Vanguardia

JUSTICIA SOCIAL Y BIENESTAR

- jesus50@hotmail.com JESUS H. GONZÁLEZ DE LEÓN

La justicia está en vías de extinción.

Los abogados no pueden litigar porque algunos jueces se venden al mejor postor.

El derecho a la propiedad privada esta bajo amenaza; los delincuent­es gozan de impunidad. Las institucio­nes que deberían impartir justicia no funcionan.

El Gobierno no cumple con su papel de protector, ni garante del bien común. El pacto social se rompió: El ciudadano que paga impuestos se siente desprotegi­do cuando las institucio­nes de justicia están corrompida­s.

El sentido que Aristótele­s da a la justicia es el de abstenerse de la pleonexia, esto es, de obtener para uno mismo cierta ventaja apoderándo­se de lo que pertenece a otro, sus propiedade­s, sus remuneraci­ones, su empleo o cosas semejantes, o negándole a una persona lo que le es debido, el cumplimien­to de una promesa, el pago de una deuda, el mostrarle el debido respeto, etc.

Se dice que la justicia es ciega, imparcial. Así se le dibuja, con una venda y una balanza. La justicia no debería distinguir clases sociales ni intereses particular­es o políticos.

A veces los ricos salen bajo fianza y los pobres se quedan en la cárcel. A veces la justicia juega a ser Robin Hood y le quita al rico para darle al pobre, con tal de que el pobre vote por Robin Hood.

“Las institucio­nes políticas y un sistema de leyes se hallan entre los medios para la paz. (imagínese cómo serian las cosas sin gobierno o sistema de propiedad o castigos en absoluto)”.

El ejercicio de imaginació­n que plantea Hobbes no es siempre verdadero, pues muchas personas perseguida­s por los gobiernos represivos estarían mejor, o no estarían peor, si no hubiese gobierno en absoluto. Asume que el Gobierno no es represivo y que la impartició­n de justicia funciona. La realidad no es así.

“Si es una convención de la democracia promover el bien común, y si la justicia es el bien común, entonces el propósito y papel primarios de un gobierno que se dice democrátic­o es promover la justicia….

En el mundo ideal los legislador­es democrátic­os deliberan sobre las medidas más importante­s para lograr los principios de la justicia. No buscan promover los intereses de los individuos poderosos, votan primero para satisfacer las demandas del bien común.

El estado de bienestar se originó en 1930, es una idea defectuosa del capitalism­o (aunque hoy la practica la izquierda). La idea concibe que “…el nivel general de bienestar de la sociedad podría incrementa­rse al aliviar la pobreza causada por el desempleo, la discapacid­ad y la vejez.

Es verdadero hasta cierto punto, mientras los pagos de bienestar no creen desincenti­vos para trabajar que socaven el nivel de resultados y la eficiencia de los mercados laborales.

Se presume que hay un nivel óptimo de asistencia pública para los más pobres que les paga justo lo suficiente para aliviar hasta cierto punto su insatisfac­ción, sin mejorar a tal grado su posición que ya no estén dispuestos a tomar un empleo cuando esté disponible”.

No resulta justo que estos apoyos se entreguen de manera discrecion­al y directa. No siempre se dan a quienes más los necesitan, sino con criterios políticos clientelar­es.

Rawls afirma la idea de que todas las personas sanas deberían ser alentadas a trabajar en una democracia bien ordenada. No considera apropiado proporcion­ar a las personas pagos de “bienestar” completo si son capaces, pero no están dispuestos a trabajar.

Al proveer un mínimo social para todos, sea que trabajen o no, el Estado de bienestar puede alentar la dependenci­a entre los menos favorecido­s y un sentimient­o de haber sido dejados fuera de la sociedad.

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