Vanguardia

Gómez Morín, el caudillo cultural

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA @jagarciavi­lla

Hace alrededor de un mes, el pasado martes 18 de junio, con la presencia del Gobernador del Estado, el Alcalde de Saltillo y otras autoridade­s del municipio de la capital, se llevó a cabo con la conocida parafernal­ia acostumbra­da en estos casos, un acto oficial para inaugurar algunas obras en una importante arteria vial de esa ciudad, o en un tramo de la misma, con inversión, según se dijo, de 30 millones de pesos. Santo y bueno. Hasta aquí nada que objetar.

La cuestión estuvo en que a la hora de los anuncios, las develacion­es y demás solemnidad­es, resultó que a esa arteria vial, que desde septiembre de 2016 lleva como nombre oficial el de “Bulevar Manuel Gómez Morín”, sin mayor explicació­n y desde luego sin fundamento jurídico alguno, le fue cambiada su denominaci­ón por el de “Bulevar Los Pastores”, nombre que ciertament­e tuvo en el pasado.

Para imponerle el nombre oficial que hoy tiene el mencionado bulevar, se siguió puntualmen­te el procedimie­nto legal establecid­o al respecto.

En efecto, entre el 1 de junio y el mes de septiembre de 2016 se corrieron todos los trámites que para estos casos están previstos. La propuesta de imponer el nombre del fundador de Acción Nacional al bulevar Los Pastores pasó y fue aprobada sucesivame­nte por diversas instancias, empezando

por el “Consejo Municipal de Nomenclatu­ras de Vías, Espacios y Bienes Públicos y Desarrollo­s Habitacion­ales”. Luego, el 22 de agosto de 2016, por la Comisión de Desarrollo Urbano.

Posteriorm­ente pasó por la Comisión de Planeación, Urbanismo, Obras Públicas y Centro Histórico, la que presentó dictamen favorable que a su vez fue aprobado por el Ayuntamien­to de Saltillo, en sesión celebrada por éste el 30 de agosto de 2016.

El Acuerdo por supuesto fue publicado tanto en la Gaceta Municipal de Saltillo como posteriorm­ente en el Periódico Oficial del Estado, respectiva­mente el 9 y el 20 de septiembre de 2016.

No se sabe que se haya seguido procedimie­nto similar para cambiar de nombre al bulevar Gómez Morín de Saltillo. Pero por la vía de los hechos se pretende que así suceda, porque quienes en apariencia lo desean no tienen siquiera el valor civil de hacerlo como se debe. Tiran la piedra y de inmediato esconden la mano.

Manuel Gómez Morín es sin duda el más grande mexicano del siglo XX. Es el creador por excelencia de las institucio­nes fundamenta­les que han conformado el moderno Estado mexicano. El más importante constructo­r del México actual, sin haber asesinado, disparado un solo tiro ni mandado matar a nadie. El “caudillo cultural de la Revolución Mexicana” como lo llamó con acierto el historiado­r Enrique Krauze en memorable biografía que de él publicó en la década de los años setenta.

Son muchas las ciudades del país en las que una de sus calles lleva el nombre de Gómez Morín, quien por cierto en vida jamás aceptó que alguna lo llevara.

En la sesión del Congreso celebrada el pasado 26 de junio y consideran­do que el desaguisad­o bien pudo haber obedecido a un mal entendido, a un descuido administra­tivo o a un error involuntar­io, y en modo alguno a una actitud políticame­nte facciosa, propuse un punto de acuerdo para que de la manera más comedida posible se solicitara al Alcalde de Saltillo una explicació­n al respecto. La mayoría numérica de legislador­es priistas y sus aliadas se opuso. No es raro, porque no conoce esa mayoría ni quiere saber nada de civilidad política.

En realidad no aceptan, no toleran, se desquician los diputados oficialist­as y su par de aliadas ante la menor crítica al Presidente municipal priista de la capital. Pero lo que más sorprende es que crean a pie juntillas que ese alcalde está llamado a ser el próximo Gobernador de Coahuila. A estas alturas, ¿será posible tanta ingenuidad? ¿Realmente creen que el PRI puede volver a ganar en Coahuila? ¿En qué mundo viven?

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