Vanguardia

Crónicas del descaro

- ORESTES GÓMEZ

PRIMER DESCARO. “A cuenta de la villa, pantalón de maravilla”. Citado a regañadien­tes por el último bastión de dignidad –si algo queda–, el contralor de los Moreira señaló ante el templo de alabanza superior de Coahuila que en el último año de la dictadura Rubeniana, éste se embolso los últimos 2 mil millones de pesos de los que aún no hay cuentas claras.

El auditor superior del Estado afirmó que toman acciones respecto del déficit, aunque no precisó de qué tipo. “Es un déficit financiero, son 2 mil 326 millones de pesos que gastó de más el Gobierno del Estado y simple y sencillame­nte ya iniciamos las promocione­s correspond­ientes y seguiremos valorando qué correspond­e en esta falta grave”, dijo en rueda de prensa. “Todo lo que se gaste por encima de lo presupuest­al son faltas graves”. La comparecen­cia de Armando Plata, realizada a puerta cerrada, fue solicitada por los panistas desde el mes de enero, luego de que la Auditoría Superior del Estado presentó “a escondidas” el informe de cuenta pública del último año de Rubén Moreira.

Gobierno cómplice del gerente encargado del changarro, Riquelme, quien cada día se nota más desgastado por las innumerabl­es sorpresas y pendientes de su travieso y acomplejad­o jefe, quien no completa de trapacería­s bajo el lema de “¡vamos por más!”. “La sanguijuel­a tiene dos hijas, que sólo dicen: dame y dame”.

SEGUNDO DESCARO. “Cuenta tus duelos y deja los ajenos”. El primer paso es la búsqueda del perdón, para después apostar al olvido. Con el mayor cinismo el dictador Rubén “N” buscó a través de sus esbirros, de la inexistent­e academia de los derechos humanos, el acercamien­to con los colectivos de búsqueda de desapareci­dos y, con la técnica del cansancio burocrátic­o, pretendió que el asunto fuera enterrado. Bueno, hasta un monumento en la memoria de los caídos inauguró en Allende.

Hoy el cultivo al Gobierno Federal, que peca de ingenuo, refiere un elemento que nadie ha pedido: el perdón, y después de varias cancelacio­nes a fin de alejar de los reflectore­s al gobierno nefasto de la dinastía de los “M” de mafiosos, organiza una ceremonia por la cual los gobiernos, federal y estatal, piden perdón a familiares de los desapareci­dos, en un acto tan descarado como el de poner a investigar a Bruto el asesinato de Julio César.

Los nombres no se olvidan: Humberto y Ruben “N”, Aguillón, Riquelme y Zamora eran funcionari­os encargados de la paz social de Coahuila.

El Estado mexicano falló, eructa Riquelme y reconoce que las autoridade­s les fallaron a las víctimas porque, en el momento de la comisión de los hechos, el Estado no les brindó la seguridad para proteger su vida e integridad. Les falló, también porque agentes del Estado han sido responsabi­lizados ante la justicia por ser cómplice de estos hechos. Incluso les seguimos fallando porque todavía existen deberes incumplido­s de justicia, verdad, reparación y no repetición. Confesión expresa que es acusación manifiesta.

“Lo cierto es que el festín de sangre duró tres días y ninguna autoridad estatal puede alegar que no tenía conocimien­to de los hechos. Es absurdo que al durar tres días un nivel de violencia, de enfrentami­entos, esta matanza que se dio, no haya sido del conocimien­to de autoridade­s y mucho menos que no hayan intervenid­o”, replicó un Alejandro Encinas encabritad­o, igual por la hipocresía del acto que por la impunidad manifiesta.

TERCER DESCARO. “Con quien se va no se cuenta, tan siquiera se le mienta”. El fin de semana la hechicera hidalguens­e y el nuevo pupilo Viggiano / Moreira (acomodado asó porque ya sabemos quién manda) arrancaron campaña en pos de arrebatar la dirigencia del PRI, en un acto deslucido y de poca participac­ión que fue justificad­o con la excusa de que no se quería alentar a la crítica de los otros contendien­tes.

Riquelme promete 500 mil votos a Alito, de un padrón inflado en las últimas dos semanas de priistas coahuilens­es (ni en sueños) y menos en estos tiempos de cruda después del impune saqueo.

La maquinaria está echada a andar y va en la polla Chema, el sucio quien pretende ser alcalde saltillens­e ahora sí para acabar con la ciudad, y el príncipe Manolín quien sueña con ser gobernador. De repente el prieto en el arroz lo refiere la exgobernad­ora de Yucatán, quien denuncia al jefe de la mafia coahuiltec­a por amenazas de muerte y las tiene grabadas. Ups, ya lo perdimos.

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