Vanguardia

Rap para revivir las lenguas

En México las realidades se viven, se narran y a través de la música se vuelven denuncia o poesía

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CDMX.- Las luces se encienden y el escenario se prende, entonces el micrófono se vuelve el centro de atención, de las bocinas emana una voz potente que sorprende al lanzar versos en mazateco del este bajo. Se trata de José Andrés, mejor conocido en el mundo del rap como Kipper Ntaxjo, quien desde la adolescenc­ia hace rimas en su lengua materna.

Pero Kipper, originario del municipio de Jalapa de Díaz, Oaxaca, no es el único. Él es apenas un ejemplo de que en México las realidades —incluso las más duras— se viven, se narran y a través de la música se vuelven denuncia o poesía.

Oriundos de diversos puntos del país, de norte a sur, un grupo de jóvenes indígenas han decidido hacer vida su lengua materna a través del rap. El mayor reto, coincide un grupo de estos cantantes —que son alrededor de 25 en todo el país, entre solistas y colectivos— es visibiliza­r a la población indígena, uno de los sectores más discrimina­dos de México según el Consejo Nacional para Prevenir la Discrimina­ción (Conapred).

CONTRA TODOS LOS MALES

De madre mixteca y padre náhuatl, Nicolás Hernández Mejía, “Mente Negra”, productor de rap originario y maestro en antropolog­ía social, explica que este género ideal para cantar en lenguas.

El rap, asegura, por naturaleza lleva impresa la denuncia en sus letras, es cercano a niños y jóvenes, y además, se convierte con facilidad en parte de la permanenci­a de la tradición oral de las comunidade­s indígenas.

Además, otro factor favorable, asegura, es que para rapear no hace falta música, ya que la voz es instrument­o suficiente para contar la vida.

“Este género se convirtió en una herramient­a para denunciar cuestiones de violencia y discrimina­ción. A través de él se hace visible la presencia de los pueblos indígenas y su herencia cultural, sobre todo en los espacios urbanos, como la ciudad de México”, explica el también licenciado en Comunicaci­ón y Cultura.

De acuerdo con la Encuesta Nacional Sobre Discrimina­ción (ENADIS) 2017, los principale­s ámbitos donde las personas indígenas percibiero­n haber sido discrimina­das, están los servicios médicos, la calle o transporte público, y la familia.

PUERTAS ABIERTAS

Para Nicolás, quien desde hace seis años se dedica a la producción de este tipo de cantantes, el género es más que una expresión cultural y artística. Gracias a la promoción de sus temas en diversos escenarios y plataforma­s, raperas y raperos han encontrado una puerta que se abre más allá de los versos.

En algunos casos, como el de Kipper Ntaxjo, incluso han sido convoca dos por la universida­d nacional autónoma de México (UNAM) para impartir talleres sobre su lengua. “Me voy con mi esposa a dar los cursos, ella también es mazateca y entre los dos hacemos algo porque no se pierdan nuestras raíces”, dice el rapero, quien orgulloso viste una camisa bordada con diversas figuras.

Al respecto, Mente Negra reafirma que “la oralidad ayuda a la trascenden­cia y permanenci­a de la cultura, que la cosmovisió­n y tradicione­s de los pueblos perduren”.

En México, según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), existen 364 variantes de las lenguas indígenas nacionales, de ellas 64 están catalogada­s en un riesgo muy alto de desaparece­r; 43 en peligro alto y 72 en mediano.

“El rap es muy cercano a los jóvenes, incluso divertido. Nuestra idea es acercarnos a los de menor edad, porque de ellos dependerá conservar las tradicione­s y la lengua”, señala Hernández Mejía.

Este 2019 fue proclamado por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) como Año Internacio­nal de las Lenguas indígenas. además, el próximo 21 de febrero se celebrar á el Día Internacio­nal de la Lengua Materna.

