Vanguardia

¿Qué tan secretos son los pensamient­os?

- Gaby Vargas

LA AUTORA

Empresaria, conferenci­sta a nivel nacional e internacio­nal, primera asesora de imagen de México, comunicado­ra en prensa escrita, radio y televisión, esposa, madre de tres hijos y abuela de ocho nietos. iempre pensé que mis pensamient­os y emociones eran completame­nte secretos y que si no los hablaba, que darían guardados sólo para mí, por lo que no afectarían a nadie. ¡Qué equivocada estaba!

¿Alguna vez has tirado una piedrita a una alberca o a un lago? Sin asombrarno­s, vemos la onda que se forma alrededor. Te invito a mirar ese efecto con nuevos ojos, a percibir la energía o vibración de la piedra cuando interactúa con el agua y, su viaje en ondas circulares desde el centro hacia afuera. A pesar de que la piedrita toca una mínima parte de la superficie, su impacto es mayor.

Ahora imagina que arrojas dos, tres, cuatro piedritas., verás cómo las ondas interactúa­n y se impactan unas a otras hasta formar una gran onda. Esa es la naturaleza de la energía. Lo mismo sucede con las ondas de la luz y del sonido, las cuales viajan en rangos de espectro a través del aire y del espacio de maneras que no podemos percibir, tal como sucede con las microondas, los rayos -X, las radio frecuencia­s y las ondas electromag­néticas. Todo en el universo vibra y la energía respectiva se desplaza en ondas de distintos patrones y frecuencia­s.

¿Por qué habría de ser diferente con nuestros pensamient­os y emociones si son impulsos eléctricos con una frecuencia vibratoria que un electroenc­efalograma o electrocar­diograma puede leer?

Podríamos afirmar, entonces, que cada pensamient­o genera un big bang: un pensamient­o crea una emoción o energía en movimiento, que a su vez genera una vibración;, esa vibración tiene una frecuencia y la frecuencia compuesta por señales eléctricas lleva informació­n. Dicha informació­n impacta en primer lugar a nuestras células, órganos y sistemas. Después se expande como las ondas en el agua e impacta a los más cercanos.

De hecho, al ser seres de energía, todo el tiempo emitimos informació­n, como si fuéramos una estación de radio.

¿Tú qué transmites?

La pregunta se vuelve importante si eres padre o madre de familia. Los niños son especialme­nte sensibles a esa informació­n que viaja en el espacio dentro de una casa o un lugar determinad­o. Recuerdo una vez,cuando mis hijos eran pequeños, en la que mi esposo y yo tuvimos una discusión dentro de nuestra recámara. Al bajar a la cocina a ver a los niños que merendaban, traté de actuar como si nada y mi hija mayor, que tendría unos cinco años, de inmediato me preguntó: “¿Qué te pasa, mamá? algo te pasa, ¿dime qué es?”. A pesar de la sonrisa que fingí, Paola percibió mi estado de ánimo.

Comprender que nuestros pensamient­os y emociones no son en absoluto secretos en especial para los niños, conlleva la enorme responsabi­lidad de ser consciente­s de lo que emitimos sin palabras. Esa informació­n impactará inexorable­mente su seguridad personal y autoestima. Así que no sólo habitamos el planeta, sino que, en cada momento, para bien o para mal, impactamos todo y a todos.

Es así que, a lo largo de los años, cada uno de nosotros crea una especie de huella energética, compuesta de diversos pensamient­os, emociones y experienci­as que en automático solemos tener, pensamient­os inconscien­tes, que quizá ni nosotros aceptamos tener. Con ellos formamos una especie de sopa que tiene una vibración única, misma que los demás perciben cuando interactua­mos o cuando alguien piensa en nosotros. Es así que nos ganamos el mote de “buena onda”, “mal vibroso”, “amargada”, “siempre feliz” y demás.

Como podrás ver, querido lector, querida lectora, nuestros pensamient­os son tan secretos como una estación de radio a todo volumen.

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