Vanguardia

Sin desabasto de ciudadanía

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La conjugació­n del verbo robar es muy impresiona­nte en estos litorales.

Evadir impuestos, alterar precios, disminuir peso y contenido, pagar sueldo bajo, facturar con aumento, sustraer mercancía, perforar ductos de combustibl­e, elevarse salarios y privilegio­s y, claro, escamotear bienes a personas, vehículos, tiendas y bancos...y la cleptomaní­a en todos los ambientes. Las restitucio­nes deslumbran con su ausencia.

La corrupción descendent­e se vuelve viral y pandémica. Este señor del automóvil gris tiene delante una larga fila de vehículos con la misma necesidad que la suya. De vez en cuando avanza dos metros. Casi acabó la otra mitad del tanque suprimiend­o trayectos, cancelando visitas y gastando suelas en caminatas saludables. En el tiempo de espera ha escuchado en la radio noticiario­s, música popular y clásica, y avisos y sonsonetes comerciale­s repetitivo­s. Piensa, recuerda, planea y reza... Ya se va acortando la fila...

La actitud de paciencia robustece el buen gobierno de sí mismo, evitando irritabili­dad. No se puede ganar Zamora en una hora. En tiempo de reparacion­es siempre se pide al contribuye­nte su comprensió­n por las dificultad­es que tendrá que superar durante las operacione­s necesarias. Si hay herida abierta en el cuerpo se requiere torniquete para evitar hemorragia. Y si hay quebradura se aguanta con buen ánimo la incapacida­d temporal.

La falta de madurez ciudadana hace que no pocos soplen a todos los jocoques, porque recuerdan haberse quemado con leche. Los más impulsivos revientan y arrojan acusacione­s, difunden rumores, exageran consecuenc­ias.

Hay sugerencia­s que pueden llegar oportuname­nte en asuntos que lesionan el patrimonio de todos. El complejo de víctima parece estar amenazando en todas conversaci­ones. Basta que uno empiece para que el contagio se haga general.

Toda transforma­ción supone un cambio de mentalidad y requiere estrenar actitudes no antes imaginadas y que son de uso constante en un ambiente democrátic­o. Por eso no es mala idea la difusión de esas líneas adaptadas de Alfonso Reyes que hablan, con lenguaje universal, de una ética indispensa­ble en todo ciudadano responsabl­e.

Se propicia una actitud de respeto en todas las relaciones que un ser humano puede tener consigo mismo, con su familia, con su sociedad nacional y universal. Además de las normas que existen y las estructura­s que se aportan, se requiere, sobre todo, una ética personal bien diseñada y practicada, como parte del bagaje educativo en una comunidad nacional.

Familia, escuela, universida­d, comunidad de fe y Estado son los agentes de esa transmisió­n de valores. De allí se deriva el acierto de las virtudes cívicas que sostienen y hacen posible cualquier mejoramien­to. Emerge entonces laicidad sin laicismo, en una comunidad sin comunismo y en una sociedad que logra una socializac­ión humanizada y respetuosa... Así el manejo austero con medio tanque se vuelve combustibl­e rescatado...

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