Vanguardia

CUANDO LA OBESIDAD TE LLEVA AL QUIRÓFANO

En Coahuila se han emprendido programas de salud pública para frenar el mal de la obesidad. Las operacione­s bariátrica­s son una opción que parece mágica, pero no lo es. Semanario registró el proceso de algunos pacientes.

- POR JESÚS PEÑA

En Coahuila se han emprendido programas de salud pública para frenar el mal de la obesidad. Las operacione­s bariátrica­s son una opción que parece mágica, pero no lo es. Semanario registró el proceso de algunos pacientes.

Narce está sentada en la cama de un cuarto de hospital, vestida con una bata quirúrgica azul y dice que está contenta, porque ya se va a ir a casa.

Hace unos días, dos para ser exactos, que Narce fue sometida a una cirugía bariátrica, el bypass gástrico, para ser exactos, pero ni el dolor de las heridas que le dejó la laparoscop­ía, mina su buen ánimo.

Narce dice que está consciente del paso que acaba de dar, sabe que no se trata de una simple operación para bajar de peso, sino de un cambio radical en sus hábitos de vida y está dispuesta a afrontarlo.

No quiere que al rato le amputen la pierna o que se le apague la vista, a consecuenc­ia de la diabetes que padece por su obesidad.

“Además mis hijos están chiquitos todavía”, añade Narce.

Narce había sufrido durante años de dolores en los pies y en las rodillas, se cansaba con facilidad y aparte padecía de hipertensi­ón.

La insulina comenzó a hacer estragos en su piel, porque se inyectaba a mañana y noche, y la presión arterial ya le provocaba acidez y agruras. Por eso se decidió.

Cierto día Narce escuchó en las noticas sobre un Programa de Cirugía Metabólica que ofrecía el gobierno de manera gratuita a la comunidad y se interesó.

Un jueves a las 10:00 de la mañana

Uno es de bajos recursos, no hubiera yo podido hacerme esa operación” NARCE PACIENTE BARIÁTRICA

se hallaba, junto a otras personas con sobrepeso, sentada en la sala de espera de la Unidad de Especialid­ades Médicas en Enfermedad­es Crónicas, (UNEME), de Saltillo, atenta a la junta de informació­n del Programa.

Era noviembre de 2018.

Allí le explicaron que el proyecto estaba dirigido a persona de escasos recursos, afiliadas al Seguro Popular, y le pidieron que pusiera sus datos personales en una hoja, la pesaron y midieron, y al final le dijeron que en cinco o seis días, máximo, la llamarían para su primera cita con una psicóloga y una nutrióloga del Programa.

Desde aquella primera cita la nutrióloga le advirtió a Nare que si deseaba realmente ser la beneficiar­ia de una de las 150 o 200 cirugías bariátrica­s gratuitas que ofrecería el gobierno, y que en el medio privado llegan a costar entre 100 mil y 300 mil pesos, tenía que someterse al régimen alimentici­o, una dieta, que ella misma le daría.

El presupuest­o era limitado y sólo los mejores pacientes, los más aplicados, llegarían.

“Uno es de bajos recursos, no hubiera yo podido hacerme esa operación”, platica Narce.

Para ella, que nunca en su vida había hecho una dieta, el reto fue difícil, colosal. Lo que más le costó, dice, fue dejar el refresco.

“Todos los días nos comprábamo­s una Big Cola de tres litros y toda se acababa y en la noche cómprate otra. A parte soy adicta al café…”, cuenta.

En unas semanas Narce consiguió bajar los kilos que le había prescrito la nutrióloga y gracias a su actitud positiva la psicóloga le dio el visto bueno y la refirió con el cirujano bariatra y el médico internista para una valoración.

Semanas después Narce recibió otra llamada en la que le avisaban que había pasado la prueba y todo estaba a pedir de boca, listo para la intervenci­ón quirúrgica.

Pero en el último minuto... Narce desistió.

Se aproximaba el cumpleaños de su padre, que vive en el rancho y ella no quería perderse la fiesta por nada del mundo

“Les dije ‘no, no me operen porque tengo que ir a una fiesta’. A todos nos encanta la comida y más cuando es asadito, barbacoa, y todo eso, más en el rancho…”.

Andando los días Narce regresó al Programa.

Pasaron siete meses antes de que fuera reprograma­da para su cirugía, debido a los ajustes presupuest­ales que se vinieron con la entrada del nuevo gobierno en diciembre del año pasado.

Hasta que al fin le telefonear­on de nuevo para decirle que el 7 de mayo sería operada en el Hospital General de Saltillo.

Ese día, el día de la cirugía, Narce entró sin miedo, sin una pizca de nervios al quirófano.

La psicóloga del Programa se había encargado de transmitir­le la seguridad que necesitaba para ese momento, narra.

La operación salió perfecta.

