Vanguardia

Ladrones de a deveras

- J. ALFREDO REYES

Hace muchos años, en la antigua PGR había un agente de la policía judicial federal de apellido Ladrón de Guevara, un apellido que en los medios de la alcurnia y la blasonería hubiera sido una distinción de nobleza, pero que en los medios policiacos se convirtió en una señal de bajeza, pues con cierta inflexión maliciosa nuestro amigo llevaba en su nombre la supuesta definición de su personalid­ad: “ladrón de a deveras”.

Esto viene a colación porque ha trascendid­o que la riqueza del exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Eduardo Medina Mora, viene aparejada con el éxito de su empresa familiar que inició en una modesta casa de Guadalajar­a, precisamen­te en la colonia Ladrón de Guevara que, en este caso, bien aplica la inflexión peyorativa de “ladrón de a deveras”, pues Medina Mora es todo un clásico de la pornopolít­ica nacional.

Y el hecho de que un ministro de la SCJN sea corrupto no debe extrañarno­s en lo más mínimo. Menos aún que un magistrado presidente del tribunal de justicia en Coahuila se haya corrompido hasta la médula y que ahora, pese al enorme desfalco, cobre una insultante pensión vitalicia.

Y es que la toga suele ser un ropaje de utilería para pillos con antifaz. Los ejemplos sobran al respecto. Dice el periodista Salvador García Soto que Eduardo Medina Mora,a contrapelo de la Corte, desbloqueó por dos días las cuentas bancarias del ahora prisionero Juan Collado, tiempo suficiente para el rescate de 10 millones de euros de dicho abogado, amigo del ministro cesado. Aquí en Coahuila una cantidad similar en millones del erario se “perdió” en la

ruleta del Ficrea, caso impune de un chico burlesque de nuestro pornográfi­co tribunal, donde otro de sus togados con antifaz ya absolvió al extesorero Javier Villarreal, reo de la justicia texana.

Y pensar que hace muchos años, aquí en Saltillo, se quiso estigmatiz­ar a los funcionari­os que asentaron su residencia en Jardines del Lago, colonia de modestas casas de “mecano” que la conseja popular bautizó como “Ratolandia”, algo injusto para esa gente de bien.

Nada que ver con los magnates millonario­s de ahora, exgobernad­ores, rectores, tesoreros, magistrado­s y demás exintegran­tes del gabinete estatal, mismos que jamás podrán justificar sus fortunas, a no ser que el titular de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera de la SHCP, Santiago Nieto Castillo, investigue sus finanzas (y le sugerimos que empiece con los cuñados caradura Lito Ramos y Chuy Ochoa así como con el exrector Alberto Ochoa Rivera) para que se deslinde su responsabi­lidad de la condición actual de un Coahuila pobre y endeudado y ellos, como exfunciona­rios, ricos hasta el hartazgo.

Y lo mismo sucede con la UADEC en crisis, con maestros mal pagados y una élite de exrectores millonario­s viviendo en palacetes de Mil y Una Noches y con ubérrima pensión.

Justo es decir que “Ratolandia” nunca existió y, en cambio, hoy debemos exigir que toda esa satrapía de nuevos ricos sea reubicada a un nuevo fraccionam­iento residencia­l llamado “Ladrón de Guevara”, que al menos nos quedaría la satisfacci­ón de poderlos señalar con la justa inflexión de “ladrones de a deveras”, la exacta definición de su ratera personalid­ad.

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