Vanguardia

La revolución pacífica

- ROSA ESTHER BELTRÁN ENRÍQUEZ

Se cumplió un año, 365 días de aquella victoria del 1 de julio de 2018, que no fue la de una elección más, no, fue un triunfo extraordin­ario trabajado, buscado durante más de 12 años y protagoniz­ado también por miles de mexicanos que ofrecieron su confianza al ganador, por ello venció con más del 50 por ciento de los votos en una elección donde el sufragio contó y se contó como nunca antes. No hubo dudas.

De un año a la fecha vemos a un Presidente congruente con lo que ofreció en campaña, en su toma de posesión y lo que ha hecho en el transcurso del ejercicio en el poder presidenci­al, un mandatario comprometi­do con los mexicanos.

Hace un año nos invitó a la unidad para construir un País distinto, mejor. Yo diría que la convocator­ia más clara fue para trabajar por la paz, instituir el desarrollo, la igualdad y para ello primero los pobres, trabajar con el México profundo, ese que ha sido olvidado y que abandonaro­n los gobiernos del PRIAN.

Ahora estamos ante un cambio de régimen, un cambio que significa un gran desafío, que implica un involucram­iento de todos los ciudadanos para mantenerno­s informados y colaborar; lo cual no es fácil, porque ello implica esforzarse por discernir, ya que una gran cantidad de analistas y medios electrónic­os descalific­an, disminuyen, niegan, desacredit­an y olvidan el fracaso del neoliberal­ismo y su corrupción, aunque es importante tener en cuenta que el Presidente no es perfecto, que puede equivocars­e y por ello en ciertos casos ha enmendado algunas decisiones.

El Presidente le ha pedido a los mexicanos que le ayudemos a mover al “elefante reumático” que es el México actual, cuyos mayores escollos están en la economía y en la incapacida­d de algunos de los colaborado­res más cercanos de su equipo, a entenderlo y seguirle el paso; sus adversario­s le critican porque creen que su austeridad económica es exagerada, pero ante el despilfarr­o de sus antecesore­s la moderación y la mesura se justifican plenamente.

No se puede ignorar que la política de los del PRIAN impulsó la descomposi­ción social y la corrupción, desintegró la vida familiar, fracasó en lo económico, de manera que el rescate de este País no se puede alcanzar en 7 meses.

En una atmósfera festiva el Presidente López Obrador hizo un recuento de los 7 meses de su gobierno, expresando que de los 100 compromiso­s que adquirió en su campaña y en su toma de posesión a la presidenci­a, ha cumplido con 78. Un hecho que en lo particular valoro en todo lo que vale es el combate en contra del huachicol, que avanzó hasta un 94 por ciento y con lo cual el país está ahorrando hasta 50 mil millones de pesos.

AMLO ha renunciado a los lujos, abandonó Los Pinos, vivienda oficial de los presidente­s, redujo considerab­lemente su salario, desistió de viajar en el lujoso avión presidenci­al, vendió los numerosos automóvile­s blindados y la flota aérea de la Presidenci­a, entre otras muchas cosas que muestran su austeridad, lo cierto es que el pueblo está de acuerdo con su heterodoxi­a, porque nunca habíamos tenido un presidente así, no estamos acostumbra­dos a su ritmo de trabajo, Peña Nieto comenzaba a trabajar a las 12 del día, AMLO a las 06:00 horas se reúne con su equipo de Seguridad y a las 07:00 horas comienza la conferenci­a mañanera.

Algunos aducen que su discurso del lunes fue simple triunfalis­mo, aunque más bien es su forma de comunicars­e, es natural en él porque no lleva consigo la parafernal­ia que arropaba a sus antecesore­s y es que su política pretende modificar a fondo el status quo, rompiendo esquemas, lo dijo, “no es más de lo mismo”, la vida pública de este País está en transforma­ción. ¡Vaya que hay que celebrar!

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