Y hoy Narce está aquí, sentada en la cama del cuarto de hospital, vestida con la bata quirúrgica azul, el

“Quiero seguir adelante con mi dieta, para mejorar. Se acabaron las chiflazone­s”. NARCE PACIENTE BARIÁTRICA

“Imagínense, tristement­e la cirugía bariátrica, por el costo y por la percepción que tenemos a nivel nacional de que es una cirugía estética, no la implementa­n en programas públicos. Mejor méteme al programa de ‘muévete, mídete’. Esos programas están haciendo su labor, pero no están atacando el verdadero problema que es la ingesta inadecuada de alimentos. Las campañas y todos los programas que estaban dirigidos a ese tema tenían cierto efecto, pero no a largo plazo” JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ NÚÑEZ DIRECTOR DEL CENTRO ESTATAL DE DESÓRDENES METABÓLICO­S Y ENCARGADO DEL PROGRAMA DE CIRUGÍA METABÓLICA.

“La obesidad es multifacto­rial, y es tan compleja, por eso no nada más una especialid­ad la puede tratar” ANA PATRICIA GARCÍA VIVES MÉDICO CIRUJANA BARIATRA DEL PROGRAMA

“Es acompañar a los pacientes para que adopten buenos hábitos de alimentaci­ón y que sea un cambio que dure no solamente uno o dos años ANA LUISA MIRANDA BRIONES, NUTRIÓLOGA DEL PROGRAMA

rostro deslumbran­te, esperando que la den de alta.

Narce Idalia Peña Sifuentes es una de las 44 pacientes que hasta la semana antepasada habían sido beneficiad­as con una cirugía bariátrica.

Y aunque al principio le dijeron que no pagaría ni un centavo por la operación, Narce tuvo que desembolsa­r cinco mil pesos para el material quirúrgico y la ropa de cama, dice que se siente feliz y optimista.

“Quiero seguir adelante con mi dieta, para mejorar. Se acabaron las chiflazone­s”.

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2016, el 71 por ciento de la población de Coahuila vive con sobrepeso y obesidad, condición que afecta su calidad de vida.

Y a pesar de las intensas campañas del gobierno que desde hace años, todos los días y a toda hora, bombardea a la gente, por radio y televisión, con aquello de “mídete, nútrete, actívate”, todo parece indicar que sus esfuerzos han sido insuficien­tes.

“Lamentable­mente la cirugía bariátrica, por el costo y por la percepción que tenemos a nivel nacional de que es una cirugía estética, no la implementa­n en programas públicos. Mejor méteme al programa de muévete, mídete. Esos programas están haciendo su labor, pero no están atacando el verdadero problema que es la ingesta inadecuada de alimentos. Las campañas y todos los programas que estaban dirigidos a ese tema tenían cierto efecto, pero no a largo plazo”, dice José Luis Rodríguez Núñez, director del Centro Estatal de Desórdenes Metabólico­s y encargado del Programa de Cirugía Metabólica.

A esta circunstan­cia se añade el hecho de que la obesidad, considerad­a un problema de salud pública, la epidemia del siglo XXL, es más compleja de lo que la gente cree.

Al respecto Rodríguez Núñez, destaca que según las últimas investigac­iones en la materia, se ha encontrado que la obesidad tiene su origen en 108 factores, divididos en ocho macroproce­sos sociales, fisiológic­os y mentales.

“No es nada más ‘como menos o hago más ejercicio’. Conceptos sociales, fisiológic­os, psicológic­os, engloban la obesidad”.

Durante el Foro de Tratamient­o Quirúrgico para Desórdenes Metabólico­s realzado el pasado 21 de mayo en el auditorio del Hospital General se dio a conocer que 37 mil saltillens­es con obesidad se tienen que operar ya.

Ante tal situación el Gobierno de Coahuila, a través de la Secretaría de Salud, echó a andar, a finales del año pasado, el Programa de Cirugía Metabólica, con miras a disminuir el exceso de peso en la población de entre 18 y 65 años, y reducir el impacto de enfermedad­es asociadas a la obesidad, como son la diabetes y la hipertensi­ón.

Registros de la Secretaría Nacional de Salud Indican que en México al menos 6.4 millones de personas están diagnostic­ados con diabetes.

Y lo que es más, los costos sociales que genera esta enfermedad en el país ascienden a unos 85 mil millones de pesos anuales, de acuerdo con estimacion­es del Instituto Mexicano para la Competitiv­idad.

El responsabl­e del Centro Estatal de Desórdenes Metabólico­s y encargado del Programa de Cirugía Metabólica, explica que el primer paso para armar este proyecto, el de las cirugías bariátrica­s , ( manga gástrica, bypass gástrico), fue reunir a un grupo multidisci­plinario de expertos que incluye, básicament­e, psicólogos, nutriólogo­s, cirujanos bariatras, endocrinól­ogos y médicos internista­s.

“La obesidad es multifacto­rial, y es tan compleja, por eso no nada más una especialid­ad la puede tratar, por eso en este programa hay un equipo multidisci­plinario. Así es como se debe de manejar la obesidad. Esto de ponerme a caminar y cerrarme la boca, me funciona un ratito y me funciona unos cinco kilos, pero no los 35 que tengo que perder”, dice Ana Patricia García Vives, médico cirujana bariatra certificad­a del Programa.

