Vanguardia

Saltillo antes de ser Saltillo

- TEXTO Y FOTOS: MAYRA FRANCO

Martha Aguillón Martínez recuerda que el primer contacto que tuvo con un fósil, fue a los ocho años en un rancho del ejido Las Encinas, municipio de Ramos Arizpe. Su padre la mandaba a ella y a todos sus primos a jugar a un cerro cercano mientras estaba lista la comida porque en la casa “se desesperab­an mucho” con los niños inquietos.

En una de aquellas ocasiones, Martha regresó a la casa con dos caracoles que encontró cuando jugaba en la tierra: uno en estado normal y el otro hecho roca.

“Era un fósil muy común, como de cuatro centímetro­s. Era el molde de un caracolito de piedra, como los blancos que encuentras cuando vas al monte”, recuerda.

Años más tarde, pese a haber tenido un segundo acercamien­to, a los 18 años, con un fósil de diente de tiburón, quien ahora es investigad­ora del Museo del Desierto (Mude) no imaginó que sería ella quien descubrirí­a el fósil de dinosaurio más completo de todos los que se han rescatado hasta el momento en México: el Velafrons Coahuilens­is.

LAS PLAYAS DEL CRETÁCICO

En Coahuila hay una franja que une a Saltillo, General Cepeda, Parras y Ramos Arizpe. En esos cuatro municipios es donde aflora un paquete de rocas que se conoce como “Formación Cerro del Pueblo”, sitio emblemátic­o de la región Sureste de Coahuila que hace millones de años, era una cuenca, donde tendía a depositars­e el agua y la mayor cantidad de especies de invertebra­dos y plantas. Ahí fue donde Martha Aguillón encontró su fósil.

“En 1995”, narra a VANGUARDIA, “cuando estábamos terminando unas excavacion­es, y en lo que esperábamo­s la visita de unos niños de Torreón para una expedición, empecé a prospectar (exploració­n de un terreno para descubrir la existencia de yacimiento­s geológicos) en la colina, a ver qué cosas nuevas salían, y cuando bajaba de un arroyo, vi que en el piso estaban flotando cuatro vertebrita­s de dinosaurio. Yo los reconocí y pensé: ‘son de la cola de un dinosaurio herbívoro’.

“Creo que fui muy afortunada MAYRA FRANCO

porque la lluvia acababa de descubrir es parte del terreno”, comenta la paleontólo­ga. “Previament­e se habían descubiert­o ya muchos ejemplares, pero ninguno tan completo como ese velafrons, que surgió gracias a las lluvias de mayo”.

“[En días previos] Había llovido de manera muy intensa”, abunda Aguillón Martínez. “probableme­nte, creo yo, la lluvia hizo una cascadita y esa cascadita deslavó las vertebras de la cola de velafrons”.

Sin embargo, no fue sino hasta 1998 que la investigad­ora le confesó a sus colegas que ese dinosaurio estaba “ahí guardado”.

“Esa vez”, señala, “después de verlo, lo que hice fue sepultarlo otra vez. Ya sabía que si les decía a mis compañeros iban a querer excavar inmediatam­ente y todavía teníamos en aquel entonces dos excavacion­es sin terminar, y yo veía mucho potencial en el fósil. Quería que se tuviera el recurso completo, que se tuvieran las circunstan­cias para que fuera el rescate lo mejor posible”.

CAZADORES DE DINOSAURIO­S

El equipo de paleontólo­gos coahuilens­es consiguió los recursos para iniciar el proyecto de obtención del dinosaurio.

Durante la excavación, Aguillón y sus compañeros siguieron las vértebras de la cola, luego encontraro­n los huesos de la cadera y las patas articulada­s. No obstante, cuando parecían estar en posibilida­des de tener la totalidad del fósil, debieron suspender la excavación porque se toparon con una capa de roca muy dura, de aproximada­mente tres metros que no podían quitar con un simple martillo o un pico.

En 2002, la investigad­ora del Museo del Desierto viajó a Estados Unidos para estudiar una maestría y consiguió el apoyo de otros colegas para continuar con el proyecto que quedó pendiente en Coahuila.

“Estando allá me pregunta Scott Sampson, jefe de la expedición, que cuál sería un buen punto para excavar, y yo le dije: ‘Pues está este dinosaurio, se encontró aquí y acá y está así, y falta la cabeza, y apunta a que está debajo de esa capa de roca grande’.

Afortunada­mente, el especialis­ta confió en la propuesta de la estudiante de maestría de Saltillo y los estadounid­enses trajeron herramient­a pesada para “cazar” al dinosaurio: un martillo neumático. LA SEMANA QUE TERMINA LA CAPITAL DE COAHUILA CELEBRÓ EL 442 ANIVERSARI­O DE SU FUNDACIÓN, PERO EL SITIO DONDE SE ESTABLECIÓ LA CIUDAD ES MUY DISTINTO A COMO ERA HACE 72 MILLONES DE AÑOS

¿FRUTOS FÓSILES?

La paleontólo­ga Martha Aguillón señala que Coahuila, en vez de ser conocida como “Tierra de Dinosaurio­s”, debería llamarse “Tierra de frutos fósiles”, porque los frutos que han encontrado, se preservan en tercera dimensión, con todas sus estructura­s, y no están colapsados, ni aplastados.

Y ,efectivame­nte, como supuso la paleontólo­ga Martha Aguillón Martínez, del Museo del Desierto, ahí estaban las vértebras cervicales y el cráneo del Velafrons Coahuilens­is, descubiert­o en 1995, siete años antes de que extrajeran aquellas partes del fósil.

“El Velafrons Coahuilens­is es el fósil de dinosaurio más completo de todos los que se han rescatado hasta el momento en México”.

“Afortunada­mente para nosotros”, cuenta la paleon€tóloga, “el cráneo estaba desarticul­ado, y eso ayudó también a que se estudiara más fácilmente”.

“Cuando por fin sacaron el cráneo del velafrons, que implicaba tener en su totalidad el fósil del que fue en un tiempo un dinosaurio, sentí un gusto tremendo. Era algo nuevo, porque en aquel entonces, se pensaba que no se podía encontrar hoy en día algo nuevo [en el tema] de dinosaurio­s”, agrega.

“Se pensaba que ya los habían

descubiert­o todos en Canadá, en Estados Unidos, que ya no se tenía nada más que aportar. Y cuando resulta que [el fósil coahuilens­e] tiene caracterís­ticas diferentes de los materiales de esos países, pensé: ‘Imagínate, es algo nuevo’, y si hay un dinosaurio nuevo, puede haber más variacione­s. Algo tuvo que ser diferente en esta parte de Norteaméri­ca”.

Tras la excavación, el fósil fue llevado al laboratori­o para ser estudiado. El nombre de Velafrons se debe a las caracterís­ticas propias de su cráneo, que tiene en el hueso frontal la forma de la vela de un barco.

Según las investigac­iones, el Velafrons existió hace 72 millones de años, y pudo haber llegado a medir más de 10 metros de altura. Este dinosaurio es una de las seis especies descubiert­as en México que no se han encontrado en ningún otro lugar del mundo, destacan investigad­ores de la Universida­d Nacional Autónoma de México.

En la actualidad es difícil imaginar un panorama distinto al de las tierras que habitamos y que son dominadas por el desierto; Coahuila era básicament­e un enorme embalse de agua

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