En seguridad, todo sigue igual
Después de interminables debates, entre los que acusaban la continua militarización de la seguridad pública y quienes desde el gobierno lo negaban, todo parece seguir igual. El Presidente prometió con toda claridad dar un giro a la estrategia de seguridad pública militarizada de los últimos 12 años. Tanto para él como para los ciudadanos que evaluamos su actuación, las cosas están claras: ¿está cumpliendo su promesa o no está cumpliéndola?
Frente a los virajes estratégicos, el Ejecutivo Federal puntualizó que se ajustaría a su promesa, reiteró que la policía sería civil; después dio marcha atrás, lo cual quedó patente en la iniciativa de ley que crea la Guardia Nacional. El viraje fue tan evidente que la sociedad civil se organizó y presentó batalla, que fue dura y ejemplar, en el Congreso y en todos los foros que tuvo a su alcance. Cuando menos en el papel, los ciudadanos lograron vencer, pero los partidarios de la militarización no se dieron por vencidos. Sin importar lo que establece la Constitución, encontrarían en la legislación secundaria la manera de salirse con la suya, si no había más lo harían en la ejecución, en la práctica del día a día.
Vivimos unos tiempos en que puede hacerse una cosa y, sin problema alguno, declarar que se hizo otra. Esta especie de esquizofrenia se conoce como “posverdad”. Una imagen expresa más que mil palabras. La escena no puede ser más elocuente: El evento de lanzamiento de la Guardia Nacional tiene lugar en el Campo Marte (Marte, divinidad grecolatina de la guerra), espacio reservado para eventos de naturaleza militar. Los integrantes de la Guardia Nacional provienen de las fuerzas armadas, se capacitaron en sus filas y su jefe máximo es un militar en activo. El pase de lista, muy al estilo militar, con el Presidente en el centro de la tribuna, flanqueado por los secretarios de Defensa y Marina. En segunda fila, durante el recorrido y por falta de espacio, un civil, el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, y a su izquierda otro militar, el jefe de la nueva Guardia Nacional.
¿Por qué insistir que se trata de una fuerza civil contra una evidencia que demuestra precisamente lo contrario? Porque el cambio es de nombre y nada más, porque en el fondo se reproduce la misma estrategia que impulsaron Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. ¿Cómo explicar que Calderón señale todos los errores del nuevo gobierno, excepto los relativos a las fuerzas armadas y a la militarización de la seguridad pública?
Si nos empeñamos en aplicar las mismas estrategias no existirán razones para esperar resultados diferentes. Los gobiernos exitosos en materia de seguridad cuentan con cuerpos policiacos profesionalizados, completamente civiles y con pleno arraigo en las localidades donde realizan su trabajo. Ahí están los ejemplos de las fuerzas policiacas de Nueva York, Tokio, Londres, Berlín, Los Ángeles, etc. En ningún caso se trata de policías nacionales. Chile y España tienen el cuerpo de carabineros y la guardia civil, que tienen un despliegue nacional, pero una organización local que opera y ejecuta localmente.
Es muy sugerente que unos días antes del lanzamiento de la Guardia Nacional se anuncie el nuevo modelo de policía municipal. El evento es mucho más sobrio y austero que el del Campo Marte ¿Se trata de una forma de resistencia interna o de una estrategia paralela?, ¿será una forma de boicot?