FUE BOLERO, ALBAÑIL Y HASTA CERILLO

Gil Ventura Navor es un rapero singular; oriundo de Ixtlahuaca, Estado de México, y de raíces mazahuas, pasó del oficio de bolero a ser cantante de rap. Con 25 años, por su visión crítica y social, se asume como portavoz de su cultura y de los pueblos indígenas en general. Sus temas se han escuchado en México y Estados Unidos.

Pero Gil no sólo hace grandes rimas, también estudió la licenciatu­ra en Lengua y Cultura por la Uni-

Este género se convirtió en una herramient­a para denunciar cuestiones de violencia y discrimina­ción. A través de él se hace visible la presencia de los pueblos indígenas y su herencia cultural”. NICOLÁS HERNÁNDEZ MEJÍA, productor de rap.

versidad Intercultu­ral del Estado de México. Eligió esa carrera para ayudar y visibiliza­r a los pueblos originario­s.

Según cuenta, su vida adulta comenzó cuando tenía 12 años y “se hizo hombre”. En la cosmovisió­n de los pueblos indígenas “solo se es niño y adulto”.

El pasó de la niñez a la adultez, recuerda, fue a través de una charla, “cuando cumplí 12 años mi abuelo me dijo ya estás en edad de darte en la madre”.

Y así, Gil comenzó a trabajar, primero en el campo, después como ayudante de albañil, de bolero, comerciant­e, cerillo, lavando lozas y carros. Pero no estaba conforme, quería más, dejar “de ser el indio que te bolea los zapatos”.

Con arduo esfuerzo, un día Gil dejó el oficio de bolero, su incursión a la música fue con la banda de rock Quirmi Karma (hola amigo) en la que cantaban en español incluyendo versos en mazahua de oriente. El éxito fue tal que incluso se presentaro­n en La Hora Nacional, después Ventura Navor entró al mundo del rap.

Del género, cuenta, lo atrajo la posibilida­d de hablar sobre problemas sociales y familiares, que se puede contar sobre una “sociedad en lo que no todo es bonito”. Un ejemplo, asegura, es el rap estadounid­ense hecho por afroameric­anos, quienes pertenecen­aun sector segregado igual que los pueblos indígenas.

Precisamen­te la discrimina­ción que enfrentan quienes pertenecen a algún pueblo originario, fue la razón principal que animó a Gil a hacer rapen su lengua madre. Ahora, comen ta que es“portavoz delos problemas sociales de los pueblos indígenas, de la juventud y de muchas comunidade­s”.

Con sus rimas, Gil cuenta su vida y visibiliza las adversidad­es, pues “uno es indígena, quiere echarle para adelante, pero te frenan”.

RIMAS EN OFRENDA A LOS DIOSES

CDMX.- El Mágico no es “como los otros”. Martín Cabrera Posada, de 30 años de edad, hace rap para su gente. Aunque valiosos como una semilla de cacao en los tiempos de la Gran Tenochtitl­án, sus versos no se comercian; su meta no son los grandes escenarios, sino representa­r a quienes no son escuchados y transforma­r la vida a través de la música.

Oriundo del Estado de México, Martín es exponente del rapennáhua­tl, lalengua indígena más del país y que aprendió de sus padres, nacidos en San José Miahuatlán, Puebla.

Aunque en sus primeros años Martín soñaba con cantar temas de La Sonora Santanera, su interés por la cultura del hip hop no tardó en desarrolla­rse, sobre todo cuando sus tíos, que migraron a Estados Unidos, le mostraron el chicano rap. Bajo esta influencia, comenzó a escribir sus primeras rimasen español.

“Como todo chavo, cuando eres morro quieres escribir y pones cosas como: yo lo mato y tengo un cuchillo ”, dice entre risas Martín, quien tras ser parte de pandillas y vivir en carne propia la perdida de sus seres queridos, producto de la violencia o adicciones, decidió tomar otro camino.

RIQUEZA DE SUS PADRES

Hace unos cinco años, platica, cayó en cuenta de la riqueza de la cultura de sus padres, por lo que decidió combinarla con una de sus mayores pasiones. A través del rap en náhuatl busca que los “más morritos” se sientan orgullosos de sus orígenes, busquen superarse y se alejen de ambientes violentos.

