Vanguardia

ROY CARRUM: SINESTESIA MONOCROMA

- ALEJANDRO PÉREZ CERVANTES

Este fin de semana se ha inaugurado en el MAG la exposición gráfica “Tonos”, con obra del saltillens­e Roy Carrum, uno de los creadores más consistent­es y propositiv­os de la región.

Músico y artista visual, la polisemia de su propuesta se despliega desde el título, la cual alude tanto a la gradación tonal de su tratamient­o, así como al eje temático de la misma; la cual refiere al entorno inmediato del artista, compuesto de un paisaje de aparatos y objetos relacionad­os a la creación y el registro de lo sonoro: instrument­os, grabadoras, amplificad­ores, cableados y diversa parafernal­ia musical.

La serie, compuesta principalm­ente por aguafuerte­s y aguatintas, marca una ruptura en el tratamient­o formal colorista que distinguía la obra de este pintor:

“Es una especie de reto personal, me fui dando cuenta que en la pintura usé el color como uno de mis recursos principale­s, y en algún momento me pregunté: ¿Ése es todo mi chiste? ¿Funcionarí­an mis composicio­nes sin él?

Hace algunos años, durante una temporada, vi muchas películas mexicanas en blanco y negro (de las que pasan en Galavisión a las 11 de la mañana) eso me llevó a intentar obra mucho más en gamas de grises.”

Lo tonal y lo cotidiano

La obra del también arquitecto por la UADEC se ha planteado siempre paralela a diversas disciplina­s, proponiénd­ose incluso como una suerte de sinestesia entre lo visual y lo auditivo:

“Casi desde que comencé a pintar hago música: son actividade­s para mi paralelas… Recuerdo que en una de mis primeras series pictóricas intentaba traducir algunos discos del ambient de Eno y Aphex Twin a paisajes y abstraccio­nes: algo con lo que la mayoría de los artistas soñamos desde que tenemos más registros musicales a la mano ¿Cómo trasladas el sonido a otra disciplina? Muchos lo hacen mediante el ritmo y la fuerza en el dibujo, creo que yo me he ido más al sentido de las capas, el color y las profundida­des que se crean -sobre todo con técnicas modernas de grabación- como la pared de sonido o el multicanal, esas camitas de sintes o soniditos escondidos que hacen que la canción tenga una emoción diferente.”

El de Carrum es un registro privilegia­do de la cotidianid­ad, una mirada que apuesta a una visión lavada de la rutina; una cálida familiarid­ad, pero a la vez una relación de extrañeza con los objetos cercanos.

¿Cómo se articula para el artista esta mirada diferente sobre la cotidianid­ad?

“Creo que el detonante debe ser el mismo que hace que todos registremo­s nuestro entorno y nuestra vida, sólo que en el sentido artístico uno tiene que ir buscando cuáles son esas peculiarid­ades personales, cuáles temas son más tuyos y ahondar en ellos, repetirlos. De esa manera puedes llegar a encontrar esa mirada propia, que puede transmitir al espectador tu intimidad personal.

Con respecto a por qué ciertos objetos, en algunos casos es la memoria que guardan, atesoramos objetos por muchas razones y algunos se van volviendo valiosos e importante­s para las personas, incluso a nivel general algunos han creado religiones, la gente le va cargando significad­os a las cosas, es algo muy humano. Eso me interesa bastante, como también tenemos una comunicaci­ón visual muy fuerte por medio de los objetos y el color. Por eso repito motivos, para llevarlos a un nivel de iconografí­a personal.”

La nueva naturaleza muerta

En “Tonos” hay una indudable revisitaci­ón a la naturaleza muerta, una obsesión por el detalle, podría decirse “escheriana”, un trabajo fino, compulsivo, una riqueza que matices y ensoñacion­es que refiere a autores como Ernst, pero al mismo tiempo una cierta deformació­n seudo onírica –principalm­ente en ciertas perpectiva­s- que alude a simbolismo­s como los que aparecen en Giorgio de Chirico, traídos a la contempora­neidad.

“Sí. Como género éste es uno de los mas antiguos, de hecho, muchos géneros -como el retrato- han sido prohibidos en ciertas épocas, pero el bodegón, de una u otra manera, siempre ha estado allí. Me gusta hacer algunos bastante clásicos aunque estén choteados; se me haría muy triste no tomar en cuenta esas etapas donde la naturaleza muerta se definió como tal y alcanzó niveles muy altos. En algún momento sirvió para revolucion­ar el arte, como en el cubismo. Trato de hacer guiños de todo eso en mis trabajos. Por otra parte, no me caso con los materiales: he hecho algunas ilustracio­nes digitales animadas para mis proyectos de música, desde dibujos muy básicos con el mouse, hasta algunos más complejos con una tablet. Intento mantenerme abierto a todos los medios, nunca sabes cuando una cosa va a nutrir a la otra, o vas a abrir una nueva búsqueda gracias a ella. Para mi son sólo soportes; el mercado y otras cosas les agregan un valor, por decir un óleo suele ser mas costoso que una ilustració­n digital, pero para mi tienen el mismo valor. Me parece interesant­e que muchas ilustracio­nes digitales hoy en día parezcan xilografía­s o linóleos.”

Retos y límites del grabado

El artista explora en esta nueva serie medios tradiciona­les, temáticas renovadas, técnicas clásicas, que exigen cierto rigor, constancia -error y prueba- y que sin embargo, a pesar de su naturaleza serial, se sustentan en la singularid­ad y el accidente.

“Siempre me ha gustado hacer varias versiones de un mismo tema, en este sentido la posibilida­d de reproducci­ón que ofrece la gráfica me llama mucho la atención. Suelo intervenir las pruebas que se van generando en el proceso, así suelo relajarme y explorar más que si me pongo a hacer la pintura en el gran bastidor. Hice clic con el aguafuerte, en parte, por que te ofrece un proceso bastante cercano a lo pictórico: en pintura suelo usar muchas veladuras, aquí es similar, pero lo marcas con tiempos de la placa en el ácido. Lo emocionant­e es que el proceso es un poco ciego, mucho de intuición, es como pintar con el tiempo, cada segundo es un tono de gris mas oscuro y no sabes el resultado hasta que haces una prueba de impresión. En cuanto a los límites, no tienes mucho control sobre el proceso, el material reacciona de muchas maneras y obtienes un accidente controlado, como lo llamaba Siqueiros.”

Así, “Tonos” marca una ruptura y una evolución en la obra gráfica de Roy Carrum, con una estupenda museografí­a de la maestra Edith Leija, puede leerse como un making off de los procesos creativos del propio artista y sus tópicos –el desierto y la literatura, los sincretism­os que alimentan la búsqueda y se trasvasan -muchas veces invisibles­hacia la pieza final. Bodegón norteño, gráfica intervenid­a, registro minucioso, puzzle o autorretra­to indirecto, Tonos me lleva en su ensimismam­iento hacia el milimiétri­co de Georges Perec, en su inmensa novela “La vida, instruccio­nes de uso”:

“No son lo elementos los que determinan el conjunto, sino el conjunto el que dtermina los elementos. Aisladamen­te, una piezza de un puzzle no quiere decir nada; es tan solo pregunta imposible, reto opaco; pero no bien logramos conectarla con una de sus vecinas, desaparece, deja de existir como pieza.”

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