Vanguardia

Miscelánea política dominical

- J. ALFREDO REYES

El policía Osorio Chong. Como responsabl­e de la seguridad de este País, el exsecretar­io de Gobernació­n Miguel Ángel Osorio Chong fue un rotundo fracaso. Y aquí no vamos a insultar a nadie con el remoquete del “policía chino” porque los orientales son buenos policías. Al menos los mexicanos con apellido del medio y lejano oriente lo fueron de manera sustantiva, bastan los ejemplos de Jesús Miyazawa, Miguel Nazar, Salomón Tanús, Rafael Zhao y Julián

Slim, entre otros. Pero Osorio Chong fue la excepción de la regla y un fiasco como ministro responsabl­e de la seguridad en el sexenio de Peña Nieto, tanto así, que para el 2017 la cantidad de homicidios ya había superado el peor año del sexenio de Felipe Calderón y, asimismo, como ya sabemos ahora, también igualó las pifias de ese sexenio panista y así como

Genaro García Luna filmó la falsa aprehensió­n de la francesa Cassez, Osorio Chong también engañó con la falsa captura de Javier Duarte. Ambos casos propios del clásico “policía chino”. Y que conste, sin ofender.

La “K” de Marko Cortés. Lo que más distingue al actual presidente nacional del PAN es que escribe su nombre con “K”, lo cual hace intrascend­entes a otros dirigentes de ese partido que no tuvieron la fortuna de que sus apellidos fueran “Khristlieb”, “Konchello”, “Kastillo”, “Kalderón” o “Kofiño”, que otra cosa hubieran sido con la magia de la letra “K”, que representa un sonido obstruyent­e, oclusivo y sordo, justo como don Marko, que acaba de hacer una tremenda pataleta porque su bancada que es mayoría en el Congreso local de Baja California se

vendió al morenista Jaime Bonilla, incluyendo sus diputadas, damitas que en otros tiempos eran las vírgenes vestales del fuego panista y que ahora, son señaladas de haberse vendido por un millón de dólares, quedando peor que la “Chapodiput­ada” panista, presa en EE UU al igual que su amasio el Chapo Guzmán, lo cual nos hace decir que de verdad está “kabrón”, con “K”, tanto desmadre panista.

El poeta Luis Fernando. Ya en temas más vernáculos diremos que este personaje es un economista que gusta de escribir poemas y publicar algunos de sus versos, también es editoriali­sta y comentaris­ta en radio, el más fiel militante del PRI en la entidad y un destacado liberal juarista a quien, por respeto a sus firmes conviccion­es, jamás lo vamos a criticar como matraquero tricolor pero, como en todos los casos brillantes siempre hay un “pero”, el único reproche que le hacemos a Luis Fernando es que ahora va por los cafés de Saltillo llevando sus poemas y sometiendo a sus amigos a la lectura de los mismos, lo cual implica un verdadero suplicio porque los versos son bastante malitos, tanto así, que al paciente Salas lo acaba de regresar al hospital con una taquicardi­a tremenda y lo peor de todo es que el profesor Berrueto se los festeja y le da cuerda para seguir mutilando la épica y la estética. Está bien que Luis Fernando diserte y pontifique sobre temas políticos y sociales pero por piedad, don Arturo, convénzalo para que ya no cometa ese atroz atentado en contra de sus amistades: la tortura de tener que escuchar sus versos letales.

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