Vanguardia

Coahuila no, ¿Puebla sí?

El juicio electoral actual confirma la hipótesis: el sistema electoral mexicano es una muy costosa farsa.

- LUIS CARLOS PLATA

Hace un año publiqué, a propósito de la resolución del Tribunal Electoral de Coahuila sobre la declaració­n de validez en los comicios de Gobernador, que la terna de magistrado­s locales veía dos caras de un mismo asunto: Ramón Guridi, un extremo, y Valeriano Valdés y Elena Treviño, el otro. Mientras el primero consideró que hubo “violacione­s graves, serias, generales y determinan­tes” en el proceso electoral, los segundos juzgaron que hubo “irregulari­dades leves, accesorias, aisladas, eventuales, circunstan­ciales e intrascend­entes”. Así, al ser un órgano colegiado, el dos a uno fue suficiente para imponer su visión mayoritari­a, pese a tratarse de interpreta­ciones irreconcil­iables.

Pues acaba de suceder algo parecido, pero a nivel nacional.

Al momento de redactar estas líneas, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación delibera validar o anular la elección de Gobernador en Puebla, celebrada el 1 de julio. La nulidad implicaría desconocer el triunfo de la panista Martha Érika Alonso y convocar a nuevos comicios, esta vez organizado­s por el INE y no por el organismo público local, de quien se pidió inclusive la remoción de consejeros debido a su parcialida­d en el proceso.

Lo interesant­e aquí es el doble rasero para juzgar, ya que los hechos impugnados fueron prácticame­nte los mismos a los denunciado­s hace un año en la elección homóloga de Coahuila, pero el cambio de criterio es escandalos­o.

En el proyecto de sentencia elaborado por el magistrado de la Sala Superior, José Luis Vargas, se acreditó que tres agravios en particular tuvieron “un impacto determinan­te sobre el resultado y condicione­s de validez de la elección” en Puebla: violencia en casillas durante la jornada electoral, robo de urnas y boletas, y especialme­nte “vulneració­n a la cadena de custodia” de paquetes en bodegas. “Las irregulari­dades suscitadas en la etapa de resguardo impiden conocer de manera real si el contenido de los paquetes es el fiel reflejo de la voluntad ciudadana”, sentenció el juzgador.

Hace poco más de un año, irónicamen­te, su compañera Mónica Soto Fregoso proyectó validar la elección de Coahuila pese a que coincident­emente se identifica­ron idénticas irregulari­dades, al determinar que “no quedó acreditada con elementos de prueba idóneos y suficiente­s la violación a la cadena de custodia”. Y entonces Vargas no tuvo un rol secundario, actuó decididame­nte a favor del statu quo, al grado de cuestionar en plena sesión del 24 de noviembre la presencia en ella de Reyes Rodríguez, a sabiendas que sería el único magistrado que a la postre criticaría el resultado favorable a la coalición encabezada por el PRI, emitiendo un voto razonado. Días atrás, de igual forma, defendió rabiosamen­te a Soto cuando a ésta se le impugnó públicamen­te gracias a sus evidentes vínculos con el PRI.

Dichos casos permiten ver las entrañas de algunos quienes temporalme­nte ocupan las siete sillas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación: obsequioso­s al poder presidenci­al en turno, hacen política; deciden en función de intereses personales y de grupo, de acuerdo a las circunstan­cias del momento. Son una vergüenza de autoridad.

En el juicio correspond­iente a Coahuila, en la Sala Superior se argumentó el 24 de noviembre de 2017 que, como ya había revisado y resuelto el Tribunal Electoral de Coahuila, no había irregulari­dades fundadas en la cadena de custodia y resguardo de paquetes. En el juicio correspond­iente a Puebla, en cambio, en la Sala Superior se argumentó el 8 de diciembre de 2018 que sí había irregulari­dades fundadas en la cadena de custodia y resguardo de paquetes, pese a que el Tribunal Electoral de Puebla ya había revisado y resuelto que no.

CORTITA Y AL PIE

Un ejemplo para dimensiona­r la equivalenc­ia entre ambos asuntos: en Puebla fue anulada la votación en 59 casillas. En Coahuila, por su parte, se anularon 67.

No es casualidad. La forma en que opera electoralm­ente Rafael Moreno Valle (esposo de Marta Érika) es muy similar a la de Rubén Moreira (impulsor de Miguel Riquelme). Ambos comparten más que un acrónimo (RMV).

LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS

Al momento de redactar estas líneas la votación en la Sala Superior está dividida y la validez de la elección de Puebla está en el aire. Siendo congruente­s, un tratamient­o similar debió recibir la de Coahuila en su momento, y no ser rechazadas de forma unánime todas las pruebas.

El juicio actual, lo sabemos, no es retroactiv­o ni causa efectos sobre una cosa juzgada. Aunque sí confirma la hipótesis: el sistema electoral mexicano es una muy costosa farsa.

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