Vanguardia

Nos hicieron creer

- MARCOS DURÁN FLORES @marcosdura­nf

Acechando el edificio de departamen­tos de la calle Dakota número 72 en Nueva York, la noche del 8 de diciembre de 1980 –hace 36 años–, Mark Chapman eligió a la víctima más famosa para demostrar su locura.

Esa noche, John Lennon regresaba a casa luego de estar en un estudio de grabación y, al llegar, encontró la muerte a manos de Chapman. Lo que siguió fue conmoción y dolor. Lennon, líder del grupo musical más famoso de la historia, había conectado con cientos de millones de personas en gran parte a fuerza de su individual­idad, de su estilo de confrontac­ión, algo que la mayoría admiraba y que parecía ser el reflejo de toda una generación: el rechazo a lo establecid­o.

Moría John Lennon, pero nacía el mito: Lennon mártir, Lennon el genio, Lennon el verdadero talento detrás de los Beatles, Lennon el hombre que vio a través de todo, Lennon el artista de vanguardia y Lennon el que oraba por la paz mundial.

Pero Lennon era también como usted y como yo. Un ser lleno de contradicc­iones. Un personaje complejo, a menudo contradict­orio que, aunque fue capaz de un gran idealismo, también fue bastante injusto con su primera esposa y en especial con su hijo, Julian.

El que polarizaba por sus posiciones políticas y sus campañas a favor de la paz, ésas que le atrajeron tantos problemas como fama. Memorable aquel episodio en contra de la guerra de Vietnam, demandando el final del absurdo conflicto desde la cama del Hotel Hilton de Ámsterdam en la campaña “En la cama por la paz”. O aquellos carteles que imprimió en diciembre de 1969 que decían: “La guerra ha terminado (si usted así lo desea) ¡Feliz Navidad de John y Yoko!”. El hombre que aseguraba que, como la canción de los Beatles, para resolver todos los problemas del mundo “Todo lo que necesitas es amor”. El “extranjero indeseable” que provocó al establishm­ent norteameri­cano que no quería dar “Una oportunida­d a la paz”, en un hecho que lo enfrentó a J. Edgar Hoover y Richard Nixon y que termino en el juicio EU contra Lennon, un intento de la ultraderec­ha por deportar al músico británico.

Han pasado 38 años de su muerte y es muy poco conocida una grabación que se atribuye a Lennon y que tiene como nombre “Nos Hicieron Creer”. Se trata de un manifiesto para las generacion­es que aún soñamos en que un mundo mejor y ser libres es posible, y del cual comparto el texto completo: “Nos hicieron creer que el ‘gran amor’ sólo sucede una vez, generalmen­te antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinad­o.

“Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramo­s la otra mitad.

“No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabi­lidad de completar lo que nos falta. Las personas crecen a través de la gente. Si estamos en buena compañía es más agradable. Nos hicieron creer en una fórmula llamada ‘dos en uno’: dos personas pensando igual, actuando igual... ¡qué era eso lo que funcionaba!

“No nos contaron que eso tiene un nombre: anulación. Que sólo siendo individuos con personalid­ad propia podremos tener una relación saludable. Nos hicieron creer que casarse es obligatori­o y que los deseos fuera de eso, deben ser reprimidos.

“Nos hicieron creer que los lindos y flacos son más amados. Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos, y que los que escapan de ella están condenados a ser marginados. No nos contaron que estas fórmulas están equivocada­s, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar otras alternativ­as.

“Ah, tampoco nos dijeron que nadie nos iba a decir todo esto: cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y entonces, cuando estés ‘enamorado de ti mismo’ podrás ser feliz y te enamorarás de alguien. Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor aunque la violencia se practica a plena luz del día”.

Lennon, el activista por la paz, nos hizo creer que sólo el amor era suficiente para la paz, aunque en los días finales de su vida corregiría esa afirmación diciendo: “Todo lo que necesitas es amor. Pero no creo que con decirlo baste”. Y tenía razón, pues en la noche del 8 de diciembre, pero del año 1980, le dieron cinco tiros por la espalda.

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