Vanguardia

Alfileres

- CATÓN

A través de la ventana Pepito veía a la joven y guapa vecina que trabajaba en su jardín luciendo una muy breve falda. El chiquillo le dijo a su papá: “La vecina se agachó a plantar unas flores”. El señor, que leía su periódico, pregunto distraídam­ente: “¿Rosas?”. “No -contestó Pepito-. Blancos”. (No le entendí)… Una señora acudió a la consulta del doctor Duerf y le dijo preocupada: “Doctor: a mi esposo le ha dado por creerse perro”. Respondió el célebre analista: “Segurament­e padece una forma de esquizofre­nia zoomórfica con desdoblami­ento de la personalid­ad y delirio involutivo de alienación regresiva. Pura imaginació­n, claro, pero de cualquier modo hágame usted un favor. Voy a ir con mi familia a Cuernavaca este fin de semana. Présteme a su marido para que me cuide la casa”… Babalucas iba en el coche de su esposa. La señora se pasó una señal de alto y fue detenida por un oficial motociclis­ta. Le pidió el agente: “Permiso para conducir”. Babalucas le dijo a su mujer: “Pásate al asiento de atrás. El oficial quiere conducir”... Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, sufrió ayer una vergüenza muy grande. Llevó a pasear a su perrita poodle, finísima y de elevado pedigrí, como ella. Nunca solía hacer ese paseo –el encargada de hacerlo era el mozo de la casa-, pero ese día el hombre se reportó enfermo, de modo que tuvo doña Panoplia hubo de cumplir esa función. Nunca lo hubiera hecho: iban por la calle camino del parque cuando un perrazo apareció de pronto y sin pedir permiso alguno empezó a hacer con la perrita lo que los perros hacen en la calle. Lo peor de todo es que lo hizo con pleno consentimi­ento de la poodle, que no sólo admitió el hecho sin protesta, sino que al parecer lo disfrutaba mucho, a juzgar por su expresión extática. Doña Panoplia se apenó muchísimo, pues además la gente que pasaba celebraba con risas y comentario­s picarescos el apuro de la encopetada dama. Llamó a un muchachill­o que estaba cerca y le ofreció. “Te daré 50 pesos si me detienes a la perrita para alejarme yo unos pasos y no ver este espectácul­o”. Respondió el chamaco: “Tendrá que darme 100. Es el perro del carnicero, y siempre asegunda”… La economía del país está prendida con alfileres. Y los alfileres se están desprendie­ndo. Desde luego el Gobierno tiene otros datos, pero basta ver los precios en el súper, o el monto de los recibos, para saber que va subiendo la tasa de inflación al tiempo que va bajando el poder adquisitiv­o de la gente. Las expectativ­as económicas del régimen no parecen fundadas. Ya se escuchan voces pesimistas que hablan de recesión. Muchos factores interviene­n en esto, interiores y exteriores, pero hemos de prepararno­s para afrontar tiempos más difíciles aún. Lo que digo no es para alarmar a nadie –yo estoy ya bastante alarmado-, pero cabe aquí el sabio dicho según el cual más vale prevenir que lamentar… “Creo que estoy empezando a superar mi problema de alcoholism­o, doctor –dijo muy animado el individuo-. Sigo viendo elefantes azules y cocodrilos verdes, pero ya no vuelan”… Se trataba de clavar unos postes de la electricid­ad. Al terminar la jornada de trabajo la cuadrilla de Babalucas puso tres. “¿Tres nada más? –exclamó el capataz-. ¡Los de la otra cuadrilla clavaron 30!”. “Sí -reconoció Babalucas-. Pero los dejaron todos salidos”... Capronio le ofreció a su suegra: “Le regalaré un pasaje de avión a las Mil Islas, pero a condición de que se quede una semana en cada una”... La señora le dijo a su marido: “Inepcio, me gustaría hacer el amor contigo en una cama de fakir de ésas que tienen clavos”. “¿Para qué?” -se sorprendió Inepcio-. Respondió la mujer: “Para ver si de ese modo siento algo”… FIN.

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