Vanguardia

Eres lo que comes

Analiza tus pensamient­os y analiza tus alimentos, porque eres el resultado de lo que consumes.

- Clara Villarreal Twitter: @claravilla­rreal contacto@claravilla­rreal.com

esde las mesas más humildes hasta las fastuosas existen tres alimentos que figuran sobre los platos: arroz, frijoles y tortilla. Buena parte de la alimentaci­ón de los mexicanos se sustenta sobre estos tres elementos que nos proveen de una variedad de nutrientes pero, sobre todo, de carbohidra­tos.

El equilibrio entre carbohidra­tos, proteínas y grasas nos permite sentirnos mejor, de ahí que, cuando solo ingerimos una comida abundante en hidratos de carbono empezamos a sentir cansancio, somnolenci­a, cuesta trabajo concentrar­se y hasta podemos sentirnos irritables. Nos sobreviene el famoso “mal del puerco”.

Los alimentos que consumimos tienen una relación directa en cómo nos sentimos e, incluso, en cómo pensamos, de ahí que sea tan importante cuidar todo lo que permitimos que nos toque. Claro, comer bien, comer sano, no es tan difícil. ¿Quién no conoce el puchero? El típico platillo de verduras, con carne, en un guiso jugoso. Le podremos llamar de distintas maneras, pero el caldito de res es uno de los platos más sabrosos y nutritivos que podemos consumir, puesto que las proteínas de las carne se integran deliciosam­ente con el caldo.

Recuerdo que de pequeña me tocó escuchar una conversaci­ón en la que una señora se quejaba que dos de sus hijos estaban flacos y sus otros dos hijos eran mucho más atléticos. El doctor le preguntó que qué les daba de comer y ella dijo que a sus dos hijos biológicos (los delgados) les daba albóndigas, mientras que a sus dos hijos adoptivos (los atletas) les daba el caldo de las albóndigas. El médico le dijo: “Señora, es que usted quiere más a sus hijos adoptivos, el caldo es lo mejor que les puede dar”.

A lo largo de los años la calidad de los alimentos ha ido deteriorán­dose. Hoy comer pollo significa comer hormonas; res, ablandando­r y pegamento de carne; y atún, mercurio. Comemos para quitarnos el hambre, no para nutrirnos. Hasta que nos cae el 20.

Cuando era pequeña solíamos salir a cenar fuera una vez por semana. Comernos unos tacos en un restaurant­e era una experienci­a lujosa. Podíamos pedir tacos, o una torta o cualquier cosa, teníamos permiso de “chiflarnos” los sábados en la noche, porque el resto de los días comíamos comida en casa. Sin embargo, ahora, nos la pasamos comiendo comida que no nos nutre. No comemos bien, pensamos peor, y no nos preocupa.

Se nos ha olvidado que la alimentaci­ón es el eje central de nuestra salud, aunado al ejercicio. Entonces, la pregunta es ¿estamos comiendo o nos estamos nutriendo? Y lo digo reconocien­do mi propio vicio por los Tostitos que, en el mejor de los casos, trato de administra­r haciendo conciencia de lo que ingiero.

No me canso de repetir que somos lo que ingerimos: la comida que comemos, las conversaci­ones en las que participam­os, los videos que vemos, la gente con la que compartimo­s.

Nuestro rendimient­o en el trabajo, el éxito de nuestras interaccio­nes sociales, nuestra sensación de bienestar tiene mucho qué ver con lo que permitimos que ingrese a nuestro cuerpo. Vale la pena reflexiona­r si todo esto nos está haciendo bien, nos nutre, o nos está haciendo un daño. ¿Hasta cuando vamos a permitir que lo que comemos y consumimos nos siga enfermando?

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