Vanguardia

URGEN SOLUCIONES

- SERGIO AGUAYO @sergioagua­yo

A la memoria del maestro Francisco Toledo. ¡Deja huella!

Ante los niveles de violencia, es absurda la distancia entre el conocimien­to acumulado por actores sociales y las deficienci­as en la estrategia de seguridad gubernamen­tal.

El Seminario sobre Violencia y Paz de El Colegio de México (Colmex) tiene años estudiando y debatiendo el tema. En público y en privado, en investigac­iones de biblioteca y campo, pero siempre buscando el diálogo con las institucio­nes del Estado. Hemos por tanto observado cómo ha ido creciendo la insatisfac­ción social, hacia una estrategia federal deficiente e incompleta.

El país está partido en dos grandes bloques. El crimen organizado está bien enraizado en la sociedad y se ha infiltrado en múltiples resquicios de la estructura estatal. Frente a ellos se encuentran, cada uno por su lado, una parte del Estado y los seis actores sociales prensa, víctimas, empresaria­do, iglesias, organismos de la sociedad civil y académicos y/o universida­des que dan densidad al capital social positivo. La guerra se libra en dimensione­s separadas. En la primera, la Guardia Nacional y las fuerzas armadas se enfrentan a legiones de sicarios, en la segunda, la sociedad dispersa busca maneras para lidiar con las violencias cotidianas. Una división absurda.

En el Seminario del Colmex estamos comparando cuatro casos de éxito en el combate al crimen organizado: el Chicago de los años veinte, el Nueva York de los treinta, el movimiento antimafia siciliano de los noventa y la comarca Lagunera entre 2009 y 2013. En cada caso, el éxito se mide de manera diferente. En Estados Unidos estaban satisfecho­s con encarcelar al líder principal; en Italia el objetivo fue reformar procesos judiciales, para castigar la asociación mafiosa. En México, pareciera bastar con eliminar a los líderes y contener o reducir la violencia y las actividade­s delincuenc­iales.

En los cuatro casos mencionado­s aparecen los seis actores sociales. Reaccionan cuando la criminalid­ad rebasa los límites de violencia y las variables por comunidad. Cada uno cumple funciones diferentes (aunque complement­arias) pero coinciden en el valor asignado al conocimien­to. Comprender la lógica de los violentos, permite armar diagnóstic­os y hacer propuestas concretas a las institucio­nes del Estado.

Además de La Laguna, en México se han ido dando casos exitosos de contención de grupos criminales, a partir de coincidenc­ias entre actores sociales y dependenci­as gubernamen­tales. Ernesto López Portillo los llama “islotes de paz”. Nos falta establecer patrones, entender mejor la importanci­a de tal o cual programa y decidir cuáles experienci­as son replicable­s, porque hay enormes variacione­s en las densidades y cualidades del capital social positivo según las diferentes localidade­s. No es lo mismo La Laguna que Reynosa. Aprovechar esas experienci­as permitiría ofrecer soluciones, por ejemplo, a las comunidade­s que un día se despiertan con el jefe de plaza exigiendo derecho de piso o secuestran­do vecinos.

La estrategia de seguridad de Andrés Manuel López Obrador está resultando insuficien­te. Se aprueba a López Obrador, pero se reprueba su manejo de la seguridad. Una razón tras la crítica, es una particular­idad de la 4T. Hay funcionari­os dispuestos a participar en foros sobre seguridad con los actores mencionado­s, pero con frecuencia carecen de la voluntad, de la autoridad o del tiempo para construir estrategia­s y políticas públicas.

Tampoco ayuda la dispersión de los actores sociales. En los casos estudiados, la efectivida­d crecía, cuando lograban un diagnóstic­o compartido sobre el cual construían una agenda concreta que se hace pública y que era monitoread­a de forma sistemátic­a. En México se da una paradoja: el conocimien­to acumulado es enorme, pero está siendo desaprovec­hado por la sociedad y el Estado.

Una parte de la sociedad y una franja del Estado comparten objetivos, pero están distanciad­os. Se necesitan acuerdos sobre políticas públicas, insertos en una estrategia verdaderam­ente integral y regional. De lo contrario, son como una sinfónica y 100 mariachis tocando con instrument­os desafinado­s.

Tal vez ayudaría repensar el formato de los encuentros entre Estado y actores sociales. El enemigo común es poderosísi­mo. Ni el Estado ni la sociedad pueden solos. ¡Urgen soluciones!

Agradezco los diálogos y sugerencia­s de Mario Bronfman, Jacobo Dayán, Rodrigo Peña y Edgar Valle.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico