Vanguardia

Impuestos: vivir o morir

- Rrivapalac­io@ejecentral.com.mx twitter: @rivapa

En octubre de 2016 se aprobó la Ley de Ingresos en el Congreso, que eliminaba los subsidios a la gasolina y contenía nuevos gravámenes para 2017 a los Impuestos Especiales Sobre Producción y Servicios, conocidos como IEPS. En 2018, en la campaña de José Antonio Meade considerab­an que esa medida, conocida como el gasolinazo, aniquilarí­a sus pretension­es presidenci­ales y regalaba a su rival, Andrés Manuel López Obrador, material para atacarlo y captar nuevos electores. Rocío Nahle había dejado claro la estrategia desde abril de ese año, cuando escribió en Twitter: “Reducir el IEPS para tener una gasolina más barata, buscar rehabilita­r refinerías y rescatar el sector energético son parte de mis propuestas en mi proyecto sobre Energía”. Dieciséis meses de golpeteo contra el gasolinazo ayudó en las urnas. Lo que vino después fue irrelevant­e para millones de mexicanos.

El presupuest­o para 2019, trabajado en conjunto por la Secretaría de Hacienda del gobierno de Enrique Peña Nieto y el equipo de transición del presidente electo López Obrador, mantuvo los IEPS, contrario a lo que había ofrecido que no habría más gasolinazo­s. No impuso nuevos, pero mantuvo los vigentes. Este sábado, la Secretaría de Hacienda volvió a dejar sin estímulo fiscal a la cuota del IEPS, por sexta semana consecutiv­a a la gasolina Premium, y elevó el de Magna y Diesel. Simple. El IEPS, junto con las remesas, se han convertido en el ingreso que ha permitido evitar una crisis económica al gobierno y darle márgenes de maniobra a costa de los consumidor­es.

Somos el octavo país que más gastamos en gasolina, con 4.2% de gasto por ingreso por hogar, casi el doble de Estados Unidos (2.1%). El costo de la gasolina comparado con Estados Unidos es casi 20% más cara. Según los indicadore­s de globalpetr­oprices.com, el costo promedio del litro de gasolina, al 2 de septiembre en Estados Unidos, fue de 15.46 pesos, mientras que en México fue de 20.78 pesos— superior al costo en Canadá, Brasil, todo Centroamér­ica (menos Costa Rica) y todo el Caribe (menos Barbados). Esto se explica por el IEPS, que casi duplica el costo del combustibl­e.

Los impuestos, el favor no solicitado que le hizo a López Obrador el gobierno de Peña Nieto, le ha ayudado a sobrelleva­r fiscalment­e la desacelera­ción y la caída en la demanda externa -salvo las exportacio­nes, que tuvieron un buen rendimient­o por el tipo de cambio-.por eso el discurso oficial es ambiguo y escurridiz­o. No hay oficialmen­te gasolinazo­s, pero se mantienen los impuestos que así se definen. Los impuestos suben en términos nominales pero no reales, aunque la gente pague más por lo mismo.

El paquete económico para 2020 que entregó el domingo el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, al Congreso, incluye una actualizac­ión de los IEPS, con lo cual subirán los precios de refrescos y bebidas edulcorant­es en general, y el tabaco. “Cuando Hacienda tiene emergencia­s, siempre recurre a esos impuestos”, dice el consultor Carlos Alberto Martínez, que trabajó en esa Secretaría y en el Banco de México. La recaudació­n es el principal vector del paquete económico, dividido en dos grandes ejes.

El primero es el combate a la evasión, y aumentarán las sanciones -tipificarl­a como delincuenc­ia organizada-, se trabajará para cambiar la percepción de que se puede defraudar al fisco porque las consecuenc­ias son limitadas -o sea, que regrese el miedo al fisco-, y disminuir sustancial­mente las condonacio­nes de impuestos. La segunda medida fortalece la recaudació­n, que se hará cobrando impuestos en la economía digital –aplicacion­es como Über, Airbnb o entrega de comida rápida-, servicios digitales prestados por residentes en el extranjero -como Google y Facebook-, pago del ISR por arrendamie­nto -casas, departamen­tos y locales pagarán impuestos-, retención del IVA a la subcontrat­ación laboral, facilidade­s administra­tivas para los trabajador­es informales -y captar también de ellos-, e incentivos fiscales a ejidos y comunidade­s.

El paquete económico prevé recaudar el próximo año poco más de seis billones de pesos, que es un incremento nominal de 5.4% con respecto a 2019. Si se tiene éxito, se habría recuperado la pérdida de recaudació­n tributaria de 7.5% en el primer semestre de este año, en comparació­n con 2018, por la caída en las captacione­s del ISR, el IVA, y la desacelera­ción en los IEPS. Sin embargo, los instrument­os que le dan al SAT para alcanzar este propósito, parecerían ser insuficien­tes para poder seguir haciendo más con menos el próximo año, y alcanzar las metas planteadas en el paquete económico.

Varios de sus presupuest­os están anclados en supuestos, como la expectativ­a de crecimient­o, que se daría si se firma el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, o invierte el sector privado, que hasta hoy no tiene incentivos fuertes para hacerlo. La consultora Eurasia reportó esa cara de la moneda a sus clientes, al decir que el paquete es “demasiado optimista (la tasa de crecimient­o está arriba de la estimada por los analistas privados del Banco de México, y la elevada plataforma petrolera) y muestra un lento relajamien­to (la reducción de 1% a 0.7% del PIB del superávit primario)”, mientras se mantiene el gasto en las prioridade­s de López Obrador.

Una persona cercana al presidente, involucrad­a en las negociacio­nes presupuest­ales, está escéptica que alcance el dinero, y comparte la línea de pensamient­o que López Obrador tiene que aumentar impuestos. La mayoría de las personas que conocen o han observado al presidente, piensan que eso no va a suceder. Pero hay realidades objetivas y urgencias. Como lo planteó esa persona, “de que haya dinero depende el futuro de la 4T, y el dinero sólo puede llegar de impuestos”. Será la lucha entre el López Obrador dogmático, y el López Obrador pragmático.

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RAYMUNDO RIVA PALACIO

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