JÚNTATE A LOS BUENOS Y SERÁS UNO DE ELLOS
El Quijote II, 32
En la casa de los Duques, don Quijote y el personaje que Cervantes sólo identifica como “el Eclesiástico” sostienen una muy vehemente discusión. Este último niega que haya en el mundo caballeros andantes como los describe don Quijote, quien afirma ser uno de ellos.
Por ostentarse como tal, el Eclesiástico dice del caballero manchego que es un mentecato y tonto. Naturalmente don Quijote, en tono muy comedido, argumenta en favor de su posición.
En apoyo a su señor interviene en la discusión Sancho Panza: “No diga más vuesa merced, señor y amo mío, en su abono; porque no hay más que decir, ni más que pensar, ni más que perseverar en el mundo”.
“Por ventura –dijo el Eclesiástico– ¿sois vos, hermano, aquel Sancho Panza que dicen, a quien vuestro amo tiene prometida una ínsula?”
“Sí soy –respondió Sancho–, y soy quien la merece como otro cualquiera; soy quien ‘JÚNTATE A LOS BUENOS Y SERÁS UNO DE ELLOS’”.
Al citar este refrán, el escudero quiere dar a entender a el Eclesiástico que si don Quijote es persona buena, él, Sancho, quien le sirve y lo sigue, también lo es.
Originalmente el refrán rezaba allégate, arrímate o llégate a los buenos y Cervantes cambió la primera palabra por júntate.
En sentido contrario y no exento de ironía, este refrán solía decirse: “Llégate a los malos y serán aumentados”.