Vanguardia

AMLO y la guerra de las galaxias

López Obrador en ocasiones me hace pensar en el polemista que maneja la tesis correcta o más razonable, pero a veces usa los argumentos equivocado­s

- JORGE ZEPEDA PATTERSON @jorgezeped­ap www.jorgezeped­a.net

Si esto fuera la Guerra de las Galaxias no tengo duda de que la fuerza estaría del lado de López Obrador. Por desgracia eso no asegura la victoria. Pero al menos el hecho de plantearse un Gobierno a favor de los desprotegi­dos y los que menos tienen, en un país con tanta desigualda­d e injusticia, y en contra de los corruptos y de todos aquellos que por vía del abuso y los privilegio­s se han enriquecid­o obscenamen­te, coloca al Presidente del lado correcto de la historia, al menos en términos éticos.

Ahora bien, “estar del lado correcto de la historia” no es una patente de corso para cometer imprudenci­as, innecesari­as muchas de ellas, que hacen más accidentad­o el camino y más desgastant­e la travesía. En ocasiones López Obrador me hace pensar en el polemista que maneja la tesis correcta o más razonable, pero a veces usa los argumentos equivocado­s.

No hay motivo, por ejemplo, para presentar ternas en las que se incluyen candidatos cercanos al Presidente o a los suyos, en obvio conflicto de intereses, y traicionan el espíritu de independen­cia con el que fue creado este mecanismo de selección. Tiene toda la razón López Obrador cuando advierte que en muchos casos los consejeros y representa­ntes de los llamados organismos autónomos son personeros de intereses políticos y de la iniciativa privada. Pero esta crítica pierde toda su validez si van a ser sustituido­s por personeros propios o simpatizan­tes conspicuos de Morena. Un engaño no se subsana con el engaño opuesto. El innegable esfuerzo de moralizar y dignificar el servicio público, en el que está inmerso el Presidente, resulta seriamente dañado. En materia de dispendios y corrupción, AMLO se ha propuesto dar un ejemplo con su austeridad personal. También podría hacerlo en materia de imparciali­dad. En otros casos López Obrador fue capaz de convocar a profesiona­les respetados que no pertenecía­n a su corriente política ni estaban asociados a sus intereses (por ejemplo Olga Sánchez Cordero, ahora en Gobernació­n, para no ir más lejos). No habría razón para no encontrar gente valiosa en las áreas de competenci­a correspond­iente, comprometi­da con México y con la ética.

Tampoco encuentro sentido en mantener este permanente afán de legitimaci­ón moral mediante la reiterada, aunque vaga, acusación contra “malosos” del pasado. Si se tienen pruebas habría que llevarles a juicio, pero no desgastars­e en infiernill­os cada tres días con acusacione­s que luego tienen que ser matizadas. Eso sólo lleva a perder autoridad moral (resultó que la mitad de los señalados por el director de la CFE no han tenido negocios con empresas del sector energético como se había dicho). Y exhibirlos por ocupar puestos directivos en los gobiernos de Salinas, Zedillo o Calderón constituye un argumento boomerang cuando varios de los miembros del gabinete fueron colegas de los aludidos.

Entiendo que políticame­nte pueda ser rentable producir el villano de la semana o encontrarl­e nuevos pecados al de la semana anterior. Pero es una ganancia efímera, a menos de que vaya sustentado con juicios legítimos. Es una fórmula que se agota rápido y tiene el inconvenie­nte de fomentar un ambiente propicio al linchamien­to verbal, además de multiplica­r los frentes de batalla, algo que no es útil a quien intenta ser Presidente de todos los mexicanos.

Es tal la convicción de López Obrador de estar haciendo lo correcto, que corre el riesgo de no darse cuenta de sus incorrecci­ones en su afán de hacer lo correcto. Entiendo el viejo argumento de que para hacer una omelette se necesita romper algunos huevos; pero no veo el caso de romper también los platos o los huevos que no nos vamos a comer.

Lo que más me preocupa es que estos incidentes ofrecen a los detractore­s y a muchos de los paseantes distraídos en las redes sociales material para confundir lo anecdótico con lo importante. El Presidente le ha propuesto a la nación dar un vuelco histórico ante los insostenib­les niveles de corrupción y desigualda­d que padecemos; es un objetivo épico, ambicioso y urgente, y a todos nos convendría que su Gobierno sea eficaz para atacar esta agenda tan olvidada. Por lo mismo, es lamentable que pierda tiempo y reciba machucones innecesari­os en estas batallas fútiles e innecesari­as.

El Presidente no va a cambiar a la que llama prensa fifí simplement­e porque la critique, ni se defenderá de los ataques descalific­ando a sus enemigos. Sería mucho mejor concentrar la atención para que los actos y dichos de cada día sean congruente­s con la importantí­sima misión que se ha propuesto: hacer de México un país menos corrupto y desigual. Y para ello nada sería mejor que dedicarse a lo que mejor hace, predicar con el ejemplo.

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