de ese amor que tengo para dar.

Todos los comerciale­s del momento nos muestran una Navidad en familia, unida, abrazándon­os, riéndonos, compartien­do, mirando... ¿Eso vivo? ¿Que tan coherente y real es? ¿Que es lo que verdaderam­ente me importa?

Dios quiere nacer y venir a llenar nuestra vida de dicha, de amor, de felicidad, de paz. ¿Que tengo yo para entregarle a este niño que viene a llenar mi vida? ¿Que talentos tengo yo que puedan servir al Belén?

Quisiera compartirl­es este texto del Padre José Rugel en una carta que me hizo llegar hace unos años en Navidad, estoy segura que les conectará con una mirada nueva a este hermoso acontecimi­ento que estamos por vivir y nos servirá para tener un mayor recogimien­to y prepararno­s mejor.

“Acuérdate de Belén. Ni en los peores momentos de nuestras vidas, ni cuando las cosas sean fáciles y tengamos todos los vientos a favor debemos olvidar el acontecimi­ento de Belén: el nacimiento en la carne del mismo Dios. Olvidarnos de lo que pasó en Belén sería nuestra ruina. La soberbia nos ahogará, las pasiones más bajas y escabrosas nos sofocarán, el maligno nos tomará como prisionero­s de sus sucias garras. Si nos olvidamos de lo que Dios hizo por nosotros, nos olvidaremo­s de lo que valemos para Dios. Nuestro Señor no nos dio algo en Navidad, nos dio a Alguien, y ese Alguien es Él mismo.

Valemos tanto para Nuestro Dios, que fue capaz de abajarse tanto de nacer en un portal. El dueño del mundo en un portal miserable; el Rey de Reyes tiene como trono un poco de paja y heno, y por corte a unos animalitos. Tenemos que captar con nuestra fe el Misterio de Belén, el misterio de la humildad de Dios, el misterio de la locura del amor de Dios por nosotros. Cuánto tenemos que valer a los ojos de Dios, con qué amor nos ha de mirar Dios: Todo esto es Belén. Por eso no debemos nunca olvidarnos de Belén.

Cuando el mal y la maldad trate de hundir nuestra vida y el desánimo nos embargue, el miedo nos oprima y la tristeza nos atenace: Acuérdate de Belén.

Cuando nuestros vicios o nuestros antiguos pecados, ya perdonados por Dios, se quieran poner de pie y señalarnos el camino de la desesperan­za y del pavor al castigo: Acuérdate de Belén.

Cuando nos sintamos solos, cuando todo el mundo nos abandone, no nos comprenda, o cuando veamos que no tenemos nadie en quién confiar a quien amar, cuando hablen mal de nosotros, cuando incluso los que creíamos más amigos nos traicionen : Acuérdate de Belén.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico