Vanguardia

¿La partícula de Dios?

- MARCOS DURÁN @marcosdura­nf

Hace una semanas se cumplió un aniversari­o del que ha sido hasta ahora el anuncio más importante en la historia, cuando el 4 de julio del año 2012 la Organizaci­ón Europea para la Investigac­ión Nuclear (CERN), integrada por un grupo de más de 6 mil investigad­ores de 80 países, entre ellos México, ubicado en Ginebra, Suiza, anunciaba que había tenido éxito trabajando en el acelerador de partículas más potente del mundo, una instalació­n que mide 27 kilómetros de circunfere­ncia y que tuvo un costo de más de 10 mil millones de euros y en donde se hacen chocar protones a casi la velocidad de la luz, es decir, 300 mil kilómetros por segundo. Fue así que se comprobó la teoría del también llamado “Bosón de Higgs”, nombrado así en honor del físico británico Peter Higgs quien hace 50 años afirmó que el vacío no estaba tan vacío. Así se nos dio una explicació­n de la creación del universo a través de un pequeño y controlado “Big Bang”, la explosión que habría dado pie a su origen. Lo que los científico­s lograron fue quizás el más grande descubrimi­ento en la historia de la humanidad: “la partícula de Dios” o la transforma­ción de la energía en materia.

Este fenómeno, que se dio sólo por algunos segundos y que fue observado por cientos de personas en el CERN, comprobó la teoría del “Bosón de Higgs” explicando el universo visible, es decir, la parte del universo que hemos estudiado que es sólo el 5 por ciento, y podría ayudar a comprender el universo oscuro: el restante 95 por ciento y toda la materia y energía del universo que, por cierto, está en constante expansión. Se ha comprobado entonces la existencia de una partícula teorizada hace medio siglo por Peter Higgs y que hacía posible un universo con galaxias, sistemas planetario­s, lunas y soles, y en medio de ellos seres vivientes como el hombre. La ciencia nos dice que sin el “Bosón de Higgs” las partículas no tendrían masa y por consiguien­te no existiríam­os, pues las partículas se desplazarí­an a la velocidad de la luz y no habría partículas compuestas. Esto es algo que vivimos a diario, pero que no lográbamos comprobar y mucho menos entender. De ese tamaño es el descubrimi­ento de este grupo de científico: entender las fuerzas de la naturaleza en el universo, por eso el otro nombre un poco más filosófico o hasta teológico: “la partícula de Dios”.

Pero aunque las leyes de la ciencia han logrado comprobar la existencia del “Bosón de Higgs”, explicando cómo la energía se llegó a transforma­r en materia, aún quedan muchas incógnitas por resolver y curiosamen­te siguen siendo las mismas preguntas que nos hemos hecho en los más de 160 mil años de historia registrada del hombre en la tierra: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿hacia dónde vamos? Así de sencillo, pero también así de complicado.

Miles de hombres y mujeres de gran sabiduría, connotados científico­s trabajando en cooperació­n y miles de millones de euros invertidos en cualquier cantidad de investigac­iones y aún no logramos entender nuestro origen y destino. El mismo Einstein llegó a declarar que las ideas o teorías que se refieren a la realidad no son ciertas y, si son ciertas, no se refieren a la realidad. Porque si apenas hemos entendido como se crea la energía en materia, la siguiente pregunta sería cómo se crea la energía de la cual conocemos según la ley de la conservaci­ón: “no se crea ni se destruye, solo se transforma”, es decir, la energía siempre ha estado y estará ahí. A partir de eso podríamos volver a la discusión eterna de preguntar si la energía la creó una pequeña cantidad de masa y esta energía a su vez creo una cantidad de masa más grande. Seguiríamo­s entonces sin dar respuesta a la pregunta original: ¿Quién o qué creó el origen de todo, el chispazo original?

Quizás el entendimie­nto del universo y el hombre lo podría encontrar en las palabras del científico alemán Max Planck, Premio Nobel de Física en 1918 obtenido por su papel en el avance de la física y en el descubrimi­ento de la teoría cuántica, que afirmaba que “para los creyentes Dios está en el principio de todo y para los físicos al final de todas las considerac­iones”. Si no es ninguna de las dos, entonces posiblemen­te nada tenga explicació­n.

El mismo Einstein llegó a declarar que las ideas o teorías que se refieren a la realidad no son ciertas y, si son ciertas, no se refieren a la realidad

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