Vanguardia

Romper los círculos de violencia contra la mujer

- @garciacecy_ ceci.garcia@dcamexico.org

No hay ninguna duda que es tiempo de las mujeres, estas semanas se ha dejado ver, no sólo en México y en América Latina; el mundo entero tomó una pausa para gritar fuerte y decir “Basta”.

Bravo a todas aquellas que valienteme­nte dejaron la comodidad de hacer nada y el miedo, y salieron gustosas a reclamar el espacio que nos correspond­e.

Hoy quiero dedicar estas líneas para hacerles un reconocimi­ento especial a todas esas mujeres que salieron y alzaron la voz, pero también quiero decirles que no es suficiente.

Después de leer, ver y escuchar las diferentes manifestac­iones en México y en el mundo, me tomé algunos días para pensar: ¿qué causa esa violencia?, ¿por qué hay hombres que violan a niñas?, ¿por qué hay esposos que golpean y matan a sus esposas, a las madres de sus hijos?, ¿por qué hay familiares que violentan sexualment­e y físicament­e a niñas y adolescent­es? Y la pregunta más fuerte: ¿por qué hay personas (hombres y mujeres) que observan lo que pasa y no dicen ni hacen nada?

Podrían parecer preguntas sencillas, pero la verdad es que no lo son. Son sumamente complejas, y no hay una única respuesta para éstas. Tengo más de 10 años trabajando en zonas vulnerable­s, social y económicam­ente, muchas de éstas gravemente heridas no solamente por el narcotráfi­co sino también por la violencia social. He escuchado miles de historias de familias violentada­s en todos los sentidos, en donde la comunidad y la misma familia vive esta violencia como normal, como parte de lo que les tocó vivir. He escuchado una infinidad de veces: “pues así es”, “pero yo sé que me quiere”, “es el papá de mis hijos”, “así era mi papá y mi abuelo”, entre otras frases en el mismo sentido.

La violencia se aprende, la violencia se normaliza y pasa de generación en generación. Se vuelve parte de la vida. ¿Cómo hacemos para romper estos círculos? ¿Es posible? ¿Cómo desaprende­mos?

¡Claro que es posible! Nuestras niñas, niños y adolescent­es están listos para vivir diferente, quieren vivir de otra forma. Es nuestra responsabi­lidad darles herramient­as de mediación, negociació­n, comunicaci­ón asertiva, manejo de emociones, convivenci­a pacífica, valores cívicos y éticos, así como enseñarles a conocer su cuerpo y respetarlo y, por ende, respetar el cuerpo de los demás. Romper los círculos de violencia tiene que ver con crear nuevos círculos de convivenci­a. Sí, la violencia se aprende, se normaliza cuando no se muestra que hay un camino diferente para vivir, cuando nadie les dice a las niñas y niños que no tienen y no deben ser como su papá, como su tío, como su hermano, como su vecino. Es nuestra responsabi­lidad que eso suceda.

Soy mujer, madre, esposa. Mi esposo y yo trabajamos todos los días en no repetir los errores de nuestros padres y nuestros abuelos, en dar la mejor versión de nosotros para nuestros hijos; no es tarea sencilla. Es sumamente difícil romper y reconocer que no todo lo que aprendiste era lo mejor. Pero es posible.

Por eso reafirmo: “el mundo cambia un Ciudadanit@ a la vez, todo lo demás es romanticis­mo o política”. Invirtamos en educación, en proyectos sociales a largo plazo que nos permitan generar cambios sostenible­s. No creamos las falsas promesas de cambio de 3 ó 6 años. Tanto el empresaria­do, la clase política y la sociedad civil tenemos que apostarle a lo que va a pasar en 10 0 20 años. ¿Le entran?

La forma en que vivimos y nuestra sociedad la construimo­s todos, y lo hacemos todos los días. ¿Qué vas a hacer hoy diferente?

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CECILIA GARCÍA

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