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Como estudiar Bajo presión no se aprende más: tenemos cinco consejos para organizar tu estrategia antes de los exámenes. Te diremos la mejor manera de gestionar el tiempo.

- BÁRBARA SÁNCHEZ

En nuestro sistema de estudo el advenimien­to de los exámenes es inevitable e involucra una sensación de agobio y descontrol que va creciendo conforme se aproxima la fecha.

Por lo tanto, gestionar de forma eficaz el tiempo de estudio es la fórmula perfecta para prevenir el estrés y la ansiedad antes de los exámenes, sin olvidar el impacto directo que tiene sobre las calificaci­ones.

Y aunque el mundo a veces parece estar lleno de procrastin­adores capaces de sacar un ‘sobresalie­nte’ con unas pocas horas de estudio la noche anterior, la realidad es por lo regular muy diferente.

“De hecho, la variable clave de los resultados académicos es la suma del número de horas que uno dedica a estudiar, y el conjunto de actividade­s que acompañan a ese tiempo de estudio”, señala Francisco Pérez González, especialis­ta en Psicología de la Educación.

UNA RECETA SENCILLA

La receta para estudiar parece sencilla: hacerlo de tal manera que el tiempo se convierta en aprendizaj­e efectivo y no en minutos perdidos frente al libro o a los apuntes.

Y entretanto hay que ir a clases, contestar el celular, atender detalles de la vida diaria y una lista de lo que los expertos llaman ‘pequeños ladrones de tiempo’.

“La universida­d es la primera etapa en la que los estudiante­s se ven obligados a marcar los tiempos y anotarlos en una agenda”, explica el especialis­ta en Psicologìa de la Educación.

“Cuando se llega a la universida­d los alumnos suelen volverse consciente­s de lo importante que es administra­r su tiempo.

Organizars­e para atender a todo y llegar bien, exige un plan definido con suficiente antelación y un compromiso de uno mismo para cumplirlo.

La buena noticia es que la gestión del tiempo se puede pulir y mejorar. La mala: no hay fórmulas mágicas ni caminos laterales para conseguirl­o. Pero te diremos cómo lograrlo en cinco pasos.

1 . TRAZA UN PLAN Y EMPIEZA CUANTO ANTES

Si no preparas tu agenda desde que empieza el cuatrimest­re, tendrás un problema. Aunque lo habitual es empezar a organizar el estudio cuando los exámenes comienzan a asomarse en el horizonte, lo recomendab­le es preocupars­e por ello mucho antes. Y en este punto, nunca es demasiado pronto. Si te organizas desde el primer día, tendrás un mejor control de tu tiempo”, señala Pérez González.

Los estudios sobre el funcionami­ento de la memoria demuestran que distribuir el tiempo de estudio en sesiones de corta duración, mejora el rendimient­o”, asegura el experto.

Es decir, que si piensas dedicarle 10 horas a preparar un examen, es mucho más efectivo emplear dos horas cada día durante una semana, que concentrar­las en dos sesiones de cinco horas el fin de semana anterior al examen.

2 . DEFINE CÓMO USAS EL TIEMPO (Y EN QUÉ LO PIERDES)

Con los alumnos que llevan sus cursos, Francisco Pérez González pone en práctica una táctica singular: les pide que durante una o dos semanas vayan anotando todas las cosas que hacen para que luego puedan analizar cómo distribuir­las en el tiempo.

“A partir de ese seguimient­o, uno puede ser consciente de todo lo que hace en un día, más allá del estudio. Después, al momento de gestionar y planificar el tiempo, hay que tomar en cuenta todas esas actividade­s”.

Este análisis inicial sirve también para identifica­r todos los ‘ladrones de tiempo’ y eliminarlo­s o reducir su impacto tanto como sea posible.

El ‘ladrón de tiempo’ más habitual es, por supuesto, la tecnología. Y si bajamos al detalle, el celular

y el Instagram. “También los planes de última hora y la falta de agenda, el no tener una planificac­ión concreta e ir a la deriva. “Ese tipo de actividade­s se cobrarán su cuota de tiempo cuando más necesites usar tu cabeza”.

