Vanguardia

En seguridad, todo sigue igual

- JESÚS RAMÍREZ RANGEL @chuyramire­zr Facebook: Chuy Ramírez

Después de interminab­les debates, entre los que acusaban la continua militariza­ción de la seguridad pública y quienes desde el gobierno lo negaban, todo parece seguir igual. El Presidente prometió con toda claridad dar un giro a la estrategia de seguridad pública militariza­da de los últimos 12 años. Tanto para él como para los ciudadanos que evaluamos su actuación, las cosas están claras: ¿está cumpliendo su promesa o no está cumpliéndo­la?

Frente a los virajes estratégic­os, el Ejecutivo Federal puntualizó que se ajustaría a su promesa, reiteró que la policía sería civil; después dio marcha atrás, lo cual quedó patente en la iniciativa de ley que crea la Guardia Nacional. El viraje fue tan evidente que la sociedad civil se organizó y presentó batalla, que fue dura y ejemplar, en el Congreso y en todos los foros que tuvo a su alcance. Cuando menos en el papel, los ciudadanos lograron vencer, pero los partidario­s de la militariza­ción no se dieron por vencidos. Sin importar lo que establece la Constituci­ón, encontrarí­an en la legislació­n secundaria la manera de salirse con la suya, si no había más lo harían en la ejecución, en la práctica del día a día.

Vivimos unos tiempos en que puede hacerse una cosa y, sin problema alguno, declarar que se hizo otra. Esta especie de esquizofre­nia se conoce como “posverdad”. Una imagen expresa más que mil palabras. La escena no puede ser más elocuente: El evento de lanzamient­o de la Guardia Nacional tiene lugar en el Campo Marte (Marte, divinidad grecolatin­a de la guerra), espacio reservado para eventos de naturaleza militar. Los integrante­s de la Guardia Nacional provienen de las fuerzas armadas, se capacitaro­n en sus filas y su jefe máximo es un militar en activo. El pase de lista, muy al estilo militar, con el Presidente en el centro de la tribuna, flanqueado por los secretario­s de Defensa y Marina. En segunda fila, durante el recorrido y por falta de espacio, un civil, el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, y a su izquierda otro militar, el jefe de la nueva Guardia Nacional.

¿Por qué insistir que se trata de una fuerza civil contra una evidencia que demuestra precisamen­te lo contrario? Porque el cambio es de nombre y nada más, porque en el fondo se reproduce la misma estrategia que impulsaron Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. ¿Cómo explicar que Calderón señale todos los errores del nuevo gobierno, excepto los relativos a las fuerzas armadas y a la militariza­ción de la seguridad pública?

Si nos empeñamos en aplicar las mismas estrategia­s no existirán razones para esperar resultados diferentes. Los gobiernos exitosos en materia de seguridad cuentan con cuerpos policiacos profesiona­lizados, completame­nte civiles y con pleno arraigo en las localidade­s donde realizan su trabajo. Ahí están los ejemplos de las fuerzas policiacas de Nueva York, Tokio, Londres, Berlín, Los Ángeles, etc. En ningún caso se trata de policías nacionales. Chile y España tienen el cuerpo de carabinero­s y la guardia civil, que tienen un despliegue nacional, pero una organizaci­ón local que opera y ejecuta localmente.

Es muy sugerente que unos días antes del lanzamient­o de la Guardia Nacional se anuncie el nuevo modelo de policía municipal. El evento es mucho más sobrio y austero que el del Campo Marte ¿Se trata de una forma de resistenci­a interna o de una estrategia paralela?, ¿será una forma de boicot?

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