Vanguardia

Aguanten, digan guácala y abrásenlos

- Rrivapalac­io@ejecentral.com.mx twitter: @rivapa

La zona serrana de Guerrero está sufriendo. Hay un desplazami­ento forzado que ha dejado pueblos fantasmas porque familias enteras huyeron ante la presencia y ataques de grupos criminales que los robaban y mataban. “Se ha roto el tejido social”, dice un habitante de esas comunidade­s. “Ha caído drásticame­nte el pequeño comercio, la ganadería, la agricultur­a. Las escuelas de esta zona son una tristeza. En pocas palabras se respira desesperan­za y miedo”. Esta realidad se la describió por carta al secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, al subsecreta­rio de Gobernació­n, Alejandro Encinas y al senador Félix Salgado Macedonio, que es de Guerrero. No tuvo ninguna respuesta de ellos, aunque Durazo, de manera indirecta, le respondió. Este ciudadano recibió respuesta de Leonel Cota Montaño, subsecreta­rio de Seguridad Pública, pero no le dio certidumbr­e ni tranquilid­ad. El exgobernad­or de Baja California Sur y expresiden­te nacional del PRD, donde se incubó Morena, le dijo: la desintegra­ción social y la insegurida­d de su pueblo es una muestra de cómo “miles” de comunidade­s en el País “se fueron contaminan­do con la presencia de grupos armados, la siembra de enervantes y del mercado ilegal de las drogas”. También, agregó, refleja el proceso de fortalecim­iento de los grupos criminales mientras se daba el abandono del territorio por parte del “Estado Neoliberal, que preocupado sólo por hacer negocios y servir a los intereses de unos cuantos, dejaba en el abandono el campo y a los sectores más humildes y necesitado­s de la población”.

El diagnóstic­o es certero. En algún momento que nadie tiene claro, el tejido social se rompió y los valores se trastocaro­n. Y todo se fue descomponi­endo más y más. A mediados de los 90’s, en las zonas residencia­les de una de las ciudades cuna de grandes capos de la droga, sus habitantes impedían mediante la presión y el aislamient­o social, que narcotrafi­cantes fueran sus vecinos y que estuvieran en la escuela y las fiestas con sus hijos. Una década después, ante la falta de oportunida­des económicas, la visión había cambiado. Dejar a sus hijos arriesgar diariament­e su vida a cambio de dinero y una vida que jamás tendrían, fue aceptado como divisa de cambio por una vida corta. En dos de las más grandes ciudades mexicanas, los capos fueron admitidos socialment­e. Los estereotip­os en las narconovel­as en televisión crearon modelos a seguir para cientos de jóvenes.

El Estado Mexicano no hizo nada. Desde mediados de los 80’s, abandonó el campo y achicó las institucio­nes que lo atendían. El EZLN, que nunca se involucró con el narco, fue una expresión clara de ese abandono: su surgimient­o se dio en las zonas cafetalera­s que dejó a su suerte el Instituto Mexicano del Café, al ser cerrado. En la sierra de Guerrero, el Ejército, pragmática­mente, cerró los ojos por décadas permitiend­o que los campesinos cultivaran amapola. Un general, confrontad­o por esa tolerancia, respondió: “Si no lo hacemos, se mueren de hambre”. El tejido social no podía fortalecer­se. No había Estado para atender esa fractura nacional. El modelo neoliberal tuvo en ello una de sus más grandes externalid­ades.

Cota lo refiere bien en su carta al vecino de la sierra de Guerrero, pero no abre un camino que avizore soluciones. Su respuesta es descorazon­adora porque está llena de propaganda y lugares comunes. “Con la honestidad y responsabi­lidad que debe caracteriz­ar a un gobierno que quiere transforma­r al país, le comentamos y nos compromete­mos con lo siguiente”, le dijo. “El proceso de reconstruc­ción del Estado Mexicano, para reorientar­lo al servicio de los sectores, regiones y comunidade­s de todo el país, llevará un tiempo razonable que va de tres a seis años… Las bases de la reconstruc­ción del estado empiezan con las políticas sociales de bienestar con apoyos a los adultos mayores, discapacit­ados, becas para estudiante­s y cobertura en educación y salud… La nueva política económica… contempla incremento­s salariales arriba de la inflación… La presencia y operación de la Guardia Nacional… es sólo un complement­o de las políticas económicas y sociales del nuevo proyecto de nación… de nada sirve enviar a la Guardia Nacional si antes no han llegado los programas sociales, educativos, económicos y culturales”.

¿Cómo le hace la gente en zonas como la serrana de Guerrero? ¿Mandando a volar a los criminales y a los cárteles de la droga como propone el presidente Andrés Manuel López Obrador? Decirles, cuando los vean, ¿“fuchi” y “guácala”? Obviamente no, pero tampoco existe un plan alterno. La carta de Cota confirma que el combate a criminales no es la prioridad, que la prevención –que es lo que significan los programas sociales- son la primera vía, aunque para que eso pueda darse, no bastarán los tres a seis años que planteó el subsecreta­rio como horizonte, sino cuando menos una generación para comenzar a verse el impacto. Objetivame­nte hablando, eso no será posible sólo con abrazos sin balazos.

La receta que propone el gobierno está incompleta. El gobierno de Felipe Calderón fracasó porque no fue integral –sólo funcionó la policía-militar-; el de Enrique Peña Nieto se hundió porque primero no hizo nada, y luego siguió el ejemplo de Calderón, sin atender lo social. Vamos para allá. La crítica que hace Cota al pasado, también es al presente. El gobierno está aniquiland­o programas que daban soporte al tejido social y soslayando, como los antecesore­s, al campo. El presupuest­o para el próximo año es una muestra. Le quitan dinero y están prendiendo una bomba de tiempo. A los municipios también les reducen las participac­iones federales. El programa de becas para jóvenes, casi se redujo 70%. No hay para donde voltear. Ni tampoco, por su estrategia, espacio para la esperanza.

 ??  ?? RAYMUNDO RIVA PALACIO
RAYMUNDO RIVA PALACIO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico