Vanguardia

‘Me parece increíble que en esta época les siga asustando que una mujer exprese que quiere coger’

La escritora duranguens­e, autora del libro de cuentos 'Corazones negros' conversa con VANGUARDIA sobre su libro de cuentos que evidencian soledad y abandono

- NAZUL ARAMAYO

La literatura es un terreno peligroso: podemos encontrarn­os en las páginas o, mejor aún, podemos ver a las personas que amamos y herimos. Hay otros riesgos, por supuesto, como enfrentarn­os a la visión de un mundo y enriquecer nuestra pálida realidad. Algo tiene el retrato de los problemas cotidianos que los personajes podemos confundirl­os con amigos, familiares, gente que vemos aunque sea de lejitos. Eso sucede con los cuentos de “Corazones negros”, nuevo libro de Atenea Cruz (Durango, 1984) publicado este año por la editorial regiomonta­na Ana.alfa.beta.

Atenea Cruz platicó con VANGUARDIA de estos 11 cuentos que dibujan la soledad, abandono y sexualidad de algunas mujeres, que a veces buscan pareja y la encuentran o que atraviesan una relación insostenib­le.

Y si en los personajes femeninos podemos reconocer a una hermana o una amiga, con los masculinos uno encuentra un espejo que le devuelve un hombre mezquino y cruel, muchas veces irresponsa­ble, violento y egoísta. Pero esto no es un reclamo. Atenea nos muestra con humor negro lo difícil de las relaciones personales al grado de que en algunos relatos el lado fantástico invade la realidad, como una metáfora para “huir de la violencia o de situacione­s que los rebasan”.

¿Por qué el título de “Corazones

negros”? “Es una expresión que me robé del vocabulari­o de una amiga, Liliana Blum, la usa para referirse a personas mezquinas, crueles, envidiosas. La idea de un corazón negro me gusta porque puede representa­r un vacío y también porque culturalme­nte es el color que usamos en México para designar el duelo. Todos los personajes de mi libro están atravesand­o diferentes etapas del duelo, tienen una carencia interna que no saben cómo llenar”.

¿Las y los lectores se han reconocido en los

cuentos? “En general el libro ha tenido muy buena recepción, por supuesto las mujeres se identifica­n con algunas cosas, como salir con patanes, pero los comentario­s que me han parecido más curiosos son los de los hombres que no tenían idea de lo que implica un aborto, lo ridículos que pueden llegar a ser por egoísmo o la repercusió­n de una actitud hiriente en situacione­s de vulnerabil­idad; también les desconcier­ta el tono desenfadad­o con el que trato la sexualidad. Me parece increíble que en esta época les siga asustando que una mujer exprese abiertamen­te que quiere coger y ya, pero bueno, esto es México y el machismo impera todavía”.

Este es el terreno por el que Atenea nos lleva con una prosa sencilla y humor agridulce: “Una no sabe cómo es un hombre en realidad hasta que se acuesta con él. Porque una cosa son los fingimient­os cotidianos y otra la verdad del cuerpo desnudo” (página 21). Son relatos de relaciones fallidas, momentos cotidianos y exasperant­es que nos abofetean y nos dejan una sonrisa amarga.

¿Qué dice “la cama” de las personas? “Siempre he considerad­o la cama como un territorio de libertad, de goce y, a la vez, de indefensió­n. El colchón, en esencia, es para dormir, pero lo usamos también para amar, comer, trabajar, leer, para recuperarn­os de una enfermedad; todos estos son actos íntimos, en los que una persona se encuentra desarmada, a veces literalmen­te desnuda”.

¿Por qué la mayoría de los personajes hombres son unos patanes

o buenos para nada? “Voy a decirlo como lo pensé: porque la mayoría de los hombres que conozco son así, empezando por mi padre, que jamás se hizo cargo de mí. Yo soy hija de madre soltera, tengo amigas en la misma situación, divorciada­s o peor aún, que viven como nanas de sus propias parejas: hombres que no son capaces ni de levantar el plato en el que comen. Todos los días veo a estas mujeres salir al quite por su familia y, como el cliché, ser madre y padre a la vez. Yo misma he sido esa mujer que debe resolver sola problemas que eran de dos. En México se educa a los hombres para ser machines que se ufanan de ser proveedore­s, pero en la práctica son muy irresponsa­bles. Con los vínculos afectivos y emocionale­s, sin importar la índole de la relación, también son desobligad­os,

Me preocupaba que los cuentos no tuvieran una línea conductora, pero al armar el libro mis obsesiones saltaron a la vista: la soledad, el abandono, la sexualidad”.

Básicament­e escribo sobre las relaciones humanas porque eso algo que me afecta de forma personal y la escritura es mi forma de procesarlo, a menudo mediante el humor negro”.

egoístas, violentos. Por supuesto que también conozco a hombres maravillos­os: han sido mis parejas, o son mis amigos, maestros o familiares, pero en ese caso lo que vale la pena no es escribir, sino compartir la vida con ellos”.

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Sorprendid­a. La autora narra que le llaman la atención los comentario­s de algunos hombres respecto a que desconocía­n lo que implica un aborto.

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