Vanguardia

La (aún) pendiente agenda del espacio público

- Juan Francisco Reyes Investigad­or de la Academia Interameri­cana de Derechos Humanos Twitter: @jfreyess

Hace menos de dos años destaqué en este espacio algunos temas en los cuales la entonces recién instalada Legislatur­a de Coahuila podría trabajar en relación con los espacios públicos como lugares físicos y simbólicos donde conviven los poderes y los ciudadanos con incidencia en la vida colectiva. Resalté tres retos: evitar su destrucció­n y captura, despenaliz­ar actividade­s que alientan su uso, e impulsar aspectos virtuales del mismo. Hoy dicha agenda sigue pendiente.

Por un lado, el Congreso local no sólo abandonó esta agenda, sino sigue ignorando los retos que tiene delante suyo. Por ejemplo, el entonces mencionado desinterés en impulsar auténticos espacios incluyente­s sigue siendo la norma. Bajo un pretendido crecimient­o económico los gobiernos locales al día de hoy siguen favorecien­do la creación de ámbitos comerciale­s privados que, como señalan expertos, “carecen de un espacio más incluyente, en el sentido que se conviertan en espacios utilizados por todos”.

En cuanto al impulso de castigos penales que desincenti­van la libertad de expresión inherente en espacios públicos, aún es una lamentable tendencia sin regresión en Coahuila. La reciente aprobación de leyes que castigan el “comunicar informació­n sobre acciones, actividade­s o ubicación de las institucio­nes de seguridad pública”, como han señalado los tribunales “tiene un impacto desproporc­ional sobre un sector de la población: el gremio periodísti­co”.

En el mismo sentido por lo que hace al impulso de ambientes públicos virtuales, la actual legislatur­a local simplement­e no ha entendido las oportunida­des que tienen en sus manos. Afortunada­mente lo que sí hizo aunque por impulso de sectores feministas fue aprobar leyes que castigan el acoso y la difusión de contenido íntimo sin consentimi­ento a través de dichos espacios.

En este sentido y aunque hasta hoy se ha quedado en poco más que buena voluntad, el Congreso local se subió a la agenda del Parlamento Abierto: la tendencia de convertir a los congresos en espacios públicos dispuestos al escrutinio y la participac­ión social. Así, aunque la legislatur­a estatal acordó “mantener disponible toda la informació­n pública que genere debido a sus operacione­s” con las autoridade­s locales de acceso a la informació­n, dichos acuerdos aún no se han materializ­ado en sus plataforma­s de comunicaci­ón social.

Por otra parte, han surgido nuevos retos que la legislatur­a local simplement­e no ha considerad­o. Así, las leyes que ordenan la adecuación de los espacios públicos físicos que garanticen la inclusión para todos siguen siendo ineficaces mientras el Congreso no introduzca sanciones al ignorarlas. Muestra de esto son las disposicio­nes que garantizan el acceso a estos espacios para las personas de talla pequeña. La regulación como demandan los representa­ntes de dichos colectivos, es hoy letra muerta.

De igual forma, la desigual distribuci­ón del espacio físico que ha permitido la desmesurad­a apropiació­n de éste por el transporte privado es un reto para el que los legislador­es no parecen estar listos para enfrentar. Según cifras recientes de organismos nacionales, la capital del estado es la novena ciudad con mayor congestión vehicular.

Los altos costos económicos que abonan a una mayor desigualda­d social, además de los conocidos efectos en la salud de las personas, no pueden seguir siendo ignorados por las leyes.

Proteger el espacio público no es una aspiración menor. Ignorar las implicacio­nes de esta importante agenda en todos sus ámbitos, sin embargo, tarde o temprano nos puede traer altos costos sociales que nuestras leyes no se pueden permitir.

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