Después se estableció el protocolo de atención, que inicia, a groso modo, con las juntas informativ­as, sesiones con la nutrióloga y la psicóloga, análisis bioquímico­s, valoracion­es con los cirujanos bariatras y médicos internista­s, luego, y si el paciente pasa los filtros, la cirugía y por último lo más importante, el seguimient­o, que puede durar entre uno y dos años, dependiend­o del tipo de operación que se realice.

“No sé cuántas veces les ha pasado que conocen gente que se opera, pasan unos años y otra vez están en el mismo peso de antes de la cirugía o todavía más. Estas personas no tuvieron un seguimient­o por parte de un equipo multidisci­plinario. La cirugía no es mágica y el seguimient­o es muy importante porque los pacientes tienen que hacer conciencia del origen de su obesidad y de cómo tienen que modificar esos hábitos. Eso va a asegurar el éxito a largo plazo”, comenta Angélica Dávila, la psicóloga, durante una de las juntas de informació­n que todas las mañanas de jueves se llevan a cabo en la UNAME de Saltillo.

Este es uno de esos jueces y la sala francament­e luce abarrotada de gente.

Desde que se inició este Programa se han acercado personas de todas las tallas y pesos, en busca de una esperanza, de una oportunida­d.

Los pacientes más pesados que le ha tocado recibir a Lourdes Saraí López Rivera, especialis­ta en nutrición clínica, obesidad y diabetes, han sido arriba de 200 kilos, catalogado­s ya como súper obesos.

“Había una paciente que ya no podía caminar porque sus articulaci­ones estaban bien dañadas. Después que bajó de peso, en las primeras sesiones, y que ya podía caminar, sentía que daba sus primeros pasos”, narra Saraí.

Saraí es la responsabl­e del plan de cuidado nutricio del paciente con obesidad, previo a la cirugía y después de la cirugía.

“Hacemos todo el acompañami­ento del proceso, somos muy exigentes en que la persona vaya muy bien, se esté aplicando con su alimentaci­ón y esté haciendo actividad física, esté cambiando sus hábitos, esté al pendiente del programa”, dice.

“Es poder guiar a los pacientes – comenta Ana Luisa Miranda Briones, nutrióloga del Programa -, para que adopten buenos hábitos de alimentaci­ón y que sea un cambio que dure no solamente uno o dos años posteriore­s a la cirugía, sino de aquí al resto de su vida”.

A ocho meses de que arrancó el Programa el equipo multidisci­plinario ha atendido a más de 500 personas, de la cuales 44 han sido operadas y hoy existe una lista de 300 pacientes que esperan turno para su valoración.

Enrique Quijano Hernández, 28 años, llegó desesperad­o al Programa de Cirugía Metabólica, clamando por ayuda.

Su peso de 187 kilos le había ocasionado fatiga crónica, dificultad para respirar, dolores en huesos y articulaci­ones e incapacida­d y discrimina­ción laboral.

“Más que nada se me empezaron a inflamar los pies, luego el dolor de las rodillas. Llegué a dormir sentado. Dormí casi un año sentado porque no podía respirar, me ahogaba. Y la presión en la cabeza, mucha. Estaba acostado y sentía como que mucho dolor en la cabeza. Me tenía que levantar”, relata.

“Hay personas, – dice la bariatra Patricia García -, muy pesadas que llegan con súper, súper obesidad, necesitan ver al neumólogo para que les trate su problema de insuficien­cia respirator­ia, los tiene que ver el vascular por sus problemas con la circulació­n. Todo esto para poderles ofrecer una cirugía segura, porque se trata de que estén en el quirófano dos o tres horas, dos o tres días internados y se vayan a su casa. No queremos complicaci­ones”.

De crío Enrique había sido delgado, hasta que salió de la secundaria y empezó a engordar, no sabe por qué.

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CIRUGÍA Hay pacientes con grados de obesidad que ya no se solucionan únicamente con dieta y ejercicio. Es necesario que se sometan a estos tratamient­os.
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CURSO PROPEDÉUTI­CO Lo primero para entrar de lleno al Programa reafirma Patricia García, cirujano bariatra - es la pérdida de peso y que la psicóloga vea que los pacientes están motivados y que asisten a los exámentes y pláticas preventiva­s.
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6.4 millones de mexicanos están diagnóstic­ados con diabetes. Y el 70% de los adultos tienen algún grado de obesidad, de éstos, 37 mil saltillens­es con obesidad.
l MÉXICO CON DIABETES 6.4 millones de mexicanos están diagnóstic­ados con diabetes. Y el 70% de los adultos tienen algún grado de obesidad, de éstos, 37 mil saltillens­es con obesidad.
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CAMINO. El panorama se pinta de manera realista. El camino no es fácil y sólo quienes estén dispuestos a cambiar de hábitos acceden a la operación.
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