“Yo hago mi música solo, todo, desde la letra hasta las grabacione­s. A veces, cuando no sé una palabra en náhuatl entonces sí le pido ayuda a mi mamá”, platica Martín.

En sus letras, El Mágico habla del respeto a la madre tierra, de los dioses que fueron sepultados por la colonizaci­ón y la discrimina­ción que sufren los pueblos originario­s. Para él lo más importante no es la fama sino tener un espacio de expresión, “hacer música para el barrio”.

Hasta ahora, en su repertorio, el Mágico tiene unos 10 temas propios, así como colaboraci­ones con otros raperos indígenas, que junto con él comparten el deseo de “que no se pierdan las raíces del lugar de dónde venimos”.

VERSOS PARA HONRAR A LA TIERRA

La misión de Yune va'a (casa del viento) va más allá de la lengua y la música, es un compromiso con la tierra que da la vida. Con 23 años de edad, Alfredo Díaz Nabor no sólo quiere revitaliza­r el cuicateco —una lengua indígena que según el INALI está en riesgo medio de desaparici­ón—, sino también fomentar el cuidado de la naturaleza a través de la cosmovisió­n de su pueblo.

Estudiante de la Ingeniería en Recursos Naturales Renovables por la Universida­d Autónoma Chapingo, Yune va'a es originario de Santa María Pápalo, ubicado en Cuicatlán, de la región cañada de Oaxaca.

“Uno de mis objetivos es mostrarle a la gente que existe el cuicateco, nuestro pueblo es una minoría en cuanto a espacio geográfico y número de hablantes. A veces ni siquiera saben que existimos”, comenta.

DE DIVERSAS REALIDADES

De personalid­ad fuerte, el joven rapero enlista los temas que aborda en sus rimas: migración, violencia contra las mujeres, el trabajo en el campo y las tradicione­s de los cuicatecos. Aunque ha pasado muchos años fuera de su comunidad, por realizar sus estudios, el oaxaqueño ha sabido contar las diversas realidades en las comunidade­s indígenas.

Pero además, su preocupaci­ón por el medio ambiente está orientada dentro y fuera de su tierra. Yune va'a desea que los ciucatecos se concientic­en en torno al cuidado de los recursos naturales y que quienes no pertenecen a este grupo aprendan del arte con que los campecinos hacen la tierra brotar.

“Los campesinos tienen saberes que la ingeniería no puede alcanzar (...) Pero además, los pueblos originario­s son los mayores dueños de los recursos naturales que existen, con mi música quiero hacer hincapié en su cuidado, que la gente de mi pueblo aprenda a valorar lo que tiene y a defenderlo. Quiero generar identidad”, dice.

A penas hace un mes, a principios de año, el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas presentó el disco Dbaku (cuicateco) de Yune Va’a. Con cinco temas originales en letra y música, esta pieza refleja musicalmen­te géneros diversos que van del huapango, el rock, hiphop, hasta el funk. El proyecto dirigido hacia la juventud indígena.

ROMPER ESTEREOTIP­OS

Su vida ha sido ruda, ha roto estereotip­os que dice “identifica­n a los indígenas como tontos e ingenuos”, lo que hace se avergüence­n de sus orígenes ancestrale­s. Por tal motivo califica su trabajo como autobiográ­fico ya que habla de todo lo que ve, siente y vive, siempre enaltecien­do el orgullo de ser originario “para que nuestros hermanos también lo sientan”.

Su música ha tenido gran aceptación, actualment­e Juan Sant trabaja en una empresa de ropa en Tlalnepant­la, fue finalista del primer Slam Nacional MX 2016, finalista en el Proety Slam de Brasil en 2017; y además participó el pasado octubre en el Concierto de Tradicione­s y Fusiones Musicales del Festival Internacio­nal Cervantino, en Guanajuato.

Me voy con mi esposa a dar los cursos, ella también es mazateca y entre los dos hacemos algo porque no se pierdan nuestras raíces”. KIPPER NTAXJO, rapero.

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