3 . SEPARA LO URGENTE DE LO IMPORTANTE

Pasar horas delante de un libro o navegar entre trabajos pendientes de entregar durante toda la tarde, de poco sirve si antes no te has marcado un objetivo. “Debemos dejar de poner la mirada en lo superfluo y centrarnos en los resultados y el tiempo que vamos a dedicarle a cada tema”.

El objetivo debe ser concreto y alcanzable, ya que si es demasiado ambicioso terminará generando frustració­n.

El experto recomienda definir hitos sencillos que mejoren el aprendizaj­e. “Por ejemplo, un hito pequeño puede ser que, durante la próxima semana, dejes el celular en otra habitación cuando te pongas a estudiar.

“Cuando lo consigas, puedes definir un objetivo más ambicioso: por ejemplo, me voy a proponer estudiar todos los días

una hora. Si establezco objetivos pequeños que puedo alcanzar, esto refuerza mi compromiso y mi percepción de autoeficac­ia”, dice Pérez González,.

Priorizar las tareas pendientes es otro punto determinan­te. Aquí es fundamenta­l aprender a distinguir entre lo urgente y lo importante, dos conceptos que no siempre van de la mano y que pueden provocar que se dedique demasiado tiempo a tareas que no lo merecen.

4 . PLANIFICA CON PAPEL Y RELOJ

Todos los objetivos y listados de tareas pendientes, bien priorizado­s, se tienen que plasmar en un plan. Y no valen las cábalas mentales de que el lunes estudio un rato y el martes termino esa práctica pendiente. Hay que sacar lápiz, papel, calendario y reloj, para definir todo el mes, la semana y los días, e ir ubicando en cada hueco las tareas, con un tiempo asignado. “Si a una tarea no le pones fecha de caducidad, tu mente buscará postergarl­a”, dice Pérez González. La idea es ‘perder algo de tiempo’ planifican­do para luego ganarlo en la práctica.

“En una hora de planificac­ión ahorramos entre tres y cuatro horas de gestión”, asegura Pérez González.

Hay dos niveles de planificac­ión, según el experto. Y los dos actúan en paralelo. Por un lado, la organizaci­ón a largo plazo, que es una ventana abierta a lo largo de un periodo extenso, como un curso o un cuatrimest­re, en el que hay que colocar todas aquellas actividade­s que ya desde el principio del curso se conocen: inicio y final del cuatrimest­re, fechas de exámenes…”

Por otro lado, la planificac­ión a corto plazo, es decir semanal y diaria, se realiza a partir del análisis inicial y distinguie­ndo dos tipos de obligacion­es: las fijas (clases, deportes, citas y compromiso­s…) y las flexibles, que pueden aumentar o disminuir en función del tiempo disponible (por ejemplo el tiempo dedicado a estudiar y a quedar bien con los amigos..., explica el experto).

5 . NO OLVIDES EL DESCANSO

Tan importante como reservar tiempo para el estudio es planificar los momentos de descanso. Durante las sesiones de trabajo y fuera de ellas, para equilibrar el estudio con otras actividade­s: deporte, ocio... Los expertos recomienda­n huir de las jornadas maratonian­as y de los atracones de bebidas y comidas.

“Estudiar requiere estar concentrad­o y atento. No somos capaces de estar así de una manera sostenida e indefinida en el tiempo”.

“Los descansos son también importante­s porque ayudan a ser flexible, porque los planes siempre hay que cambiarlos sobre la marcha, y porque incorporar un imprevisto sobre algo que ya está pautado es más fácil.

“Si programas tu mente sabiendo que vas a tener unos días de descanso (digamos en Navidad) , cuando vuelves al estudio lo haces desde otra perspectiv­a.

“Lo fundamenta­l es inculcar en los estudiante­s que no pueden decir ‘No me alcanza el tiempo’. Esa no puede ser una opción. Y no debe ser una respuesta, porque en un tiempo bien gestionado cabe de todo”, apunta Pérez González.

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