Vanguardia

¡COCHINO DINERO!

- JESÚS PEÑA

Había escuchado historias como ésta, pero nunca pensé que fueran realidad. Las creí inventos. Leyendas.

Cosa del imaginario colectivo.

Hasta que fui y vi. Sucedió en un ejido que se llama El Coyote, municipio de Ramos Arizpe.

Un pueblo cuya riqueza más grande, además de su gente, claro, es el mármol. Un cerro de mármol. Y claro, nunca faltan los gandallas, ambiciosos y mañosos.

Y eso pasó.

Un día llegó al ejido un empresario de mala entraña queriendo comprar el cerro a los campesinos del lugar.

Luego de muchos estira y afloja, regateos y manoseos, se los compró.

Ya se imaginará el nombre de ese empresario, por cierto lagunero, y si no, se los paso al costo: Hasan Mansur.

¿Le suena?

El empresario éste les pagó a los campesinos un millón de pesos a cado uno por su grande riqueza, el cerro de mármol.

Un millón de pesos y una camioneta Lobo del año.

De un día para otro los rancheros, que antes vivían en la pobreza más ofensiva, se volvieron ricos.

Los nuevos ricos de Ramos.

Y un pobre con dinero, oiga…

Se le hace chico el mar para echarse un buche.

Los ejidatario­s aquellos se dieron a la disipación y al vicio.

Agarraron el pedo, despilfarr­aron los centavos, chocaron las trocas.

La gente del pueblo los miraba pasar muy orondos en sus muebles y entrar en las cantinas de Paredón.

Dejaron sus mujeres, sus casas, mientras se deban vida de reyes en Ramos.

Pero todo se acaba, amigo.

Y el dinero peor. Cuando a los campesinos se les acabó la plata se volvieron a sus casas de El Coyote.

Y cuando regresaron a sus casas, cochino dinero, ya no tenían mujer ni hijos ni familia ni animales ni cosechas ni nada.

Y del millón y la troca nueva ya no quedó más que el recuerdo.

Y otra vez el hambre, el abandono, la miseria.

Una vez oí decir a un sabio anciano que el dinero vuelve locos a los hombres, les empaña la mente, les nubla el pensamient­o...

¿Será?

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