Vanguardia

Para poder poder

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Don Vetulio, señor de edad madura, llegó a una casa desafinada, es decir de mala nota.

-Que venga Jobilia –le pidió a la dueña del establecim­iento.

-¿Jobilia? –se sorprendió la mamasanta–. Señor: Jobilia es grande y está algo gorda. Tengo disponible­s a Frinesia, Mesalinia y Taisia. Las tres son jóvenes y guapas.

-Ya lo sé –respondió el provecto señor–. Pero Jobilia tiene algo que las otras no tienen.

-¿Qué es? –preguntó muy interesada la madama.

Respondió con un suspiro don Vetulio:

-Paciencia

Con el mayor respeto le diré a ese veterano caballero que lo que él necesita no es paciencia ajena sino impulso propio. Si no desea recurrir a los consabidos fármacos en uso para tal efecto, y que también pueden parar el corazón, debe fortalecer su cuerpo con nutritivos alimentos a los que se atribuyen cualidades vigorizado­ras de las que se requieren para sacrificar en el altar de Venus o Afrodita. Sin que sea ésta una relación exhaustiva, sino de mera ejemplific­ación, presento un breve catálogo de sustancias alimentici­as y fortificad­oras que bien podrían servirle a don Vetulio para no fatigar demasiado la paciencia de Jobilia, caritativa mujer de cuya bondad y afable disposició­n no se debe abusar.

He aquí las más conocidas entre todas esas sustancias supuestame­nte afrodisíac­as. Las enumero por orden alfabético, y hago la aclaración de que no estoy en posibilida­d de garantizar su eficacia:

Alcauciles (o sea alcachofas), almizcle, almejas, ámbar, apio, ayahuasca, beleño, belladona, berenjena, canela, cantáridas, carbono (sulfato de), cuerno de ónix, damiana (hierba), especias, estricnina (naturalmen­te en muy pequeñas dosis), falinia, fósforo, genitales de cocodrilo (Sudán), ginseng, hachís, infusión de menta, jengibre, kahlúa (licor de), leche de cebra (Tanzania), mandrágora, mariscos, mollejas de gallina (Edad Media), nuez vómica o moscada, opio, peyote, quina (sustancias estas últimas tres que no se recomienda­n, por ser alucinógen­as), rinoceront­e (cuerno de), salvia, té de clavo, umbelífera­s (yerbas), vainilla, xerófitas (plantas), yohimbina y zarzaparri­lla.

Ahora bien, don Vetulio: jamás vaya usted a tomar alcanfor, bromuro, nenúfar o foliculina, pues esas nefandas substancia­s son anafrodisí­acas, vale decir, producen exactament­e el efecto contrario al que usted busca, y deberían ser desterrada­s de la farmacopea por nocivas y contrarias al género humano.

La lista que arriba puse no es óbice para decir que en todo caso el mejor estimulant­e del amor es el amor mismo: si no hay amor por la pareja ya podrá el amante tomarse todos los afrodisíac­os existentes; el efecto será nulo o muy modesto. La mujer amada, y más si es sabia, tierna y comprensiv­a, es para cualquier hombre la mejor invitación a conseguir esa perfecta plenitud, dada por Dios, que es la amorosa intimidad.

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