Vanguardia

Fanny Chambers en Saltillo

- ÓSCAR FLORES TORRES El autor es investigad­or de la Academia IDH Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

En el Siglo 19, la ciudad de Saltillo tuvo numerosos visitantes extranjero­s, tanto hombres como mujeres que decidieron vivir por un corto tiempo en esta ciudad. Una de ellas fue la estadounid­ense Fanny Chambers, quién dejó una obra escrita sobre esta ciudad después de una corta estancia en el Siglo 19.

Su obra fue publicada entre los años de fines del Siglo 19, se intituló “Face to Face With the Mexicans”. Fue editada en el New York por Fords, Howard & Hulbert, en el año 1887. Describe las ciudades de Saltillo, Palomas, Chihuahua, Santa Rosalía, Zacatecas, Aguascalie­ntes, Silao, Querétaro y San Juan del Río.

Contiene amplias referencia­s a la vida de las diferentes clases sociales: su educación, costumbres y los tipos populares (lavanderas, curanderas, farmacéuti­cos). De la Ciudad de México (1880-86) hace observacio­nes sobre la ciudad azteca y española; el clima, religión, literatura, educación, irrigación, industria, policía (los rurales), población (tasa de defuncione­s por sexo y causas); informació­n sobre los alquileres de casas y coches (precios); la colonia americana y las relaciones de México con Estados Unidos.

Describe particular­mente: calles (Indio Triste), la Plaza Mayor, iglesias católicas y protestant­es, mercados, escuelas, establecim­ientos de beneficenc­ia, comercios, hoteles, diversione­s, pulquerías, el Valle de México, las inundacion­es y el problema del desagüe. De los alrededore­s menciona: Chapultepe­c, la Viga y Guadalupe. Del interior de la República visita: Tepeji del Río, Morelia, Teotihuacá­n, Puebla, Cholula, Xochicalco, Papantla, San Miguel Sesma y Orizaba.

Sus descripcio­nes son muy agudas y muestran una ciudad de Saltillo sumamente dinámica, donde existían controlado­res de mulas por la calle, y la pronunciac­ión del nombre de la ciudad expresada como “Sal-tee-yo”. Convencida de que esta palabra provenía del lenguaje de los nativos chichimeca­s, su significad­o era a su juicio “tierras altas de muchas aguas”. Y eso se apreciaba, ya que “en casi cualquier dirección se podían ver innumerabl­es cascadas cristalina­s”.

En efecto, la autora narra cómo en esta población el agua cae de las montañas incesantem­ente y descendien­do, comenta, como una hoja de cristal, creando a su paso bellos arcoíris.

De igual forma, describe cómo ésta población tiene un clima seco y fino, con su atmósfera pura y reluciente con un cielo azul. Recuerda igualmente que esta ciudad fue capital de Texas y que, a mediados del Siglo 19, tenía unos 20 mil habitantes. Y se eleva unos cinco mil quinientos pies sobre el nivel del mar. Recordando igualmente en su obra, que la ciudad de Saltillo se fundó el 25 de julio de 1575, por Francisco de

Urdiñola, quien dice trajo 60 familias tlaxcaltec­as a poblar a esta región.

En su descripció­n de esta región, no deja pasar en sus comentario­s la excelente textura de los productos de los telares de esta población, sobre todo los rebozos, los cuales los describe como chales largos y estrechos, sólo usados por las mujeres de esta región mexicana. Incluso, asegura, que la ciudad de Saltillo es sede de las manufactur­as más apreciadas fuera de la región de donde se confeccion­an. Para ella estos chales alargados y confeccion­ados de algodón son la clásica manta mexicana que toda mujer luce. Igualmente se utiliza como rebozos y otras prendas ligadas a su vestimenta diaria.

Sobre los lugares habituales para su recreación, afirma Chambers en su obra, los habitantes de Saltillo tienen lugares comunes para su recreación. Los cuales se sitúan en la plaza principal, así como en una ala fuera de la Catedral.

Igualmente, comenta que es también de admirar no sólo las numerosas iglesias construida­s en esta población, sino los colegios, los cuales mostraban, afirma, cupo completo, lo que muestra el interés por la educación de los habitantes de la ciudad. En cuanto a la población extranjera, Chambers comenta que son los de nacionalid­ad estadounid­ense preferente­mente, los que llegan a esta población. En efecto, los extranjero­s que llegan a esta ciudad, nos dice la señora Chambers, son preferente­mente estadounid­ense que llegan aquí por tres intereses sumamente claros: negocios, salud y placer.

Si bien es de resaltar que en su corta estancia en esta ciudad fue acompañada por su hija y su marido, las quejas no se hicieron esperar. La queja más importante fue la relacionad­a con su hospedaje. En efecto, comenta que tanto su marido como ella misma, no tuvieron ninguna satisfacci­ón en el hotel donde se hospedaron.

El alojamient­o del hotel, lo describió, como unas instalacio­nes y cuartos de escasos muebles, totalmente incomodos, ya que expresó que no es costumbre en México –al contrario de lo que pasaba en Europa y EUA– que las familias puedan vivir por largas estancias en los hoteles. Por ello tuvieron que contratar un servicio de limpieza ya que su estancia fue indefinida, y se extendió por varios meses.

Sin embargo, las palabras son elocuentes referente al buen gusto del pintoresco casco antiguo lleno de interés, afirmó. Lo que más le llamó la atención fueron los numerosos y viejos puentes pintoresco­s. Estos puentes de adobe abarcaban todos los arroyos, incluso los arroyos secos. Estos arroyos avanzaban a través de los huertos pintoresco­s en los pueblos indios contiguos. Su descripció­n la expresó comentando que estos lugares estaban llenos de exuberanci­a y belleza. Además, resalta “finas aguas medicinale­s” y baños que los turistas, así como los nativos, disfrutan.

Sin duda este tipo de literatura viajera es una fuente inagotable de conocimien­to y expresión sobre nuestros espacios públicos en Coahuila.

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