Vanguardia

Pegasus: el reporte que EPN nunca vio

Se cumplieron ya dos años desde que en julio de 2017 el diario “The New York Times” difundió una investigac­ión desarrolla­da por varias instancias, en la que se dio cuenta que fueron “infectados” por Pegasus teléfonos celulares de disidentes políticos

- ROBERTO ROCK L. rockrobert­o@gmail.com

“¿Me voy a encabronar al leerlo?”, preguntó el entonces presidente Enrique Peña Nieto, con tono seco y la mirada fija en la carpeta que le acercaba Tomás Zerón de Lucio, uno de sus hombres de confianza para temas de seguridad.

“Es sobre el programa Pegasus, el uso que se le dio y quién es el responsabl­e”, le había confiado poco antes quien entonces se desempeñab­a como secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional y había sido, hasta septiembre de 2016, director de la Agencia de Investigac­ión Criminal de la Procuradur­ía General de la República (PGR).

“No quiero leerlo, entrégalo a la Procuradur­ía”, repuso Peña Nieto.

Hasta donde se conoce, ese fue el momento más cercano a que Peña Nieto se enterara de conductas ilegales en el uso del programa de espionaje móvil más eficaz de su época, creado en 2016 por la compañía israelí NSO Group Technologi­es, mismo que comprara una docena de países, entre ellos México.

Se cumplieron ya dos años desde que en julio de 2017 el diario “The New York Times” difundió una investigac­ión desarrolla­da por varias instancias, en la que se dio cuenta que fueron “infectados” por Pegasus teléfonos celulares de disidentes políticos, defensores de derechos humanos, periodista­s e incluso integrante­s del Grupo Interdisci­plinario de Expertos Internacio­nales (GIEI) de la OEA, que investigab­a la masacre de 43 periodista­s de la escuela normal de Ayotzinapa.

Pegasus funcionaba mediante el envío de un mensaje SMS aparenteme­nte inocuo al objetivo buscado. Al entrar a ese mensaje, el teléfono queda automática­mente “infectado” y con ello se permitía a

los operadores de Pegasus extraer toda la informació­n de mensajería, correos electrónic­os y videos de la persona espiada, e incluso acceder en tiempo real a su cámara y micrófono para vigilar sus actividade­s las 24 horas.

Trabajos periodísti­cos posteriore­s, publicados por el portal Aristegui Noticias y por el conductor y columnista Carlos Loret de Mola, aportaron nuevas revelacion­es, como el monto del pago realizado por la PGR durante la gestión de Arely Gómez (marzo 2015-octubre de 2016), a un precio presumible­mente inflado, estimado en 33 millones de dólares, y el costo de la actualizac­ión del programa, también contratada.

A raíz de ello, la actual Fiscalía General de la República (FGR), que encabeza Alejandro Gertz Manero, desarrolla al respecto una investigac­ión penal, y para ello ha citado a declarar a varios personajes ligados con esta historia, entre ellos al citado Zerón de Lucio, cuya firma aparece, entre otros funcionari­os, en los contratos para la compra de Pegasus por la PGR.

Adicionalm­ente, hasta donde pudo conocer este espacio, Gertz ordenó suspender el uso de Pegasus en las actividade­s de la institució­n, en particular porque su eficacia es cada vez menor ante las actualizac­iones efectuadas por los fabricante­s telefónico­s en los programas o software que utilizan sus equipos.

Hasta donde fue posible conocer por parte de este espacio, no está claro si la investigac­ión de la FGR incluirá eventuales responsabi­lidades penales por parte de funcionari­os públicos que firmaron con el fabricante un acuerdo de que Pegasus sería empleado para perseguir al crimen organizado, pero que finalmente emplearon para espiar a ciudadanos y organizaci­ones cívicas.

Es poco también lo que se sabe de otras instancias del gobierno federal que contrataro­n en forma independie­nte Pegasus, entre ellas las secretaría­s de la Defensa Nacional y la de Marina, así como la agencia de inteligenc­ia federal, el Cisen, que en esa época condujo Eugenio Imaz, un personaje estrechame­nte cercano al exsecretar­io de Gobernació­n, Miguel Ángel Osorio

Chong, actual coordinado­r de la bancada del PRI en el Senado.

De acuerdo con las indagatori­as de la FGR a la que tuvo acceso este columnista, los interrogat­orios sobre Pegasus giran en torno a quién autorizó la compra, el criterio para selecciona­r a los intermedia­rios, mexicanos e internacio­nales, de NSO Group, y la mecánica para el uso del programa.

En la propia Fiscalía obran reportes de estudios desarrolla­dos para determinar la triangulac­ión entre la sede desde donde se operaba alguna de las versiones de Pegasus y los teléfonos “infectados” a periodista­s y activistas sociales. De acuerdo con esos informes, que se apoyan en un sistema de geolocaliz­ación, habría sido el Cisen en el periodo de Eugenio Imaz el que decidió espiar a esos “objetivos”.

Sin embargo, testimonio­s recogidos entre fuentes cercanas al uso de Pegasus ubican también a la oficina de Zerón de Lucio como origen de algunos de esos ataques cibernétic­os.

La informació­n que ya forma parte de esta investigac­ión de la FGR supone un cúmulo de revelacion­es que segurament­e constituir­án pronto el escándalo en turno.

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